La Niña Anita
- Dr. Miguel Antonio Bernal
Catedrático titular
"Con gesto que honra, de fina hidalguía, con rasgo profundo de fiel gratitud, un pueblo jubiloso le rinde pleitesía en esta apoteosis, al bien y la virtud". (Carlos O. Quintero Alfaro- Ofrenda Lírica a la Niña Anita-31 de agosto 1946). La voz del viejo campanario de la iglesia de la heroica Villa de Los Santos llama hoy a todos los santeños, a recordar tanto en sus pensamientos, como conversaciones y acciones, a una de las damas más virtuosas y abnegadas que tenga memoria nuestra historia republicana: Ana María Moreno del Castillo: la Niña Anita.
Después de casi nueve años de reposar en las redes de la burocracia gubernamental, la Gobernación de la Provincia de Los Santos, en la persona de José Encarnación Burgos, rescató la Ley 59 del 26 de diciembre de 1984, propuesta por el representante herrerano ante la Asamblea Legislativa, Dr. Arnulfo Escalona Ríos, mediante la cual se dio el nombre de "Anita Moreno" al Hospital Regional de Azuero. Hace 8 años, el viernes 28 de mayo de 1993, al cumplirse el 106 aniversario del nacimiento de Ana María Moreno Castillo, se develó el letrero de identificación de esa casa de enfermos.
En un país donde poco o nada se hace para dar a conocer y honrar la vida y obra de quienes, con humildad y regocijo, entregaron su vida a practicar el bien sin esperar recompensas, el homenaje o el recuerdo a la Niña Anita adquiere siempre especial relevancia. Ello es así por tratarse de una persona que supo conjugar, a lo largo de toda su vida, el más alto significado de las enseñanzas cristianas y el amor al prójimo.
Todo aquel que desde los albores del pasado siglo, santeño o no, recorriera los campos y poblaciones de las provincias de Los Santos y Herrera, tuvo conocimiento de la dedicación, desvelos y protección que brindara la Niña Anita a los pobres del campo, a los enfermos, a los desvalidos. Nadie puede olvidar su cooperación permanente en las actividades cívicas y religiosas en la Villa de Los Santos. La Semana Santa, San Juan de Dios, las Festividades de María Virgen, Noche Buena y tantas otras actividades que por más de tres cuartos de siglo contaron con sus servicios, al igual que los pacientes del Hospital San Juan de Dios, quienes recibieron sus manifestaciones de bondad infinita.
En 1946, a raíz de un reconocimiento que le ofrecieron los habitantes de La Villa de Los Santos- cuando se hacían reconocimientos a quienes eran merecedores de ello- el Padre Francisco Sáenz se refería así de la Niña Anita: "...ha sido la Maestra de la Ciencia que lleva al cielo, el Catecismo, de todos los que son buenos en Los Santos, la que sabe vestir de galas nuestro templo parroquial, la que sabe rezar por todos nuestros amados difuntos. La que llamamos todos: "La Niña Anita". ¡Hija buena de Dios! ¡Hija noble de Los Santos!". En nuestra memoria -"espejo donde vemos a los ausentes"- viven presentes tantas imagenes de nuestra infancia y pubertad en los que destacan los recuerdos de quien desde niños nos brindó sus ternuras y caricias, de quien nunca nos negó una sonrisa, que con su lento andar y su rostro celestial, acogía en el calor del hogar familiar las alegrías y tristezas de todos, para convertirlas en oraciones que sólo su bondad infinita podía hacerlas llegar al cielo: la Niña Anita...nuestra Mamá Tía.
Miguel de Cervantes nos dice que: "Tal vez en la llaneza y en la humildad suelen esconderse los regocijos más aventurados" (Cervantes-Trabajos de Persiles y Segismundo, libro II, Cap. XXVI). Aún cuando ya las autoridades civiles y religiosas de Los Santos no le rinden homenaje a la Niña Anita, no me cabe la menor duda que su rostro continúa siempre lleno de regocijo.
Hago míos los versos que, en 1946, el recordado tío Sergio González Ruiz dedicara a la Niña Anita:
"El alma pecadora
sumisa y reverente
debe bajar la frente
y se ha de postrar de hinojos
para mirar la aurora
de sus piadosos ojos,
porque un sublime amor casto y profundo
al rebasar los límites del mundo
se eleva en mil destellos hasta Dios.
Así quisiera yo que un día
surgiera de la sombra el alma mía
envuelta en un divino resplandor".
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