Panamá
Gracias Pablo, gran Apostol
- Monseñor Rómulo Emiliani
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El Señor te eligió, te llamó a predicar el Evangelio y lo hiciste verbalmente y por escrito. "Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria, es un deber que tengo.

Pablo, tú que sufriste persecuciones, torturas, naufragios, calumnias, cárcel y muerte, y que dijiste: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre…? Pero no, en todo eso saldremos triunfadores gracias a Aquel que nos amó," Rom. 8, 35-37. Y de hecho perseveraste hasta el final, porque "ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles ni las fuerzas del universo, ,,,,,,,, ni ninguna otra criatura podrán apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús" Rom. 8, 37-39. Tú que aguantaste la burla de los griegos, el desprecio de los judíos, la tortura y muerte de los romanos, jamás te apartaste del Camino del Señor. Judío de nacimiento, fariseo, ciudadano romano, renunciaste a todo por Cristo. "Lo que era una ganancia para mí, lo he juzgado pérdida a causa de Cristo. Más aún, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor, por quién perdí todas las cosas y las tengo por basura por ganar a Cristo," Flp. 3, 7-9.
Pablo, siempre seguiste adelante, venciendo los miedos, porque no tenías un espíritu de esclavo para vivir en el temor, "sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace exclamar: Abba, Padre", Rom. 8,15. Siempre buscaste parecerte más a Cristo, alcanzar perfección en el amor, porque "No es que yo lo haya conseguido o sea perfecto, sino que continúo mi carrera para alcanzarlo como Cristo Jesús me alcanzó a mí", Flp 3,12. Tuviste cuatro viajes apostólicos pasando toda clase de privaciones, angustias, persecuciones, rechazos, pero cumpliste la voluntad del Padre Dios de predicar a tiempo y a destiempo porque: " Todo lo puedo en Aquel que me da fuerzas", Flp 4, 13. Esa era tu misión, hacer conocer al Cristo Salvador, porque " nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles: más para los llamados, judíos o griegos, un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios", 1 Cor 1, 22-25.
El Señor te eligió, te llamó a predicar el Evangelio y lo hiciste verbalmente y por escrito. "Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria, es un deber que tengo. ¡Ay de mí si no predico el Evangelio!", 1 Cor 9,16. Y viviste el amor plenamente, porque Dios es amor. Y "el amor es paciente, es amable, no es envidioso ni jactancioso, no se engríe, no busca su interés, no se irrita, no toma cuentas del mal, no se alegra con la injusticia, se alegra con la verdad: Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no acabará nunca," 1 Cor 13, 3-8. Gracias San Pablo por tu testimonio.
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