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Nuevo uniforme para la policía
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El ex director de la Fuerza Pública, Ibrahim Asvat, fue más gráfico, cuando comentó que con el nuevo uniforme se haría lucir a nuestros agentes del orden "como payasos".Y eso en nada ayuda frente al problema de una delincuencia creciente y cada vez más agresiva.Los uniformes en ciertas profesiones y oficios son cosa seria."El hábito no hace al monje" -se dice- pero "¡cómo ayuda!".Eso vale para médicos y enfermeras, para pilotos y oficiales de vuelo, para marinos y militares, y también para los policías.La vestimenta en estos casos es parte de la mística, de la tradición y del respeto ganado.Interacciona con la personalidad de quien la porta y le conmina a hacerse merecedora de ella.También lo es en el deporte, como en el fútbol con oncenas tradicionales que infunden respeto con sólo desplegarse por la cancha.Ese es el caso del verde amarillo de los brasileños y el albiceleste de los argentinos, por no mencionar el blanco-negro de los alemanes.¿Qué decir del uniforme legendario de rayas verticales de los yankees de Nueva York en el béisbol?En el plano militar ha sido igual de relevante.En el siglo XVIII, el color rojo del ejército británico era terrible, igual el color plomizo del ejército alemán de los años 40 o el marrón de los soviéticos.Un militar, al igual que un policía, no cambia su uniforme de buenas a primeras, cual si se tratara de secretarias o una banda de músicos o artistas.Hay que tener mucho cuidado con eso, porque de ese modo se irrespeta y humilla a sus portadores.Por último, la cuestión económica tampoco es despreciable.Un policía requiere no menos de cinco uniformes diarios con un costo de B/18.00 cuanto menos cada uno, sin incluir el gorro que cuesta más o menos igual.Si se multiplicaran por los doce mil agentes con que cuenta la Fuerza Pública, arrojaría una suma superior al millón de balboas que, además de ser un gasto innecesario para los humildes policías, representa una oportunidad más para el abuso, el escándalo y la suspicacia.