opinion
El Viernes Negro en Chiriquí
Bertilo Mejía Ortega - Publicado:
Un día como hoy, pero en las postrimerías del los años 80, el pueblo chiricano, con su natural vocación democrática y civilista, empuñó la emblemática bandera blanca, para con el grito: “Democracia, Justicia y Libertad”, salir a las calles davideñas atendiendo el llamado de la “Cruzada Civilista Nacional”.Aquel 10 de julio se vistió de blanco la plaza Miguel De Cervantes Saavedra, mudo testigo de las inquietudes populares, y del paso efímero de muchísimos líderes estudiantiles, gremiales, obreros y políticos que, cuando las circunstancias lo demandaron, cumplieron su rol de intérpretes de ineludibles retos de incidencia regional y nacional.Pocos, muy pocos, fueron los comprovincianos que no acudieron a la cita, ya que de todos los distritos de la occidental provincia concurrieron nutridas delegaciones que reafirmaron su disposición de seguir luchando hasta que el corrupto y opresor régimen militar se alejara del poder mal habido.Recuerdo haber arribado a la plaza De Cervantes aproximadamente a las 3:00 de la tarde de aquel viernes de julio, momento en que, junto a otros líderes de la CCN, capítulo de Chiriquí, encabezados por Miguel Angel Brenes Candanedo, nos dirigimos con la multitud hacia el monumento a Nuestra Sra.De La Concepción, en la avenida Obaldía, siendo interceptados por un comando de las Fuerzas de Defensa en las inmediaciones de la avenida primera oeste.La intervención de la fuerza armada al mando de un Teniente trató de reprimir a los manifestantes, quienes hábilmente nos refugiamos donde pudimos, mientras otros llegaban al destino pretendido, a velocidad indescriptible, utilizando vías alternas.No obstante, la brutalidad policial se puso de manifiesto, y fueron muchos los heridos, golpeados y detenidos.Frente a la residencia de un entonces oficial de apellido Del Cid, una bala atravesó el cuerpo de un humilde ciudadano oriundo del corregimiento de Las Lomas, que en tono marcado se expresaba contra la corrupta tiranía que carcomía los cimientos de la decencia, la equidad, la libertad y los más elementales derechos del ciudadano, así como el honor mismo de la República.La juventud civilista enardecida se tomó lo que, en honor a aquella gesta, constituye hoy la “Avenida de la Libertad”, donde quemó llantas, lanzó arengas y reiteró el irrenunciable compromiso de seguir luchando por los nobles ideales que inspiraron a aquel movimiento nacional.Mientras esto ocurría las residencias de algunos de los que encabezábamos el movimiento eran atacadas con bombas lacrimógenas e incendiarias.Los líderes éramos minuciosamente buscados por agentes del G-2, organismo represor de la dictadura, y a quienes algunos dirigentes observábamos desde un estratégico refugio que impidió que descabezaran la manifestación civilista.La meta fue alcanzada, y aunque con serias secuelas por efectos de los gases lacrimógenos, los perdigones, las amenazas, manguerazos y detenciones, todos quedamos satisfechos de la heroica jornada.Nuestra eterna gratitud a los valientes que nos acompañaron en el escabroso camino hacia la democracia y a la libertad.¡Siempre con y por Panamá!