Camarón que se duerme...
Ello por un lado evidencia la sagacidad, esmero y calidad colombiana ingeniosamente arrebatándonos el mandado.
Jaime Figueroa Navarro.
La noticia que debiese ser de mayor trascendencia en el istmo la semana pasada es que el puerto del caribe colombiano en la ciudad de Cartagena es el quinto en el mundo en movimiento de contenedores de un total de 338 evaluados, mientras los nuestros de Balboa, Colón y Cristóbal ocupan las posiciones 76, 81 y 305 comparativamente.
Ello por un lado evidencia la sagacidad, esmero y calidad colombiana ingeniosamente arrebatándonos el mandado. Y por el otro la muda incapacidad de nuestros gobernantes que se jactan de cacarear quijotescas hazañas, escupiendo al aire pachotadas mientras nuestros vecinos con sus acciones y clarividencia brillan por su desvelo, a pesar de no poseer un Canal de Panamá que poco hemos sabido fructificar.
La mediocridad se ve reflejada en la totalidad de nuestras acciones, donde el termómetro político peca por la ausencia de auténticos administradores de la cosa pública, en su lugar reemplazada por la medioeval repartidera de jamones baratos a cambio del voto de un inexplicablemente incompetente electorado, que comparte la culpa de nuestro repugnante quehacer.
Por su muy privilegiada situación geográfica un Panamá sesudamente capitaneado debiese ostentar puertos jerárquicamente entre los primeros 10 del mundo y en este rubro debiesen enfocarse los planes de desarrollo marítimo presentados por los diversos candidatos a la presidencia, con una amplia visión que permita simultáneamente el perfeccionamiento del quehacer náutico.
Los risibles muelles de cruceros istmeños debiesen ser reemplazados por obras de arte que ostenten el verdor y atractivo que nos colocan como el primer destino de preferencia de cruceristas a nivel mundial. Aprovechando la ignominiosa ceguera del gobernador de Florida, Ron DeSantis, en su imbécil lucha contra Disney, las riberas del lago Gatún bien pudiesen servir como sede de Disney World, integrando su valía con la implementación de un genuino "home port" que bien pudiese competir con Miami, captando múltiples aerolíneas que metamorfoseen Tocumen.
Se trata, entonces, de voltear la torta del atractivo de transitar el Canal de Panamá hacia verdaderamente turistear nuestro destino. Ello también exige un cambio de actitud, un dinámico viraje en nuestro negocio aeroportuario. El esfuerzo que hace Copa con su venta de Tocumen como "Hub de las Américas" se lo lleva al traste la pésima visión de la administración del aeródromo con detallitos como la inhabilitación de wifi gratuito a sus usuarios, que en plurales casos deben hacer escalas de varias horas. En el aeropuerto de Miami, como ejemplo, el servicio de wifi gratuito se oferta con publicidad, sin limitante de tiempo y los negocios, restaurantes y bares brindan, a la par, esa primordial cortesía. Pormenores pendejos, pero harto importantes para sus clientes.
Tanto por hacer en nuestro empeño turístico, flaqueado por falta de visión y creatividad en su liderazgo, cuya meta debiese ser multiplicar el número de visitantes durante el próximo quinquenio, de la flácida e inflada cifra de dos hacia diez millones de turistas anuales, tema que nos pondría a la par con la República Dominicana, que no tiene ni un canal, ni un verdor como el nuestro. Ello bien se podría lograr si dotamos de vigor al empeño y aceptamos el reto, porque aquí lo que hace falta, teniéndolo todo, es ponernos las pilas en lugar de lánguidamente dormitar como le hemos hecho con nuestros puertos.
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