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Desaparecen los bosques, y lo que queda es miseria

Publicado 2003/06/17 23:00:00
  • Grisel Bethancourt
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Darién está en venta. Desde helicópteros se compran los bosques mientras en la selva los tractores van abriendo trochas en búsqueda de los árboles de madera preciosa, que son mutilados con motosierras y despedazados en tablas en aserraderos que operan adentro de la selva.
A dos horas a pie desde Aruza, a orillas del río Tuira, un tractor con un ensordecedor ruido y humo contaminante, arrasa con todo a su paso transportando los restos de un precioso cedro espino.
A una hora más de camino se encuentra un enorme aserradero donde los cedro espino son mutilados en tablas, para luego ser transportados por los tractores en medio de la selva.
Los árboles son cortados con motosierras a tres horas más de camino, cerca del Cerro Pirre, en una zona de amortiguación del Parque Nacional Darién, la más grande reserva forestal del país.
Los indígenas de Aruza dicen que la madera extraída pertenece a una concesión de Chino Mon y Giovanni Espinoza, pero la Autoridad del Ambiente (ANAM) informó que actualmente no hay concesiones en Darién y que se podría tratar de una extracción ilegal de madera.
"Vamos a ordenar una investigación de lo que sucede en Aruza", manifestó el Ing. Raúl Gutiérrez, director del Servicio Nacional de Desarrollo y Administración Forestal de la ANAM, luego de escuchar el relato de lo que periodistas de El Panamá América observaron en la selva darienita.
El Panamá América recorrió por cuatro días, bajo sol y fuertes aguaceros, comunidades indígenas y de colonos, viajando por piragua, varias horas, por los ríos Chucunaque y Tuira.
A orillas del Chucunaque visitamos Peñita y Nuevo Vigía, y por el Tuira, llegamos a El Real, Chepigana y Aruza.
Descubrimos que miles de metros cúbicos de madera son sacados de manera ilegal de los bosques darienitas.
Por otro lado, según cifras oficiales de la ANAM, 4,825 metros cúbicos de madera han sido talados en Darién en lo que va del año a través de los denominados permisos comunitarios que otorgan las comunidades indígenas a los madereros a cambio de obras sociales en los pueblos.
No obstante, en muchos poblados los indígenas ven pasar las riquezas madera, sumidos en la miseria y las promesas no son cumplidas, y otros aún guardan la fe de que los madereros cumplirán lo prometido.

El proceso de deforestación en Centroamérica y Panamá comienza en los años 50 con la apertura agrícola y se evidencia más en la década de los 60, cuando se establece un programa de reforma agraria en todo el hemisferio, según Irving Díaz, presidente del Colegio de Ingenieros Forestales de Panamá.
A juicio del Ing. Díaz, desde ese entonces Darién ha sido visto como una provincia donde se puede ir a enriquecerse, extrayendo no sólo los productos de los bosques, sino acaparando tierras.
Las últimas reservas de árboles que son aprovechados para la madera se encuentran a varias horas adentro de la selva porque en las orillas de los ríos Tuira Chucunaque y en la carretera ya no existen bosques.
Según el Ing. Díaz, en Panamá existe un promedio de 1,200 especies de árboles, de los cuales unas 50 especies son aprovechadas para la madera.
La gran cantidad de especies de flora, así como una de fauna que posee Darién, muchas de las cuales tienen gran valor industrial y son esenciales para las necesidades de la vida moderna, le dan a los bosques de esta provincia suma importancia para el país.
Darién es considerado uno de los últimos “pulmones” naturales del hemisferio.

Aruza es una comunidad Wounaan de 41 chozas. La frialdad de sus fogones revela que el hambre ronda por allí.
Leis Plean Mombache hizo tocar la campana de la escuela para convocar a la ´población a que contara a los periodistas lo que sucede con la extracción de madera en la conmunidad.
Bernardino Carpio, dirigente de la comunidad, reveló que actualmente se extrae madera a dos horas a pie de Aruza por parte de unas supuestas concesiones que tienen los señores Geovanni De La Rosa y otro señor apodado “Chino” Mon.
Para corroborrar la extracción de madera, un grupo de indígenas nos acompañío dos horas adentro de la selva para descubrir el sitio donde son mutilados los cedros espino.
Un ensordecedor ruido. Pareciera que un monstruo andaba por la selva, pero ¡no!, se trataba de un tractor que arrastraba la caravana de la muerte de árboles ya convertidos en madera.
Luegco, descubrimos enormes trochas abiertas por los tractores. Caminamos una hora más y encontramos una docena de enormes tucas de más de 15 metros de largo y un patio que es utilizado como aserradero. Muy cerca, hay chozas que le sirven de guarida a los trabajadores. Hay más diesel para las máquinas que alimentos para los obreros.
Más lejos se escuchaba el sonido de las motosierras con las que derriban y despedazan los árboles. Había que caminar tres horas más para llegar hasta allá, cerca del Cerro Pirre.
Según el indígena Mombache, más de 175 tucas de cedro espino, valoradas entre B/.300 y B/.1,000.00 fueron sacadas del lugar el durante el verano.
Según el Ing. Raúl Gutiérrez, de la ANAM, la concesión que tenía el señor Mon en Aruza venció en 1999, por lo que puede tratarse de una extracción ilegal de madera.
Reveló que ordenaría a la dirección regional de Darién que envíe inspectores al área para investigar.
Explicó que como el área inaccesible y poco frecuentada por los inspectores, es un sitio propicio para la tala ilegal.
En El Real encontramos a unos hombres trabajando una madera que habían sacado de las comunidades de Guseca y La Olla.
El obrero Manuel Valencia comentó que la madera pertenecía al ex legislador Enrique Loré y al señor Asterio Ibargen.
La madera estaba siendo cortada para ser eniada a La Palma para un proyecto de construcción de letrinas de la legisladora Haydeé Milanés de Lay.
El Ing. Gutiérrez reveló que ordenaría una investigación sobre la procedencia de esta madera debido a que Ibargen y Loré no tienen concesiones.
La extracción ilegal ocurre porque sólo hay 17 guardabosques para Darién, advirtió el funcionario.
La ANAM cuenta con puestos de control en Cañita, Agua Fría, Tortí, Metetí y La Palma, informó.
No obstante, destacó que los contrabandistas encubren la madera debajo de las verduras en los camiones y también la sacan de noche por el mar.
Entre 250 y 300 camiones con tucas por mes salen de Darién, según organizaciones conservacionistas.

El Ing. Raúl Gutiérrez, de la ANAM, confirmó que la empresa Procesos Poliagrilícos S.A., realiza los estudios de impacto ambiental para una concesión de 7 mil hectáreas de bosques por 20 años en las comunidades de Pinogana, Aruza, Boca de Cupe y El Real.
La empresa ya realizó el inventario forestal y pronto iniciará el estudio de impacto ambiental en la región de la concesión, informó la ANAM.
La concesión para extraer madera mantiene divididas a las comunidades indígenas y de colonos. En reunión afectada el 29 de octubre del año pasado, la comunidad de Aruza rechazó la concesión, pero los pobladores de Pinogana la aprobaron.
La corregidora de Pinogana, Esperanza Ortíz, aseguró que la comunidad está a favor de la nueva concesión ya que la empresa les prometió reparar los servicios higiénicos de la escuela y la construcción de una cancha deportiva.
En Pinogana no funciona el acueducto y no hay puesto de salud, pero para la autoridad es más importante una cancha deportiva y la reparación de los servicios.
Los indígenas de Aruza señalaron que tienen mala experiencia con estos empresarios que sacan la madera porque no dejan nada, por ello se oponen a la nueva concesión.
No obstante, la ANAM defiende la concesión. El Ing. Raúl Gutiérrez lamentó que la población se oponga a una concesión que cumple con todos los requisitos forestales y legales mientras que no dicen nada por la extensión de la ganadería, que sí está causando daños ecológicos en la provincia.
Explicó que la empresa va a entrar con un programa de sello verde, que es un documento que emite un organismo especializado en el manejo ambiental y forestal, donde a través de evaluaciones a los recursos naturales se emite una certificación forestal que da fe de que el bosque está siendo aprovechado de manera sostenible sin alterar el ecosistema.

Los indígenas de Aruza son doblemente afectados: les extraen madera de manera sospechosa de sus bosques , no reciben beneficios económicos y les destruyen sus sembradíos.
Gáligo Ismare, presidente del Congreso Wounaan en Aruza, denunció que como esa comunidad está fuera de las comarcas, los madereros aducen que son tierras nacionales y por ende, los indios no tienen derecho a nada sino el Estado.
Debido a que quedan fuera de las comarcas, los Wounaan de Aruza no pueden reclamar derechos sobre las tierras donde se extrae madera, explicó el dirigente.
A pesar de que ANAM alega no conocer nada de la extracción de madera en Aruza, en octubre del año pasado el Congreso General de Tierras Colectivas Emberá y Wounaan solicitó al director de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), Ricardo Anguizola, la suspensión de la extracción de madera en la comunidad .
"Las autoridades nos dicen que no hay concesiones , sin embargo, se venden por unos reales para otorgar permisos", denunció Ismare.
"Nuestros niños no conocerán los bosques si se sigue sacando madera de esa forma ", denunció, por su parte, Luis Plean Membache.
Alirio, otro indígena, denunció que no pudo enviar este año a su hijo a la escuela a Panamá porque un tractor le destruyó todo su sembradío de ñame con el que pretendía ganar dos mil balboas para sufragar los gastos escolares.
Según los pobladores, desde 1970 hasta la fecha en Aruza han entrado nueve empresarios a extraer madera: Pablo Díaz, Santiago Quintana, Alcibiades De La Rosa, Jorge Diares, Geovanni De La Rosa, Cristóbal Mon, Emiliano Bristán, Germán Espinosa y Liewi Mon.

En Nuevo Vigía la situación es un poco diferente que en Aruza. Aquí tienen un permiso comunitario y lo negociaron con la empresa Maderas Nuevo Vigía a cambio de la construcción de cien viviendas.
Jerónimo Salazar, dirigente de la comunidad, departía un almuerzo con arroz, tajadas fritas y jamonilla en su choza, cuando manifestó que ellos aceptan que saquen la madera de sus bosques a cambio de obras porque la "necesidad nos obliga a hacerlo".
"La necesidad nos obliga a hacerlo aunque sabemos que no ganamos mucho", señaló el dirigente de la comunidad emberá de 80 familias .
Reconoció que a través de esos permisos comunitarios se malgastan sus recursos naturales, pero reiteró que tienen que hacerlo por necesidad debido a que el Gobierno no les "da nada".
"Si el Gobierno viniera a ayudarnos no tendríamos que negociar nuestra madera", aseguró el indígena .”Pedimos ayuda al legislador del circuito Sergio Tócamo, para reconstruir las viviendas, pero sólo envío 18 hojas de zinc”.
La empresa paga nueve centésimos por cada pie cúbico de madera extraído, de los cuales siete son para la comunidad y dos para los dirigentes del Congreso General Indígena, según explicó Salazar.

Rattán Singh, abogado y financista de origen indostán, es el intermediario de la empresa Maderas de Nuevo Vigía, que extrae madera de esa población.
Singh confirmó que por la extracción de 200 mil pie cúbicos de madera este año, la empresa pagó B/. 10 mil a los indígenas, dinero que debe ser utilizado por los dirigentes para construir las cien viviendas en esa población. El dinero es depositado en una cuenta del Banco Nacional de Panamá.
Precisó que queda pendiente un saldo de B/.3 mil, de los cuales hay que restar algunos adelantos de dinero que pidieron los indígenas durante la ejecución del proyecto.
También dijo que a petición de las autoridades se ha retenido la suma de dos centésuimos por cada pie cúbico de madera extraída para garantizar el programa de reforestación en el sector.
Destacó que debido a las irregularidades del pasado, ahora se ha convenido que madera sacada madera pagada en efectivo a los indígenas para que ellos se encarguen de realizar las obras sociales con esos recursos.
Indicó que el contrato por tres años con la comunidad de Nuevo Vigía incluye la extracción de dos millones de pies cúbicos de madera.
De acuerdo con el intermediario como el permiso comenzó a funcionar tarde, en marzo, no pudieron obtener los 800 mil pies cúbicos de madera estimados para este verano, por lo que la empresa casi no ha obtenido ganancias este año.
Singh manifestó que tratará de cambiar la mala imagen que tienen los madereros del lugar que no cumplen lo que prometen a los indígenas.
Negó que los madereros extraigan más madera de la pactada ya que los propios indígenas tienen sus medidores especializados y la empresa los suyos.

A orillas del Chucunaque se encuentra Peñita, una comunidad indígena de 157 familias.
Aquí hay una concesión para extraer 3 millones de pie cúbicos de madera: Le prometieron a la comunidad un desembolso de 5 mil balboas para reparar la carretera y la construcción de 100 viviendas.
La madera extraída de esta comunidad se encuentra en la entrada de Peñita en Canclón, pero las obras no se ven, dijo un morador de la comunidad.
Aquí la población vive en la pobreza y la desnutrición afecta seriamente a los niños, aseguró la maestra del pueblo.
Presuntamente el concesionario de la madera en este poblado es el señor Juan Varela, un empresario que vive en Tortí, dijeron residentes de la comunidad.
En otra comunidad indígena, en Bajo Chiquito, a orillas del Chucunaque, se repite el mismo drama de los otros pueblos, la madera ya ha sido extraída y hay quejas de la comunidad de que las obras sociales no se han realizado.
En esta comunidad el señor Juan Varela tiene la concesión para extraer la madera. La comunidad espera el pago de B/.10 mil para construir las obras sociales.
El Panamá América visitó la residencia de Juan Varela en Tortí, pero su esposa dijo que estaba en Panamá. También se dejaron varios mensajes en el celular, pero no respondió.
La ANAM, a través del Ing. Gutiérrez, confirmó que el año pasado la comunidad de Bajo Chiquito fue multada con B/.5 mil por no cumplir con el programa de reforestación.
Explicó que en los permisos comunitarios la responsabilidad de la reforestación recae en la comunidad porque a los intermediarios no se les incluye en esas tareas dentro de los contratos que se firman.
La comunidad de Tortuga tiene permiso comunitario y allí extrae madera la empresa Selloro S.A.; y en el poblado de Puente la empresa del señor Julio León Solís tiene otro contrato, según informo William Barrigon, administrador General del Congreso de la Comarca Emberá.
En Nuevo Vigía el contrato es con la empresa Madera Nuevo Vigía, cuyo representante legal es Rattán Singh, agregó.
Informó que en Villa Caleta se tramitó un permiso comunitario, pero éste no salió a tiempo para extraer madera en el pasado verano.

La ANAM sostiene que los indígenas no han aprovechado el sentido de lo que se buscaba con los permisos comunitarios porque solo han pensado” en el dinero”.
El Ing. Raúl Gutiérrez, lamentó que los aborígenes no hayan aprovechado el objetivo de esas autorizaciones, que era que ellos se inmiscuyerán en el aprovechamiento forestal de sus bosques.
"Pero estos indígenas qué es lo quieren.. quieren recibir dinero de manera cómoda y contratan una empresa para que extraigan la madera", lamentó Gutiérrez.
Otro problema es que los indígenas no son buenos en gestión comunitaria y no saben administrar el dinero, dijo.
Señaló que la ANAM ha planteado a los indígenas que vendan la madera con valor agregado, en bloques, tablas, aserradas para que ganen más, pero que sean ellos los que la trabajen.
"Ellos no quieren trabajar lamentablemente, quieren trabajar arriba del tractor", sostuvo Gutiérrez.

Por otro lado, el Ing. Forestal Dimas Arcia manifestó que es posible acercar los permisos comunitarios a la realidad, siempre y cuando la autoridad defina una política concreta y clara sobre un programa de bosques comunitarios en la región.
Denunció que los permisos comunitarios como están concebidos, tienen sus contradicciones porque aunque las comunidades se pueden adaptar a los bosques, no están preparadas forestalmente para manejarlos.
Manifestó que está situación complica la supervisión y control de la ANAM, permitiendo irregularidades durante el proceso porque no se logra ni la sostenibilidad del bosque ni el desarrollo de las comunidades.
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