Panamá
La Farsa de la Mal Llamada Educación Virtual
Se está “desvirtuando” la educación, cuando ofrecemos a los estudiantes la opción de copiarse. Es la misma opción que ofrecían aquellos profesores que se retiraban del salón en pleno examen presencial.
- Sebastián Vásquez/Químico industrial y Docente universitario/[email protected]
- - Actualizado: 21/2/2022 - 04:25 pm
Luego de dos años de experiencia docente durante la pandemia, debo manifestar que los educadores hemos tenido que lidiar con toda clase de artimañas de ciertos estudiantes para burlar
la educación a distancia. Se las han ingeniado para encontrar las respuestas de los exámenes en las plataformas más vulnerables. Otros utilizan todo tipo de jugadas para esquivar la “vigilancia”
de sus profesores, al punto de colocar fotos frente a las cámaras, para hacer creer al profesor que están presentes. Calificaría como sorprendente los sistemas de comunicación que están utilizando
para intercambiar información durante una prueba.
Se está “desvirtuando” la educación, cuando ofrecemos a los estudiantes la opción de copiarse. Es la misma opción que ofrecían aquellos profesores que se retiraban del salón en pleno examen presencial.
Ya fue pública la denuncia de personas que se ofrecían para hacer exámenes de admisión universitarios en línea. En las redes también hay quienes se dedican a resolver problemas de química y física de exámenes, por lo que no es difícil imaginarse lo que sucede en un examen final.
Me cuenta un colega que nunca entendió por qué en el 2020, en plena pandemia, ninguno de sus estudiantes falto a una prueba por enfermedad o duelo. Otro me comenta que cada vez que
estrena una medida de control, varios estudiantes no entregan la prueba, alegando problemas técnicos Me llamó la atención las quejas de aquellos estudiantes que añoraban un acto de graduación “con bombos y platillos”. Cuando yo recibí mi título de doctorado, me sorprendí porque el mismo no decía “Doctor en Química”, sino “Doctor en Filosofía”, a pesar de que no estaba en un programa de filosofía. Mi primera reacción fue “tengo que ganarme esto”. Me pregunto si pensarán lo mismo estos nuevos graduados.
Solíamos tener diversas opiniones de los estudiantes que no aprobaban el año escolar. Ahora podemos decir que los que fracasaron con pruebas a distancia al menos fueron honestos.
De los educadores ni hablar. Algunos no han querido modificar sus métodos ante las nuevas circunstancias. Mis exámenes en línea fueron con el libro y toda la información que quisiesen
tener los estudiantes a mano, porque los mismos fueron totalmente analíticos. Lo que no podía controlar era la comunicación entre ellos, para lo cual utilicé algunas estrategias como control
del tiempo, exámenes diferentes, etc. A propósito, un colega me manifestó que unos estudiantes le cuestionaron la constitucionalidad de poner exámenes diferentes, porque con ello no se les
trataba a todos por igual.
La carencia de laboratorios presenciales la traté de mermar diseñando experimentos que los estudiantes pudieran realizar en casa, utilizando materiales de uso doméstico.
Desafortunadamente, no todos adoptaron iniciativas similares.
Me pregunto si la negativa de esos educadores para regresar a las clases presenciales se debe a los gastos que ello implica. Me pregunto cuántos millones se ahorrará el gobierno en agua, fluido eléctrico, mantenimiento de las escuelas y nombramientos; aparte de estar felices con tener a los estudiantes y educadores fuera de las calles.
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En el 2021, al menos fue posible poner exámenes en forma presencial, pero no faltaron estudiantes que lo calificaran como “injusto”, debido a que las clases eran en línea. No obstante,
muchos profesores se mantuvieron con los exámenes a distancia, ya sea por problemas logísticos o porque no les importa.
En una reunión departamental, luego de detectar algunas de las artimañas enumeradas anteriormente, manifesté que me sentía como si me estuvieran “poniendo los cuernos”. Es por
ello que expreso abiertamente que soy de la opinión de que aquellos educadores a quienes no les importa que sus estudiantes se copien, seguramente tampoco les importará que les pongan los
cuernos.
A aquellos quienes ya les preocupa la posibilidad de tener que contratar a un profesional “Covidiano”, les diré que hay una alternativa. Identificar al candidato que muestre mayor
capacidad para aprender rápido. Lo podrán detectar con una prueba donde se le presentan problemas que no se enseñan en la escuela, pero indicándole allí mismo los fundamentos para
llegar a las respuestas. Si logra resolverlos es porque aprende rápido.
Otra estrategia podría ser contratarlo temporalmente, asignándole tareas que se sabe no aprendió en clase, pero dándole las instrucciones sobre cómo abordarlas. Si las hace bien, consérvelo, si
no, póngalo en cuarentena.
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¿Qué nos deparará a los que estaremos obligados a recibir los servicios de profesionales mediocres? Bueno… yo me aseguraré de que ningún mocoso “Covidiano” me atienda. Tampoco
me sorprendería si algún empresario prefiera mantener a sus veteranos en planilla.
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