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El Principio de Autoridad
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"En el principio fue el caos", dice el Génesis.Desde el momento en que se creó el mundo la lucha por imponer el orden frente al caos ha sido un tarea divina delegada a la humanidad.Esta delegación es una oportunidad para que el hombre se acerque a su Creador, quien nos dice habernos hecho a su imagen y semejanza.Lamentablemente, el hombre no siempre ha buscado el orden dentro de los parámetros establecidos por la divinidad.Muchas veces la excusa de la falta de orden ha servido para denigrar la dignidad humana de miles y millones de personas.Todas las ideologías y sistemas políticos a lo largo de la historia humana han planteado alguna forma de orden social.Algunos dirán que la excepción sería el anarquismo.Si embargo, incluso, el anarquismo plantea un orden social, su diferencia con los demás sistemas está en que éste sería uno con ausencia del poder público, ya que cada quien se autogobernaría y limitaría su accionar espontáneamente al enfrentarse al derecho de un tercero.Lo ilusorio que parezca un sistema no ha evitado que haya quienes crean en él y lo sigan.En algunos casos la propuesta ha sido benigna y en otros casos ha sido perversa, pero la gran búsqueda del orden social ha sido una constante en la humanidad.Dentro de los sistemas que funcionan, hay un principio que es indispensable, el "Principio de Autoridad".Gústenos o no, y a pesar de que los occidentales nos declaremos iguales ante la Ley, los sistemas requieren de estructuras jerárquicas para funcionar correctamente.Mientras no logremos el mundo idealizado de los anarquistas, se requerirá del Principio de Autoridad.Éste es tan importante en el Estado como en la familia.Un país donde, sin consecuencias, cualquiera puede cerrar una avenida como protesta por algún interés particular, un estudiante pueda abalear a un maestro porque no le gustó su llamado de atención, donde un grupo enardecido puede rociar a un policía con gasolina y no poder incendiarlo sólo por falta de cerillos, o donde una madre sea encarcelada por abofetear a un hijo que le hurtó dinero de su cartera, es un país que camina al caos.Si ni el Señor inició su creación mientras hubiera caos, mal podríamos los humanos construir un futuro de prosperidad para nuestras sociedades si irrespetamos el Principio de Autoridad y damos pie al caos.El respeto a este principio es una garantía frente a la disolución social, la ineficiencia, la ineficacia y el desperdicio.Así como es indispensable para la sociedad y para la familia lo es para cualquier organización humana, sea cultural, educativa, deportiva benéfica o empresarial.Si no hay orden no se puede construir un proyecto coherente.Si no hay una jerarquía bien definida con las atribuciones de cada nivel y cargo debidamente identificadas y cumplidamente respetadas, las personas que pertenecen a esa organización serán víctimas de la confusión y la perplejidad.Un equipo humano en esa situación difícilmente podrá lograr los objetivos comunes y se agotará en interminables discusiones o "búsquedas de consenso".Llega un momento en donde quien tiene la autoridad tiene que decidir el qué hacer y ver que se haga.Sólo si construimos un orden social legítimo, coherente y eficaz donde se respete el Principio de Autoridad podremos lograr nuestros objetivos.