Por un nuevo sistema político en Panamá
- Guillermo Antonio Ruiz Q. (opinion@epasa.com)
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Panamá nace con dos partidos heredados de nuestro pasado colombiano. Los partidos Liberal y Conservador, más que expresiones partidarias con algún postulado ideológico, en realidad ...
Panamá nace con dos partidos heredados de nuestro pasado colombiano. Los partidos Liberal y Conservador, más que expresiones partidarias con algún postulado ideológico, en realidad ...

Panamá nace con dos partidos heredados de nuestro pasado colombiano. Los partidos Liberal y Conservador, más que expresiones partidarias con algún postulado ideológico, en realidad son clubes de políticos con tendencias caciquistas e intereses económicos, según sea el punto de vista desde el cual se les evalúe.
Los Mendoza, Porras, Chiari, etc., más que dirigir doctrinariamente, lo hicieron desde sus propias personalidades, para bien o para mal, y según sus instintos de políticos de raza.
El partido Conservador panameño nunca fue un partido. Es quizás la peor de las ficciones de nuestra historia. Curiosamente, todos nuestros presidentes desde 1990 han apostado a un conservadurismo ideológico, de repente sin saberlo, pero claramente palpable en sus políticas económicas y de desarrollo. A esto, hay que mezclar algo de populismo, demagogia barata y últimamente, mucho asistencialismo.
La pobreza siempre ha sido alimentada por los políticos criollos. Antes y ahora. El partido Liberal siempre apostó por eso en todas sus expresiones hasta 1968. Los militares hicieron lo mismo. Y en nuestro periodo democrático, seguimos con lo mismo.
Por eso los planes de ayuda y asistencia. Por eso aún existe Boca La Caja y Viejo Veranillo. Por eso todavía hay villorrios frente al mar en Coclé y pueblitos en el este de Panamá, Herrera y Veraguas, donde los niños duermen en camas de tierra con bloques de cemento como almohadas. Nunca olvidaré aquel ministro de Desarrollo Social que entre lágrimas, vomitaba luego de ver semejante cuadro en vivo y en directo.
Panamá es un país rural, salvo en su ciudad, y una ficción en las playas de Coclé y Panamá Oeste. El resto, usted puede apreciar casas cuyos ventanales son de bloques ornamentales, techos de zinc oxidados, con bloques como sostén.
La centralización del país, producto del caudillismo y la megalomanía de quienes, cuales reyes, llegan a la presidencia creyendo que lo merecen todo, ha impedido que esta realidad cambie efectivamente. Paliativos y curitas es todo lo que nuestro país rural, o sea el 90% del territorio, es lo que ha recibido en todos estos años.
Una ley electoral diseñada para que unos pocos, reunidos en salones de los verdaderos centros de poder ubicados en Paitilla y Coco del Mar, decidan o, más bien, permitan que, cuando así les parece, gobierne uno u otro.
Los medios de comunicación tradicionalmente han sido utilizados como instrumentos políticos. No se escapa ninguno. Pero es una consecuencia de una lamentable falta de cultura democrática, a la cual nunca hemos tenido la posibilidad de acceder. ¿Cómo puede un periodista ser partidario de una ideología tal o cual si no sabe cómo separar lo partidista de la credibilidad y la objetividad?
Esto es imposible, y solo se puede acceder a la misma con mucha educación, cosa que se nos niega desde la política, empeñada en negar esfuerzos y recursos para construir la infraestructura necesaria para que nuestro país tenga las aulas adecuadas y suficientes que permitan igualdad en la educación pública y privada, que de una vez por todas nos haga competitivos contra el recurso humano que llega desde el exterior.
La innovación y el desarrollo de tecnologías nunca va a suceder en este país si se asigna migajas al presupuesto respectivo. Da lástima ver cómo en este país cientos de jóvenes tratan de desarrollar todo su potencial y, con tristeza, descubren que el techo de la capacidad del país para que logren sus objetivos es cada vez más bajo.
Todo lo descrito anteriormente tiene un origen: nuestro sistema político. Seguimos en el siglo XIX.
El primer golpe de Estado en Panamá lo consumó la sociedad civil. En adelante, esto mismo sucedió, pero con los policías y militares como principales protagonistas operativos, pero siempre con civiles en la parte intelectual e ideológica. Solamente en 1968, los civiles se restaron y, de repente, los militares se vieron con el poder en la mano.
Las consecuencias de seguir con nuestra situación son claramente explicables. Seguiremos cometiendo los mismos errores, pero con mayor gravedad. Panamá es caldo de cultivo para la aparición de un Alberto Fujimori o un Rafael Correa criollo. Seguro hay quienes se apuntan a la idea, pero les aseguro que, por las experiencias de Perú y Ecuador, esto no es necesariamente lo mejor que nos puede pasar.
Es el momento de replantear los partidos políticos. Convertir los existentes en verdaderas organizaciones políticas con vida y doctrina. No es cierto que las ideologías estén muertas.
Ingeniero. Estratega de comunicación política
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