Hospital Gorgas: un gran sueño hecho realidad
Publicado 1999/05/06 23:00:00
Miembro de la Fundación Pro Enfermos de Cáncer
Cuando la comunidad nacional, en especial aquella vinculada a los problemas de los enfermos con cáncer, recibimos la noticia de la decisión del actual gobierno de otorgar al Instituto Oncológico, Nacional, las instalaciones del antiguo Hospital militar Gorgas, nos llenamos de euforia, porque al fin se hizo eco por no decir justicia, a los ruegos de los enfermos de cáncer de la República de Panamá.
No escapará a la memoria de todos los panameños, la situación creada a fines del año pasado, cuando supimos de un anunciado recorte presupuestario en las finanzas del Estado, dirigido al Instituto Oncológico Nacional, lo que llenó de angustia y desesperación a los enfermos que utilizan esas instalaciones en busca de soluciones a una de las enfermedades más terribles que está azotando a la población panameña, que es el cáncer.
Deseo hacer un poco de historia sobre el Instituto Oncológico Nacional.
Anteriormente, tanto el Hospital Santo Tomás, como la Caja del Seguro Social, mantenían salas de oncología para atender a los enfermos de cáncer, que en ese entonces era una población bastante pequeña. Por medio de una ley se creó el Instituto Oncológico Nacional, en una instalaciones que era una extensión antigua del Hospital Santo Tomás, que se conocía como el Radiológico. La creación del I.O.N. indudablemente, fue una decisión acertada de aquel gobierno de entonces. Con un presupuesto adecuado para cubrir las necesidades de la época, el Instituto Oncológico Nacional, empezó a brindarle a los enfermos de cáncer una nueva esperanza de vida. La explosión demográfica y la alta incidencia de cáncer en nuestro medio, después de más de 50 años de operación, este hospital se ha convertido en un mausoleo obsoleto, que muchas veces de solo mencionar la palabra Oncológico causa en cualquier panameño enfermo o no, un nivel de desesperación, y ese es el reflejo de lo que concebimos y vemos en el actual Instituto Oncológico Nacional, un centro de salud carente de los elementos más básicos para ofrecer a nuestros enfermos de cáncer, en especial, los pobres, una calidad de vida digna, para poder sobrellevar esta terrible enfermedad.
Deseo destacar que en este Instituto pese a sus limitaciones, goza de una atención de primera en materia de asistencia médica y de enfermería, lo cual unida a las Voluntarias, los Angelitos Azules y Blancos, como yo les llamo, se puede traducir este conjunto de atenciones, en un gran amor humano hacia esos pacientes.
Aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocer en otras latitudes, Institutos Oncológicos de primera clase, nos damos cuenta que todavía se tiene el concepto en nuestro país, que el cáncer es sinónimo de muerte, cosa que es totalmente falso, y peor aún, cuando se escucha de parte de algunos funcionarios, de que "de algo tenemos que morir" y quizás en lo más profundo de sus pensamientos, se piense que para qué se va a invertir en esos enfermos, porque total, se van a morir de todas maneras.
Aquellos que hemos conocido la desesperación, el dolor y la angustia de esta enfermedad, y que hemos logrado sobrevivir, hemos experimentado una metamorfosis en nuestras vidas, como si nuestra epidermis emocional la tuviéramos a flor de piel, convirtiéndonos en seres con un desarrollado sentido de humanismo; aceptamos esta noticia de la cesión del Hospital Gorgas, para ser usado como el próximo Instituto Oncológico Nacional, como un verdadero milagro, ya que habíamos perdido toda esperanza en ese hospital, porque pensábamos que se iba a imponer el criterio comercial y mercantilista en la cesión de tan importante hospital revertido a Panamá de acuerdo con el cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter. No faltaron demostraciones emotivas de llano, de regocijo, de alegría desmedida en esa conferencia de prensa realizada el 14 del presente mes, en el auditórium del Instituto Oncológico Nacional, en donde la Ministra de Salud, Dra. De Rivera, el Director de la ARI, Dr. Nicolás Ardito Barletta, y el representante del Seguro Social, Dr. Humbert, oficializaron el traspaso ante el Dr. Fernando Cebamanos, Director del Instituto Oncológico Nacional, la entrega de las instalaciones del Hospital Gorgas, para ser usado como un centro de atención a los enfermos de cáncer.
Todas las agrupaciones vinculadas al cáncer, tales como ANCEC, las Damas Voluntarias, Asonapac, Adavión, la Fundación Pro Enfermos de Cáncer, y otras, estuvieron presentes para testimoniarle nuestro agradecimiento a estos funcionarios gubernamentales con motivo de esta decisión, que ha sido la más acertada y humana que esta administración haya realizado en los últimos años.
En la noche del mismo miércoles 14, como hecho coincidencial, la Fundación Pro Enfermos de Cáncer, presentó en el Teatro en Círculo, la obra de "Amor sin Barrera", una reconocida obra musical de Broadway, con el propósito de iniciar la campaña de recolección de fondos, para poder respaldar al nuevo Hospital Oncológico, ya que este traslado significa también un mayor presupuesto de operaciones, y todos tenemos la obligación como panameños de apoyar al Estado, para ofrecerle a los pobres enfermos de cáncer, una mejor calidad de vida durante su enfermedad.
La Fundación Pro Enfermos de Cáncer, de la cual me enorgullezco pertenecer, presidida por Doña María Estela de Vallarino, es una de las organizaciones sin fines de lucro, más humana que se haya creado en nuestro país. La mayoría de los socios fundadores, son o han sido enfermos de cáncer, o algún familiar ha sido afectado o muerto por esta temible enfermedad. Sabemos que vamos a gozar del apoyo cerrado de la comunidad panameña a nivel nacional, ya que es muy difícil encontrar una familia panameña, que no haya sido afectada por ese flagelo, tan liberal y democrático, que no respeta condición económica, ni raza, ni religión, ni edades y que se presenta en el momento menos esperado.
Todos los vinculados al problema del cáncer, queremos testimoniar nuestro eterno agradecimiento a las autoridades nacionales, quienes tomaron la más sensata de las decisiones, en ofrecer una esperanza de vida a los enfermos de cáncer.
Siempre se soñó con algo más que parecía inalcanzable, pero los sueños, soñados con la fe del Señor, se convierten en una gran realidad en el momento menos esperado, tal como sucedió el 14 de abril de 1999, que marcará en la vida de muchos panameños, un hito que hará historia en nuestra vida republicana.
Cuando la comunidad nacional, en especial aquella vinculada a los problemas de los enfermos con cáncer, recibimos la noticia de la decisión del actual gobierno de otorgar al Instituto Oncológico, Nacional, las instalaciones del antiguo Hospital militar Gorgas, nos llenamos de euforia, porque al fin se hizo eco por no decir justicia, a los ruegos de los enfermos de cáncer de la República de Panamá.
No escapará a la memoria de todos los panameños, la situación creada a fines del año pasado, cuando supimos de un anunciado recorte presupuestario en las finanzas del Estado, dirigido al Instituto Oncológico Nacional, lo que llenó de angustia y desesperación a los enfermos que utilizan esas instalaciones en busca de soluciones a una de las enfermedades más terribles que está azotando a la población panameña, que es el cáncer.
Deseo hacer un poco de historia sobre el Instituto Oncológico Nacional.
Anteriormente, tanto el Hospital Santo Tomás, como la Caja del Seguro Social, mantenían salas de oncología para atender a los enfermos de cáncer, que en ese entonces era una población bastante pequeña. Por medio de una ley se creó el Instituto Oncológico Nacional, en una instalaciones que era una extensión antigua del Hospital Santo Tomás, que se conocía como el Radiológico. La creación del I.O.N. indudablemente, fue una decisión acertada de aquel gobierno de entonces. Con un presupuesto adecuado para cubrir las necesidades de la época, el Instituto Oncológico Nacional, empezó a brindarle a los enfermos de cáncer una nueva esperanza de vida. La explosión demográfica y la alta incidencia de cáncer en nuestro medio, después de más de 50 años de operación, este hospital se ha convertido en un mausoleo obsoleto, que muchas veces de solo mencionar la palabra Oncológico causa en cualquier panameño enfermo o no, un nivel de desesperación, y ese es el reflejo de lo que concebimos y vemos en el actual Instituto Oncológico Nacional, un centro de salud carente de los elementos más básicos para ofrecer a nuestros enfermos de cáncer, en especial, los pobres, una calidad de vida digna, para poder sobrellevar esta terrible enfermedad.
Deseo destacar que en este Instituto pese a sus limitaciones, goza de una atención de primera en materia de asistencia médica y de enfermería, lo cual unida a las Voluntarias, los Angelitos Azules y Blancos, como yo les llamo, se puede traducir este conjunto de atenciones, en un gran amor humano hacia esos pacientes.
Aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocer en otras latitudes, Institutos Oncológicos de primera clase, nos damos cuenta que todavía se tiene el concepto en nuestro país, que el cáncer es sinónimo de muerte, cosa que es totalmente falso, y peor aún, cuando se escucha de parte de algunos funcionarios, de que "de algo tenemos que morir" y quizás en lo más profundo de sus pensamientos, se piense que para qué se va a invertir en esos enfermos, porque total, se van a morir de todas maneras.
Aquellos que hemos conocido la desesperación, el dolor y la angustia de esta enfermedad, y que hemos logrado sobrevivir, hemos experimentado una metamorfosis en nuestras vidas, como si nuestra epidermis emocional la tuviéramos a flor de piel, convirtiéndonos en seres con un desarrollado sentido de humanismo; aceptamos esta noticia de la cesión del Hospital Gorgas, para ser usado como el próximo Instituto Oncológico Nacional, como un verdadero milagro, ya que habíamos perdido toda esperanza en ese hospital, porque pensábamos que se iba a imponer el criterio comercial y mercantilista en la cesión de tan importante hospital revertido a Panamá de acuerdo con el cumplimiento de los Tratados Torrijos-Carter. No faltaron demostraciones emotivas de llano, de regocijo, de alegría desmedida en esa conferencia de prensa realizada el 14 del presente mes, en el auditórium del Instituto Oncológico Nacional, en donde la Ministra de Salud, Dra. De Rivera, el Director de la ARI, Dr. Nicolás Ardito Barletta, y el representante del Seguro Social, Dr. Humbert, oficializaron el traspaso ante el Dr. Fernando Cebamanos, Director del Instituto Oncológico Nacional, la entrega de las instalaciones del Hospital Gorgas, para ser usado como un centro de atención a los enfermos de cáncer.
Todas las agrupaciones vinculadas al cáncer, tales como ANCEC, las Damas Voluntarias, Asonapac, Adavión, la Fundación Pro Enfermos de Cáncer, y otras, estuvieron presentes para testimoniarle nuestro agradecimiento a estos funcionarios gubernamentales con motivo de esta decisión, que ha sido la más acertada y humana que esta administración haya realizado en los últimos años.
En la noche del mismo miércoles 14, como hecho coincidencial, la Fundación Pro Enfermos de Cáncer, presentó en el Teatro en Círculo, la obra de "Amor sin Barrera", una reconocida obra musical de Broadway, con el propósito de iniciar la campaña de recolección de fondos, para poder respaldar al nuevo Hospital Oncológico, ya que este traslado significa también un mayor presupuesto de operaciones, y todos tenemos la obligación como panameños de apoyar al Estado, para ofrecerle a los pobres enfermos de cáncer, una mejor calidad de vida durante su enfermedad.
La Fundación Pro Enfermos de Cáncer, de la cual me enorgullezco pertenecer, presidida por Doña María Estela de Vallarino, es una de las organizaciones sin fines de lucro, más humana que se haya creado en nuestro país. La mayoría de los socios fundadores, son o han sido enfermos de cáncer, o algún familiar ha sido afectado o muerto por esta temible enfermedad. Sabemos que vamos a gozar del apoyo cerrado de la comunidad panameña a nivel nacional, ya que es muy difícil encontrar una familia panameña, que no haya sido afectada por ese flagelo, tan liberal y democrático, que no respeta condición económica, ni raza, ni religión, ni edades y que se presenta en el momento menos esperado.
Todos los vinculados al problema del cáncer, queremos testimoniar nuestro eterno agradecimiento a las autoridades nacionales, quienes tomaron la más sensata de las decisiones, en ofrecer una esperanza de vida a los enfermos de cáncer.
Siempre se soñó con algo más que parecía inalcanzable, pero los sueños, soñados con la fe del Señor, se convierten en una gran realidad en el momento menos esperado, tal como sucedió el 14 de abril de 1999, que marcará en la vida de muchos panameños, un hito que hará historia en nuestra vida republicana.

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