¿Cómo la Virgen María, virgen pudo quedar?
Publicado 2000/12/08 00:00:00
De los montes capireños más recónditos que usted se pueda imaginar, llegaba a la Escuela de Llano Santísimo de Villa Rosario un campesino notorio por sus camisas blancas, hechas de tela de saco de harina, el pelo engominado con manteca de corozo de palma Pacora "alolá", descalzo y con los pantalones doblados hasta las rodillas. "Pata de Jengibre" le decíamos todos.
Pata de Jengibre, ponía en aprietos a la única maestra, pues todas las semanas amanecía con alguna interrogante extraordinaria que dejaba atónitos al salón, a los perros que dormitaban en la puerta de la escuela y a la propia gente del pueblo, que como no tenían nada que hacer, se apersonaban a preguntar bajo la llovizna o el sol con qué locura se había salido el muchacho de Polanco.
Al estudiante de Polanco nadie le pudo decir cuántos ángeles había en el cielo ni quién y ni cómo se llamó la mamá del Diablo, así como tampoco cuáles iban a ser los bienes terrenales del hombre que lo llevarían a su extinción.
Los cuentos de este muchacho siempre gravitaron en historias muy extrañas, como aquella de la quebrada que había en Cermeño, en donde bajaban cientos de culebras a tomar agua, a una hora exacta en las tardecitas.
Pata de Jengibre ocasionó una vez, que ninguna muchacha en el pueblo visitara las fiestas y los bailes de Capira, porque contó una historia de unas brujas que se empandillaban, no sólo para hacer daño a los sembrados, sino para enfiestarse con el Diablo e ir a los bailes a dar brinquitos de bailarinas.
Pero un lunes dicembrino, le trajeron a otro cuentero, dos años menor que él. Con cara de chivo natural y movimientos de chispa y ojos de candela. El "pelao", venía de las Ollas Arriba, con la reputación y el crédito de su corta edad, ser el mejor rezador de velorios de toda la montaña.
El pelao ni dejó que la maestra terminara de recibir los buenos días, cuando a pie juntillas le preguntó a Pata de Jengibre: "Dígame, si usted sabe tanto, ¿cómo la Virgen María, pariendo, virgen pudo quedar? Pata de Jengibre, sin cara de sorprendido se levantó y le dijo: Tira una piedra en un charco quieto, puro y cristalino, se abre y se cierra, así la Virgen María pariendo, Virgen pudo quedar.
No habían terminado de revivir a la maestra de su desmayo al escuchar semejante porfía, cuando se escuchó en el Cielo un estruendo y desgarro enorme. ¿Qué había sido?... Que una de las ramas del árbol del cuipo que estaba a un kilómetro de la escuela se había desprendido y aplastado al caballo en donde había venido el pelao de Ollas Arriba.
Pata de Jengibre, ponía en aprietos a la única maestra, pues todas las semanas amanecía con alguna interrogante extraordinaria que dejaba atónitos al salón, a los perros que dormitaban en la puerta de la escuela y a la propia gente del pueblo, que como no tenían nada que hacer, se apersonaban a preguntar bajo la llovizna o el sol con qué locura se había salido el muchacho de Polanco.
Al estudiante de Polanco nadie le pudo decir cuántos ángeles había en el cielo ni quién y ni cómo se llamó la mamá del Diablo, así como tampoco cuáles iban a ser los bienes terrenales del hombre que lo llevarían a su extinción.
Los cuentos de este muchacho siempre gravitaron en historias muy extrañas, como aquella de la quebrada que había en Cermeño, en donde bajaban cientos de culebras a tomar agua, a una hora exacta en las tardecitas.
Pata de Jengibre ocasionó una vez, que ninguna muchacha en el pueblo visitara las fiestas y los bailes de Capira, porque contó una historia de unas brujas que se empandillaban, no sólo para hacer daño a los sembrados, sino para enfiestarse con el Diablo e ir a los bailes a dar brinquitos de bailarinas.
Pero un lunes dicembrino, le trajeron a otro cuentero, dos años menor que él. Con cara de chivo natural y movimientos de chispa y ojos de candela. El "pelao", venía de las Ollas Arriba, con la reputación y el crédito de su corta edad, ser el mejor rezador de velorios de toda la montaña.
El pelao ni dejó que la maestra terminara de recibir los buenos días, cuando a pie juntillas le preguntó a Pata de Jengibre: "Dígame, si usted sabe tanto, ¿cómo la Virgen María, pariendo, virgen pudo quedar? Pata de Jengibre, sin cara de sorprendido se levantó y le dijo: Tira una piedra en un charco quieto, puro y cristalino, se abre y se cierra, así la Virgen María pariendo, Virgen pudo quedar.
No habían terminado de revivir a la maestra de su desmayo al escuchar semejante porfía, cuando se escuchó en el Cielo un estruendo y desgarro enorme. ¿Qué había sido?... Que una de las ramas del árbol del cuipo que estaba a un kilómetro de la escuela se había desprendido y aplastado al caballo en donde había venido el pelao de Ollas Arriba.
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