Humanidad
Todos tenemos un horizonte que abrazar
... quizás tengamos que hacernos más autocrítica entre nosotros, cuando menos para mostrar ese cambio en el destino armónico de la humanidad. Hoy en día, por desgracia, faltan liderazgos que nos unan y reúnan como una piña.
- Víctor Corcoba Herrero
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- - Actualizado: 18/10/2020 - 01:55 pm
Todos tenemos un horizonte que abrazar, un camino que recorrer y un andar que no puede desembocar en la arrogancia; pues, por sí mismos nada podemos hacer. De siempre las personas mayores han desempeñado un papel importante en la sociedad como orientadores.
Sin duda, la experiencia del caminante es la mejor cátedra viviente, no los descartemos. También los jóvenes cuentan con un estado de ánimo y con una fortaleza soñadora, verdaderamente necesaria, a los que no se les puede cortar las alas tampoco.
Asimismo; los mismos niños con ser niños, de igual forma nos enseñan lecciones de humanidad y de ternura imborrables, que realmente nos entusiasman y nos impiden envejecer. Efectivamente, hace tiempo que yo mismo me he propuesto desdibujar el número naciente y cultivar mejor el corazón, para crecer en vida.
La siembra ha de hacerse conjunta y ha de rehacerse cada día, lo que requiere escucharnos más, respetarnos siempre y considerarnos familia. No tiene sentido rebelarse, ansiar la independencia, mostrarse ingrato, celebrar la emancipación del soberbio, tener envidia del análogo que nos acompaña; ya que todos estos son vicios de difícil curación, muy extendidos entre los moradores y sin analgésico para calmarnos.
Desde luego, si en verdad queremos volver al sosiego, quizás tengamos que hacernos más autocrítica entre nosotros, cuando menos para mostrar ese cambio en el destino armónico de la humanidad. Hoy en día, por desgracia, faltan liderazgos que nos unan y reúnan como una piña.
Precisamente, el día que aprendamos a compartir estos progresos, sobre todo el de donarse a los demás, el de tener el alma abierta para requerir y atender consejos, terminando con esta nefasta actitud de suficiencia, habremos alcanzado esa paz que todos nos merecemos, como seres de vida y no de muerte.
A propósito, cuesta entender que más de cien agencias de asistencia a refugiados nos llamen a que se incluya a estas personas en las redes de protección social y a que les brinden servicios para enfrentar la pandemia del coronavirus.
¿Dónde ha quedado nuestra humanidad? Puede que necesitemos otro espíritu más valiente, ante la desbordante multitud de príncipes de las tinieblas que nos acorralan, pero esto siempre fue así, la lucha cotidiana contra la mundanidad jamás ha cesado, lo importante es permanecer firmes a la verdad y en guardia como auténticos poetas. Lo auténtico, al final, siempre nos embellecerá y acabará por esclarecer la oscuridad.
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Quitemos, por tanto, las flechas que nos envenenan y proporcionemos la mejor de las sonrisas que nos arrojan en la noche las amapolas celestes. Sin duda, para ello, hemos de querer ser poesía, en absoluto poder.
Escritor.
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