Proyecto
La polémica playa de la bahía
Una playa capitalina es un proyecto de turismo a todas luces visionario. La clave de su éxito redunda en todos aquellos detalles que habría que implementar cuando el desorden cunde en la cinta con el tema de buhoneros improvisados.
- Jaime Figueroa Navarro
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- - Publicado: 21/12/2019 - 12:00 am
Mi interés y pasión por el turismo data de vieja época.
Durante mis conferencias muchos indagan dónde fue que estudié sobre el tema.
Entonces corroboro que mi doctorado, posterior al trote de 68 países en 5 continentes, le he cosechado de la Universidad de la Vida.
A mediados de la década de los setenta del siglo pasado, tomando un sabático durante mis estudios universitarios en Nebraska, deseando alimentar mi ímpetu por conocer mundo, ocupé una posición como tripulante en Braniff International, otrora la aerolínea reconocida por el mejor servicio a nivel mundial.
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Resultado de un brote de gripe en Sudamérica, la empresa solicitó voluntarios para reforzar la base de Río de Janeiro.
Durante el mes de enero de 1975, tuve la oportunidad de trasladarme con todos los gastos pagos y generosos viáticos diarios al Hotel Debret, en el mero centro de la playa de Copacabana.
Para mi fortuna, el recobro de los compañeros allí fue tan pasmoso que aun estando en alerta de llamada durante esas cuatro semanas, no me atañó viajar en ninguna ocasión, es decir, gocé de unas vacaciones bien remuneradas que me otorgó el cuadro de honor en el tema de la materia de playas de ese doctorado en turismo porque en aquellos tiempos hace casi medio siglo, el litoral de su bahía de Guanabara, era el más codiciado del mundo.
Posterior a visitar e intimar los sitios emblemáticos de la ciudad, mi rutina diaria era la de un vagabundo de playas.
Al amanecer, trotaba la extensión de las playas de Copacabana e Ipanema anterior a retornar al hotel para un desayuno nutrido de muchas frutas que desconocía y que eran un alimento al cuerpo y al alma, para después dedicar la mayoría de la jornada a actividades playeras y al ocaso acomodarme en uno de los cafetines frente al mar para compartir los hitos de la víspera con mis compañeros, escudriñando de vez en cuando a ver si por casualidad descubría la chica de Ipanema de Antônio Carlos Jobim.
Por supuesto que me encantaba el entorno, desde sus playas, producto de la naturaleza, se percibían los enormes cerros que encubren la metrópolis.
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Paquetá, una cercana isla sin automóviles, donde los turistas alquilan bicicletas o contratan una carreta, es un emprendimiento turístico que bien se podría espejar en Taboga.
Las tibias aguas del océano Pacífico eran puras, con el menudeo de pececillos costeros.
Durante mi diario trotar al alba, tractores con enormes rastrillos peinaban los arenales recogiendo cualquier rastro de desperdicio.
La policía playera circulaba en pantaloncillos de baño y camisetas, portando su arma de reglamento, a lo largo y ancho de la jornada.
La costanera Avenida Atlántica contaba con cientos de basureros y docenas de regaderas para refrescar y limpiar de arena a los playeros.
Retornemos a ciudad de Panamá a la génesis de la tercera década del siglo XXI.
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Una playa capitalina es un proyecto de turismo a todas luces visionario.
La clave de su éxito redunda en todos aquellos detalles que habría que implementar cuando el desorden cunde en la cinta con el tema de buhoneros improvisados.
Frecuento el área.
Al caminar su extensión desde Bella Vista hacia Punta Paitilla se incrementa el fétido hedor al acercarnos a la desembocadura del río Mataznillo.
Habría que ver en qué ha quedado el proyecto de saneamiento de la bahía y la planta de tratamiento de aguas residuales de Juan Díaz.
Y para evitar también la presencia de la informalidad y falta de higiene, la inclusión de una veintena de restaurantes y emprendimientos afines a orillas del mar, tipo Bayside de Miami, que incluyan todas las edificaciones, construidas durante la segunda fase de la Cinta Costera, en estado de abandono o desuso, para dedicar el usufructo de su licitación al mantenimiento del área.
Por la envergadura del proyecto y la necesidad de enfoques puntuales a las autoridades municipales, sobremanera en lo referente a aseo, aterramientos del horripilante cableado, resolución puntual al continuado relajo de la basura y el perseverante trazado de las aceras, entre otros, este proyecto lo debe acuerpar una entidad cuyo norte sea la transparencia, cuya planilla esté fuera del control de los vaivenes políticos y la selección de funcionarios se cumpla por méritos, que cuente con la capacidad y solvencia para resolver todos los detalles e inquietudes que resurjan, garantizando su viabilidad, tal como la Autoridad del Canal de Panamá cuya división de turismo podría asimilarle bajo la vigencia de "servicio conexo", estipulado en su plan de acción.
Líder empresarial.
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