opinion
La Vía Aurelia-Colón feliz
Silvio Guerra Morales - Publicado:
CUANDO SE RETORNA de Pisa, bella ciudad europea de la Italia clásica y en donde se encuentra la antigua y visitada torre que lleva su nombre, hacia el Puerto de Liborno, se hace a través de la renombrada Vía Aurelia (se debe su nombre al célebre emperador Marco Aurelio).Llama la atención que al lado izquierdo de la vía, recorrida cierta distancia, se encuentran ubicados, muy confortablemente, prostitutas y homosexuales que promueven una sola cosa: sexo.Es claro que no faltan parroquianos que hacen un alto, algunos curiosos para alimentar el morbo y otros para hacerse parte del espectáculo.Quienes no hacen el alto, con el rabo del ojo, miran y remiran.Cosas de la natura humana.El pasado lunes viajé hacia la ciudad de Colón.Visitaría a un cliente deseoso de hacerme una consulta jurídica.Me acompañó mi sobrino y abogado Lic.Armando Guerra.Tan pronto ingresamos a la carretera interamericana, que arranca desde el puente de Chilibre , no pueden ocultarse de la vista las grandes vallas o anuncios publicitarios que promueven todo tipo de objetos para la venta: zapatos, carteras, lentes, relojes, zapatillas, joyas de fantasía, maletas, vestidos de baño, artículos de cuero, etc.Sin embargo, llama la atención que en cada valla o anuncio siempre aparece una linda y bella dama que con escaso o casi ningún atuendo de vestir luce su grácil y tierno cuerpo.Compelen los sentidos, despiertan las emociones, y lo que no saben los que asesoran en materia de publicidad, es que el potencial consumidor o el destinatario de la mercancía que se promueve casi ni atiende el objeto sino que advierte de modo ensimismado el cuerpo de la dama.Subjetividad en la mirada, hipnosis que electriza los nervios empujándolos hacia el placer, bellos cuerpos que invitan a una danza hormonal, piernas que derrochan esculturas bien elaboradas, muslos y glúteos que proyectan ambrosías; en fin, hacen del conductor y del pasajero o acompañante un viaje muy tenso o muy placentero; muy estresante o muy relajante.Comenté a mi sobrino, atosigado por la censura a la que me compelía mi espíritu: "Por alguna razón esta carretera me recuerda a la Vía Aurelia", y acto seguido le expliqué las razones que son las que inician el exordio de este artículo de opinión.El sexo, de seguro, es vital en la existencia humana.De eso no hay discusión.Llevado o realizado dentro de los límites naturales, morales, cristianos y racionales, representa un don, un beneficio o una virtud que Dios puso en cada cuerpo para disipar la lujuria, la desesperación, los estados de ansiedad, y sobre todo, permite la procreación; es decir, la continuidad de nuestra especie.Honroso sea en todos el lecho sin mancillas.Esto enseñan las Sagradas Escrituras.Siendo así las cosas, nos preguntamos si no hay o existe, en nuestro país, censura para este tipo de publicitaciones o de desmesurada exhibición del cuerpo de una fémina o de un hombre -quien de modo esporádico aparece en los anuncios- y que no hay necesidad del exhibicionismo lujurioso, perverso, incitante, pervertido, procaz; que es posible anunciar sin incurrir en la siembra de la semilla pervertida que despierta el morbo sexual.Tal vez pensarán algunos de mis lectores: "Bueno, entonces no hay que mirar".Respondemos: ¡Ese es el problema! La mirada no se puede desviar.Corre el inminente riesgo que usted termine en la carretera y luego los suyos, imbuidos en un doloroso llanto tras su ausencia, tomen mucho café y, si hay platita, degustarán las crocantes rosquitas de la arena de Chitré.Claro que sí hay ley para frenar la publicidad inmoral, indecente, impropia, aquella que enreda en una vorágine de indecencia e irrespeto.Son las núbiles mentes de nuestros niños y niñas, de los adolescentes que pernoctan en los ideales de la vida y que tuercen sus sueños por la madurez precoz o prematura, la que se victima con semejante publicidad.Y así nos quejamos de los embarazos de nuestras adolescentes en los colegios y en los suburbios; de la paternidad y maternidad minoril; de la delincuencia sexual entre jóvenes.Esa promoción de productos que se hace montada en los rieles de la sexualidad no hace daño a las mentes maduras, formadas, decentes, controlada por una vida de principios y de reglas de moralidad, sino a nuestra niñez y juventud.Ruego a la autoridades que apliquen la norma constitucional que advierte que: "Los medios de comunicación social son instrumentos de información, educación, recreación y difusión cultural y científica.Cuando sean usados para la publicidad o la difusión de propaganda, éstas no deben ser contrarias a la salud, la moral, la educación, formación cultural de la sociedad y la conciencia nacional.La Ley reglamentará su funcionamiento".Será que, acaso, la carretera hacia Colón sea nuestra Vía Aurelia, sólo que en lugar de "gay", lesbianas y todo prototipo o representación de degeneración sexual, tenemos a las lindas damas que, por poco, el poder de la publicidad casi logra que adquieran vida, se salgan de las vallas y se sienten a nuestro lado cuales gráciles acompañantes.El debate queda abierto.abog27172010@hotmail.com