Panamá
¿Por qué debes perdonar?
Que cada vez que tu hermano te pida perdón, perdona. Que para que el Padre Dios te perdone, debes también tú perdonar.
- Monseñor Rómulo Emiliani CMF
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- - Actualizado: 14/2/2024 - 12:00 am
La insistencia de Jesús de que perdonemos es tan grande que llega a decir que hay perdonar setenta veces siete.
Que cada vez que tu hermano te pida perdón, perdona. Que para que el Padre Dios te perdone, debes también tú perdonar. En la cruz da el ejemplo supremo, perdonando y pidiendo al Padre que tenga misericordia de sus asesinos.
En la parábola del Hijo Pródigo, el padre lo perdona totalmente y le devuelve todos los derechos hereditarios y manda preparar una fiesta al hijo arrepentido. Perdona a la mujer adúltera y al buen ladrón.
Este es el primero que entra en el reino de los cielos. La Magdalena, de la que sacó siete demonios, la convierte en uno de sus discípulos más cercanos y es la primera que ve a Cristo resucitado.
De hecho el núcleo del Evangelio es la misericordia divina, reflejada en la entrega y muerte de Jesús en la cruz por nosotros, pagando el precio del rescate por nuestra condenación eterna.
A Jesús le cae el peso de todos los pecados del mundo entero, ofreciendo su vida por nuestra salvación eterna. Se nos abren las puertas del cielo por pura misericordia divina, gracias al perdón de Dios.
Tu debes perdonar porque así imitas a Dios misericordioso y te acercas más a él. Debes perdonar porque así te lo manda el Señor y está claro en el Evangelio. Debes perdonar porque así detienes la vorágine de agresividad, revanchas, enemistad y odios generados por los conflictos.
La espiral de violencia verbal o física se paraliza cuando alguien perdona. Por eso el "ojo por ojo" no funciona en la Nueva Alianza sellada con la sangre de Cristo.
Debes perdonar por amor al mismo agresor, comprendiendo que su maldad viene provocada porque es víctima de sus propios traumas, resentimientos, visión negativa de la vida, y por eso mejor sentir lástima por su situación que odio.
Pero debes perdonar por amor a ti mismo, sí, por amor a ti. Porque el resentimiento, el rencor y el odio, son venenos que lentamente nos van intoxicando, invadiendo todo el ser como letal sustancia espiritual negativa que afecta la mente, los sentimientos, las emociones, el alma, y también al final, el cuerpo.
La persona que no perdona se va enfermando, consumiéndose en su cultivo de emociones dañinas, que como toxinas venenosas corroen el alma, y eso la hace generar deseos de venganza, de hacer daño, de destruir a otros. Y se hace daño a sí misma. Genera maldad contra su propio ser. Y cada vez que recuerda el daño recibido, revive el suceso, le duele más, y se amarga más.
Por eso hay que perdonar siempre, setenta veces siete. Y así obedecemos a Cristo, médico del alma.
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