Panamá
El Reverdecer del Turismo
Al acercarme al despacho de Inmigración, gestando la entrega del pasaporte para su revisado, el agente me reniega el ademan, indicándome en su lugar que me remueva la mascarilla y observe la cámara frente a él. Ojeando su pantalla, su sistema refleja con lujo de detalles todos mis pormenores.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Actualizado: 18/7/2022 - 12:00 am
A Dios gracias me encontraba fuera del istmo durante las recientes protestas, lo que me permitió zambullirme en otras aguas y burbujear las nuevas tendencias del mercado.
Mientras en la Terminal 1 de Tocumen permea el problema de un aire acondicionado central defectuoso ("en permanente reparación"), al estacionar la aeronave en una muy lejana manga del vestíbulo E del siempre novedoso aeropuerto de Miami, se topa uno con un monorriel que le traslada cómoda y expeditamente a Inmigración y Aduanas en un ambiente muy placentero a pesar de la ola de calor que ha invadido a Norteamérica durante este verano boreal.
Al acercarme al despacho de Inmigración, gestando la entrega del pasaporte para su revisado, el agente me reniega el ademan, indicándome en su lugar que me remueva la mascarilla y observe la cámara frente a él. Ojeando su pantalla, su sistema refleja con lujo de detalles todos mis pormenores. Me dice entonces, "Jaime ¿cuál es su fecha de nacimiento?". Al responderle, indaga "¿nada que declarar?". A la negativa, me dice "pase". Todo el proceso se desenvolvió en menos de un minuto.
En espera de mi equipaje en la sección de Aduanas, estupefacto aun por lo recién ocurrido, reflejo sobre lo acaecido y como la tecnología ha logrado agilizar la tediosa espera tradicional en las filas de inmigración de los aeropuertos del mundo. Al recoger mi maleta del carrusel, ya esta ha pasado por un sistema de detección de substancias ilícitas saliendo del recinto aduanal sin mayor retraso. Revuelvo la mirada y reflexiono como todos estos maravillosos cambios se implementaran en nuestro medio donde la terminal 2 del aeropuerto de Tocumen demoro más de una década en su construcción y la terminal 1, donde ahora aterrizan y despegan todas las aerolíneas internacionales, la administración aun no resuelve los temas del aire acondicionado ni de la disponibilidad de papel higiénico en los inodoros. "Es que los turistas le hurtan", fue la respuesta que me facilito un colaborador.
Ya cercanos a la consumación, esperemos, de la epidemia de Covid-19, la demanda por viajar se encuentra en una etapa de efervescencia plena. Posterior al encierro, la gente está ansiosa por viajar. El fin de semana pasado en la celebración del día de independencia de Estados Unidos, se vivió el mayor flujo de tráfico aéreo en su historia, reinando el caos por la falta de suficientes pilotos y tripulantes, obligando a las mayores aerolíneas norteamericanas a cancelar un sinnúmero de vuelos permanentemente. Todo ello a pesar de los ridículos aumentos en los pasajes que las aerolíneas atribuyen al alza del combustible.
Amén que el dólar, resultado del aumento de las tasas de interés, se encuentra a su nivel más elevado desde inicios de siglo en relación al euro, en algunos caso equiparándose con la moneda europea, haciendo la travesía transatlántica aun más interesante por el significativo ahorro en gastos de estadía, alimentos y actividades turísticas.
Extendiendo la lupa a los cambios y ahorros, podemos ver como la ciudad de Seattle, en el estado de Washington, importante centro de acoplo de cruceros ha mejorado el transporte desde el aeropuerto de Seattle-Tacoma a los puertos de cruceros (son tres, dependiendo de la línea de cruceros en que viaja), a los millones de pasajeros que le visitan anualmente, incluyendo la línea de tren conocida como tren de enlace liviano (Link Light Rail) que permite la opción de desplazamiento desde el aeropuerto al muelle correspondiente por 3 dólares en un tiempo de 20 a 30 minutos, dependiendo del muelle correspondiente, agilizando no solamente el costo sino el tiempo de desplazamiento.
Este tipo de sinergia logística es cada vez más evidente en un mundo donde el transporte vial se dificulta por los constantes tranques e inesperados retrasos en nuestras ciudades del siglo XXI.
Panamá goza de envidiables atractivos y de mayor número de cabezas huecas para resaltarles. El tema de turismo se cierne, por ejemplo, sobre la disponibilidad de habitaciones de hotel disponibles. La recién promulgada Ley 314 de incentivos fiscales al turismo resulta un total disparate que beneficia a un puñado de allegados al gobierno de turno y en nada multiplica la
mediocre cifra de visitantes anuales, cuando aquí lo que se necesita es un administrador del aeropuerto que le camine de cabo a rabo diariamente, no solamente eliminando las carencias
del papel higiénico y del sistema de aire acondicionado, sino implementando el progreso que se respira en los aeródromos allende.
A falta de magnetos al turismo en un país que todo lo tiene pero nada resalta, captarán el importante aumento de visitantes los otros destinos regionales mientras aquí cunde el caos, las protestas, el desgobierno y el juega vivo de los corsarios de siempre. ¡Qué triste pena, que desairada realidad!
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