“Sontag” muestra el lado privado de una imagen pública
Es un relato episódico de una vida y una obra crítica que se entrecruza con sucesos históricos del siglo 20, desde la Guerra de Vietnam hasta la caída del Muro de Berlín, el surgimiento del sida y el sitio de Sarajevo.
- Nina Siegal
- - Publicado: 09/10/2019 - 03:00 pm
UTRECHT, Holanda — Cuando se le preguntaba por qué era más conocida, Susan Sontag, la intelectual pública, escritora y activista política del siglo 20, a menudo le decía a la gente, con un dejo de ironía: por el mechón de canas de su cabello oscuro.
Sontag, que por lo general no era afecta a minimizar sus logros literarios, tal vez tenía razón en eso. Se volvió más famosa por su imagen pública —lo que al biógrafo Benjamin Moser le gusta llamar “Susan Sontag entre comillas”— que por su impresionante legado de obras escritas.
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Moser pasó siete años escribiendo “Sontag”, un tomo de 800 páginas publicado en septiembre que traza el arco de su vida desde la precoz Susan Lee Rosenblatt hasta el símbolo cultural abreviado.
El autor extrae las fuerzas trágicas, cómicas y complejas que crearon a Sontag, el ícono. Mientras se sometía a su primer tratamiento de quimioterapia contra el cáncer en 1975 (enfermedad por la que finalmente moriría en el 2004, a los 71 años), Sontag encaneció totalmente.
Su madre, Mildred, reclutó a un amigo estilista como parte de “su campaña eterna para acicalar a su hija —‘hacer que Susan se vista mejor, que use maquillaje’”, escribe Moser. El estilista tiñó de negro toda la cabellera de Sontag, menos un mechón. El resultado se volvió emblemático de Sontag.
“Sontag” es un trayecto episódico de una vida y una obra crítica que se entrecruza con sucesos históricos del siglo 20, desde la Guerra de Vietnam hasta la caída del Muro de Berlín, el surgimiento del sida y el sitio de Sarajevo.
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Moser explora la infancia de Sontag; su matrimonio y maternidad en la juventud; sus famosos romances, con Robert Kennedy, el artista Jasper Johns, la dramaturga María Irene Fornés y la coreógrafa Lucinda Childs; así como sus luchas para conservar una conexión con aquellos a los que amaba, como su hijo David Rieff, y la fotógrafa Annie Leibovitz, con quien sostuvo una relación a largo plazo que a menudo negaba.
Los herederos de Sontag dieron a Moser acceso a sus archivos en la Universidad de California en Los Ángeles, que incluyen diarios, miles de cartas, fotografías familiares y borradores de manuscritos.
Judith Zwick, hermana de Sontag, dijo, “Ben intentó hacer algo completo y algo muy verdadero”.
Moser da crédito a Sontag como la verdadera autora de “Freud. La Mente de un Moralista”, la trascendental obra de Philip Rieff, con quien se casó a los 17 años. Moser cita una carta a Zwick en la que Sontag describe su trabajo para Rieff: “Él corrige lo que yo he escrito + lo presenta bajo su propio nombre. En otras palabras, ¡soy una escritora fantasma!”. (Moser argumenta que Sontag cedió los derechos sobre la autoría del libro a cambio de la custodia de su hijo en el divorcio de la pareja).
Leibovitz no había hablado en público sobre su relación con Sontag, que era dominante y crítica hacia ella, una dinámica que parece haber sido desgarradora para todos menos para Leibovitz. “Te das cuenta de que sencillamente amaba a Susan, y quiero decir, de verdad lo sientes cuando estás con ella”, indicó Moser.
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El biógrafo se siente fascinado por la dicotomía entre la Sontag pública, aparentemente imperturbable, y la mujer privada cuya “incapacidad para la vida diaria era insoportable para ella y para otros”. Él explora eso, así como lo consciente que estaba ella de lo mucho que tenía que esforzarse para sostener a la Sontag que la gente quería que fuera.
De acuerdo con el agente literario Andrew Wylie, “ella pedía ayuda de forma explícita con la cuestión de ‘Sontag como metáfora’”, escribe Moser en el libro. “Necesitaba, en otras palabras, delegar las exigencias de su papel público para poder concentrarse en su escritura. ‘Moría’ por trabajar en una novela, ‘pero no puedo por este asunto de Susan Sontag’”.
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