Panamá
La triste realidad de los soberbios
Al igual que los castillos medievales se construyen fosos de agua y lagartos, muros y almenas impenetrables, y una puerta con un puente.
- Monseñor Rómulo Emiliani
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- - Actualizado: 05/12/2022 - 12:00 am
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Se sabe cómo terminan los soberbios, aislados y solos. Como no han logrado conquistar corazones para convivir con altura, dignidad y respeto, porque espantan, repelen, ahuyentan a cualquiera, van poco a poco apartándose de la gente, ensimismados, adorándose a sí mismos, y creyéndose que pueden bastarse a sí mismos. Se fabrican un castillo mental de falsa y absurda nobleza, creyéndose especiales, diferentes, dotados de excelentes y únicas cualidades, pensando que están por encima del común de la gente.
Al igual que los castillos medievales se construyen fosos de agua y lagartos, muros y almenas impenetrables, y una puerta con un puente, donde solo pueden pasar los selectos. Pero el común de la gente no puede entrar, quedándose afuera como meros transeúntes con los que hay comunicación solo cuando es sumamente necesario.
Los soberbios se creen dios, y al igual que nuestros primeros padres, por querer ser como dios y desobedecer, fueron expulsados del paraíso, quedando al margen del abrazo divino. Caín mata a Abel por la envidia, que justamente viene cuando el que se cree dios, ve a otro que tiene cualidades que el evidentemente no las tiene.
De ahí viene el deseo de destruir al que le impide tenerse como dios. El soberbio siempre está incómodo al ver brillar a otro con luz propia, y al sentirse destronado, acude a cualquier medio para apagar esa estrella que empieza a lucir. Por eso la envidia acompaña siempre a la soberbia.
En su mundo de fantasías donde se adoran a sí mismos, porque el soberbio es un idólatra, tienen catalogada a la gente en categorías raciales, económicas, religiosas, despreciando siempre a los demás al etiquetarlos con desprecio. Todos son inferiores a él y a su clan, porque en general tienen su grupo elitista, que está dotado de cualidades que el resto de los mortales no tiene.
Se sienten elegidos por alguna divinidad misteriosa para vivir siempre apartados de los demás, sin dejarse contagiar por los defectos propios de una cultura, raza, religión, pensamiento político, que los hace inferiores, apestados, seres de segunda categoría. El soberbio siempre se está echando incienso, dándose culto, y para eso resalta los defectos, conducta impropia, detalles que resalten lo negativo de los demás, para verse especiales. Para eso tiene su grupo de "elegidos" por esa divinidad donde comparten los criterios que los hacen sentirse mejores, echando más fuego en la hoguera del desprecio los inferiores. Un grupo de soberbios puede ser muy peligroso si se organizan y consiguen los medios para destruir a los indeseables.
Los soberbios siempre acaban mal, hundidos en su propia miseria de desprecio y odio. Solos, sin amar ni ser amados en verdad por nadie, se van convirtiendo en muertos en vida.
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