¿Por qué fracasan los matrimonios?
- Mons. Rómulo Emiliani cmf
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Los matrimonios fracasan porque no se respeta el periodo del noviazgo en su proceso normal. Se saltan etapas. No se dan tiempo para conocerse, no dialogan lo suficiente, no tienen contacto adecuado con la familia de la otra persona para saber su contexto. Es más, ni cada uno conoce su propio ser, en vista de la superficialidad e inmadurez reinante en el ambiente, y además, lamentablemente tienen experiencias íntimas sexuales muchas veces casi al empezar, confundiendo amor con sexo. No esperan que lleve el momento adecuado en el ambiente matrimonial para la intimidad. En relación con todo esto, las sorpresas se dan cuando ya viven juntos, lidiando cada día con los problemas cotidianos y todo lo que surge de inconveniente e imprevisible. Cuando ya se van dando cuenta de cómo es cada uno, vienen las desilusiones, los desengaños, las frustraciones. Surgen los conflictos, discusiones interminables y por cualquier cosa, y las acusaciones mutuas haciendo hincapié en los defectos de cada cual. En definitiva, no sabían con quién se casaban. Ser ignorantes en todo esto trae consecuencias lamentables.
En segundo lugar, hoy día hay una mentalidad en donde todo tiene fecha de vencimiento, nada es permanente, nada perdura en el tiempo, todo es pasajero. No vale el hacer compromisos permanentes. Nadie quiere comprometerse para toda la vida en algo, y menos en el matrimonio. Y hay una frase que subyace detrás de todo acuerdo, en este caso matrimonial: "mientras me vaya bien estaré con esta persona". Y como consecuencia, una tercera causa es la poca capacidad de aguante que hay. En todo matrimonio hay una cruz que llevar, o varias. Desde problemas económicos, asuntos de salud, crianza y formación de los hijos, lidiar con los defectos normales del cónyuge o con su familia; y nadie quiere aceptar sufrimientos que son necesarios, son parte de la vida de alguien que tiene responsabilidades. La fortaleza interior, el espíritu de lucha, el coraje necesario para cumplir metas, todo eso escasea hoy en el ambiente psicosocial donde todo debe conseguirse rápido, sin mucho esfuerzo, sin que cueste mucho, en fin, por el atajo.
Y una cuarta causa, la falta de Dios, el apartarse del camino del Reino, una espiritualidad vacía, en donde el Señor no cuenta, y al no tener la fuerza que da el Espíritu Santo, no se puede enfrentar uno al mundo, al demonio y a la carne con éxito. Por eso vienen tantos fracasos matrimoniales. Lógicamente hay otras causas como influencias de malas amistades, consumismo, materialismo y hedonismo. Lo triste de todo fracaso matrimonial no es solo el daño que se hace a la pareja, sino el sufrimiento ocasionado en los hijos.

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