Panamá
¿Qué estamos haciendo?
- Monseñor Rómulo Emiliani
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Cuando uno se convierte en un sicario de las tinieblas, destruyendo lo que encuentra a su paso: la vida y unión familiar, la paz y la solidaridad, el derecho de los pobres a participar del bien común, la posibilidad y necesidad de adorar al único Dios e implanta la idolatría de los dioses del mundo, uno se convierte en enemigo de Dios.

¿Estamos construyendo o destruyendo? Nuestra vida está puesta al servicio del Reino de Dios, o más bien a la voluntad de las tinieblas, socavando los cimientos de la civilización del amor, que viene del evangelio. Mis criterios están en consonancia con los principios dados por Cristo de servir sin esperar recompensa, amar aún a los enemigos, perdonar setenta veces siete, no juzgar, poner la otra mejilla, orar en lo secreto de una habitación con mi Padre Dios, caminar la milla de más, ser humilde y sencillo, creer en la misericordia y providencia divina, participar en la vida comunitaria de la Iglesia, alimentarme de los sacramentos. O más bien sigo los criterios del mundo de buscar ser siempre el primero, alimentar la codicia y la avaricia, promover la soberbia y el orgullo, rechazar a los que no quiero, nunca perdonar, creerme yo mismo un dios. Si son los criterios del mundo entonces seré un sectario, un elitista, un racista, un idólatra empedernido.
Cuando uno se convierte en un sicario de las tinieblas, destruyendo lo que encuentra a su paso: la vida y unión familiar, la paz y la solidaridad, el derecho de los pobres a participar del bien común, la posibilidad y necesidad de adorar al único Dios e implanta la idolatría de los dioses del mundo, uno se convierte en enemigo de Dios. Uno destila veneno en las relaciones humanas, causa tensiones y divisiones, se hace instrumento de la maldad ocasionando daño en cualquier parte. Aparece el traidor, el mentiroso, el codicioso y oportunista, el que busca solo su propio bien. Y esto hace daño a la humanidad, porque cada uno tiene su radio de acción donde ejerce una influencia muy notable. Esto unido a todos los que están infectados del virus de las tinieblas hace que el mundo esté como está.
La soberbia es capaz de hacer creer a las personas que son dios y se intenta crear unas normas de convivencia basadas en el egoísmo humano, haciéndole ver a Dios que se equivocó en la forma en que creó el mundo. La soberbia humana busca entonces crear su propio estilo de convivencia, donde lo creado desde la sabiduría divina ya no vale. El mundo entonces se pone contra Dios y todo empieza a descomponerse. La misma naturaleza se resiente, porque estamos todos en comunicación profunda, y el pecado humano influye en todas las redes vitales de energía, para usar un nombre, que alimentan a la creación. Comienza a imperar entonces el desorden y el caos. Necesitamos a Jesús que calle las olas del mar impetuoso y que vuelva la paz. No estamos bien. Y yo me pregunto: ¿ Estoy construyendo un mundo nuevo o destruyéndolo?
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