El "sumo a la argentina" triunfa en Buenos Aires
- REDACCION
Mientras el tango se afianza como un baile popular en Japón, en Buenos Aires cada vez son más los que se atreven a practicar la milenaria lucha del sumo, adaptándola a un "estilo argentino" al que acuden pocos obesos e incluso mujeres.
El sumo llegó a Argentina en 1985, con tan sólo cuatro luchadores que ascendieron, tras años de tesón, hasta la treintena de practicantes actuales, todos ellos en Buenos Aires, en una cifra inferior a la de países vecinos como Brasil y Paraguay y a años luz de los millones de deportistas japoneses.
"Queremos que cada vez más argentinos practiquen sumo, sobre todo los jóvenes y también mujeres", explicó a Efe Hernán Fiorito, secretario de la Asociación Buenos Aires Sumo, creada en abril de 2009 por un grupo de amigos y que cuenta con 14 luchadores, con un promedio de 25 años.
Los deportistas, entre ellos una mujer, entrenan cada miércoles y sábado en un gimnasio del barrio porteño de Constitución con el objetivo de preparase para competir en torneos internacionales, como el próximo Mundial y la Copa Sudamericana.
Al contrario de lo imaginado, los luchadores no son ni tan agresivos ni tan obesos, con pesos que oscilan entre los 80 y los 160 kilos.
Uno de los participantes, Federico Germán, apuesta por alejar el sumo de la "rígida tradición japonesa", donde está muy jerarquizado e íntimamente relacionado con la religión sintoísta, y acercarlo a la "realidad argentina".
"Aquí practicamos sumo amateur, es más ameno, nos damos golpes, pero después seguimos siendo amigos que se van a tomar un asado después del entreno", comentó Germán, ataviado con un "mawashi", el cinturón distintivo de la disciplina.
Golpes ligeros como los que recibe con cautela Florencia Legisamon, la única mujer de la asociación, que descubrió por "curiosidad" el sumo dos años atrás gracias a la insistencia de un amigo.
Reacia a hacer activismo de su causa, invita a otras mujeres a practicar este deporte, que, aseguró, le permite "desconectar y descargar todo el cansancio del día".
"Es un desafío porque es algo diferente que nunca hubiese hecho en mi vida. Igual que hay chicas que practican hockey, baloncesto o boxeo, puede haber luchadoras de sumo", reflexionó Legisamon, que ha competido contra otras mujeres.
Tres luchadores de Buenos Aires Sumo compitieron en el último torneo de Milán (Italia), uno de los más prestigiosos de Europa, y quedaron en tercer puesto en la categoría de equipos.
Uno de ellos, Rodrigo Menehem, afronta con ilusión la posibilidad de que seis de sus compañeros viajen junto a él a la próxima edición del certamen italiano, pese a tener que costearse por su cuenta el desplazamiento ante la ausencia de una federación nacional.
Menehem, que compitió en varios Sudamericanos y en el Mundial de Estonia 2008 donde quedó en el undécimo puesto, "tiene ganas" de enfrentarse a los favoritos para llevarse la cita de Milán, que suelen ser luchadores de Europa del Este ante la ausencia de deportistas japoneses.
Para ir calentando motores, la asociación ha organizado un torneo amistoso a finales de noviembre en el jardín japonés de Buenos Aires, un marco inmejorable abierto a cualquiera y donde se impartirán clases para principiantes.
Entretanto, estos amigos seguirán practicando sumo dos veces por semana esperando que algún deportista de rugby, kárate o taekwondo se anime a probar en Buenos Aires el deporte nacional de Japón, que gana quien empuje a su oponente hasta que toque el suelo con una parte de su cuerpo distinta a las plantas de los pies o hasta sacarlo del círculo de 4,55 metros de diámetro.
Joan Faus
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