Francia, España y Andorra en otoño
Francia, España y Andorra en otoño
Si existe un rincón de Europa que centellea brillantemente en otoño, es el eje formado por Francia, España y Andorra. Tres países colindantes, marcados por increíbles paisajes y una cálida cultura, pero muy diversos entre sí. Viajar por esta zona en otoño es disfrutar su gastronomía de temporada y ciudades que recuperan su ritmo local posterior a un brioso verano.
El otoño francés goza de un espectro cinematográfico. La luz es más tenue, las zonas más alargadas y sus colores parecen concebido de una paleta de acuarela. Si te gusta combinar buenos paisajes con buena comida, no existe mejor destino.
París la víspera tiene su encanto particular: terrazas tranquilas, parques rojizos y el Sena reflejando hojas caídas. Es esta temporada en que los parisinos recuperan su ciudad posterior al veraniego tropel de visitantes y se puede disfrutar sin estrés.
España, por otro lado, se siente como una amable prolongación del verano, pero con lo mejor del invierno por venir. En la época de los turrones, la vida sigue en la calle, pero sin el calor extremo ni el turismo masivo. Ideal para explorar, tapear y simplemente disfrutar.
Particularmente, Madrid disfruta de días luminosos y noches frescas que convidan a saborear su gastronomía, visitar sus museos y deambular interminablemente sus históricas callejuelas.
Hacia el sur, Barcelona, Málaga y Sevilla alcanzan su clima ideal: 25 grados por el día, ambiente relajado y monumentos sin colas infernales. Además, resulta época de setas, caza, vinos jóvenes, castañas asadas y una vida cultural plena de eventos, ferias y festivales.
Andorra es el destino perfecto entre Francia y España. Ubicada en la cúspide de los Pirineos, en otoño se convierte en un paraíso para los amantes del aire fresco y la oportunidad de retornar a la infancia disfrutando una escaramuza de bolas de nieve. Los valles se cubren de dorados, sus bosques de tonos rojizos y los lagos glaciales reflejan un cielo limpio y frío. Es un país pequeño, sí, pero con una naturaleza gigante que en otoño se degusta con calma.
Francia, España y Andorra forman un triángulo viajero fácil de recorrer y especialmente atractivo en otoño. Es por ello por lo que les seleccionamos para el inicio de nuestro quijoteo de fin de año.
El jueves por la noche, en la compañía de nuestro compadre Armando y su suspirar Gloria, surcaremos los cielos del Atlántico rumbo a París saboreando su aperitivo a bordo de la aeronave de Air France. Escogimos un hotel cercano a la torre Eiffel. En el camino, disfrutaremos los comercios de la particular calle Cler, alejado de los señuelos turísticos donde los locales efectúan sus compras de mercados, atravesando la avenida Suffren donde nos alumbra la bandera istmeña que ondea sublimemente desde la Embajada de Panamá, disfrutando los manjares parisinos, la sublime sopa de cebolla del restaurante Au Pied de Cochon, coronada como la mejor del mundo y las delicias cárnicas de Le Relais de l'Entrecote anterior a nuestro desplazamiento a Madrid.
En la capital ibérica, saboreamos los deleites de su gastronomía en el Museo del Jamón y tapeos en diminutas tabernas plenas de madrileños sorprendidos por nuestro hablar tropical. Desde allí nos desplazamos a Barcelona a bordo del vagón de primera del tren de alta velocidad que nos permite el disfrute de la campiña española anterior a nuestra visita a la prácticamente finiquitada Basílica de la Sagrada Familia, obra cumbre del renombrado arquitecto Antoni Gaudí, seguida de nuestra excursión a. Andorra.
De retorno al puerto de cruceros de Barcelona se nos unen mi querido primo Tristán y su simpática esposa tica, Ana, para abordar el crucero. Siendo Tristán médico, resulta enhorabuena bienvenido para forjar la trifecta perfecta para nuestra jornada.
Desde allí con escalas mediterráneas en Málaga y Cádiz, donde cada uno tomará rumbos diversos: la Alhambra en Granada, la Giralda sevillana y la visita a la degustación de tempranillos en Jerez de la Frontera, culminan esta primera etapa de nuestra aventura, que posteriormente nos traslada a parajes africanos y caribeños en nuestro crucero trasatlántico de 16 días.