Réplica sobre caso registrado en el Rommel Fernández
Publicado 2000/02/04 00:00:00
Con todo respeto escribo esta nota para aclarar una información aparecida -casi en forma sensacionalista- en su sección de primera plana, "El Pulso de Panamá", del lunes 24 de enero, sobre el caso del Estadio Rommel Fernández, en la que, al lamentarse de semejantes hechos, literalmente dice: "Incluso en Centro América, hemos de recordar la bochornosa "guerra del fútbol" que llevó a Honduras y El Salvador a enfrentarse militarmente por causa de un juego". Esta especie, generada más que todo por el sensacionalismo de cierta prensa norteamericana de la época, que la llamó "the soccer war" y aludía a ella como una muestra de lo bárbaros e incivilizados que éramos los vecinos de su "back yard" al ir a una guerra por un simple partido de fútbol, ya ha sido aclarada a través de los años, y son muy pocos los periodistas que todavía hacen eco de ella, en la misma forma en que sus inventores la usaron hace 31 años.
La verdadera causa de esa guerra fue múltiple: el genocidio desatado en Honduras, pro grupos paramilitares contra los salvadoreños que hacía años habían emigrado a esa tierra de morazánica, y ya se habían establecido exitosamente como artesanos, comerciantes, agricultores y pequeños industriales. Por otro lado, el advenimiento del Mercado Común Centroamericano, había dejado a los industriales hondureños en clara desventaja con El Salvador y Guatemala, que presentaban un mayor auge y capacidad industrial; además, la situación política de Honduras, agravada por una desaceleración económica y la proverbial corrupción del ejército hondureño y sus adláteres civiles, estaba desembocando en una creciente efervescencia social. Y rematando este panorama en contra de los salvadoreños, en las grandes bananeras de la United Fruit, se gestaba la sindicalización de los trabajadores, hecho que también se le endilgó a agitadores y activistas salvadoreños. Y finalmente, la encendida campaña en contra de los salvadoreños puntalanceada por la emisora de radio RN de Honduras, al servicio del militarismo.
Se debe tomar en cuenta, entonces, que la eliminatoria para el mundial de fútbol, que se jugó entre El Salvador y Honduras, fue nada más que la chispa que se necesitaba para arremeter contra los salvadoreños, ya que éstos se habían convertido en el chivo expiatorio por excelencia para tantos sectores y actores dentro de Honduras: para los industriales, la forma de terminar con el MERCOMUN; para los militares, la distracción tan providencial para amalgamar al pueblo alrededor de su ejército, para la United Fruit y decenas de hondureños, la oportunidad de deshacerse de la incomodidad que a cada quien le causaban los salvadoreños.
Debo mencionarle, de paso, la organización de la fatídica "Mancha Brava", una banda paramilitar de civiles y militares hondureños que se dedicó a perseguir y linchar salvadoreños, mucho antes que el famoso partido de fútbol se disputara en México, como terreno neutral.
El decir que, hondureños y salvadoreños fueron a una "bochornosa" guerra por un partido de fútbol, sin adivinar qué cosa tan terrible pudiese tener implicaciones más profundas, deja corta la definición del periodismo serio que pudiese alegar la persona que escribió la nota aludida.
O tal vez, esta misma persona pudiese analizar que a tan sólo pocas horas antes de la balacera en el Rommel Fernández, otro grupo de colonenses intentaron tomarse a la fuerza una de las esclusas del Canal, y que es posible que el trasfondo de ambos incidentes tenga un vaso comunicante, como lo sería el olvido, el deterioro y las profundas disfunciones sociales que padece la ciudad atlántica. Para los que vivimos ese período oscuro de Centro América, en la que dos pueblos vecinos, hermanos y con tantas cosas e historias en común, se enfrascaron en sangrientas escaramuzas alentadas por grupos y sectores con agendas propias y mezquinas, alejadas de los derechos humanos, el leer con qué simpleza y superficialidad se maneja esta historia en su prestigioso periódico, no hace más que volver a revivirnos la tristeza y angustia que vimos en miles de mujeres, niños y ancianos, huyendo de las hordas paramilitares de la "mancha brava" y Cía., dejando atrás bienes, haberes, sueños y seres amados.
La verdadera causa de esa guerra fue múltiple: el genocidio desatado en Honduras, pro grupos paramilitares contra los salvadoreños que hacía años habían emigrado a esa tierra de morazánica, y ya se habían establecido exitosamente como artesanos, comerciantes, agricultores y pequeños industriales. Por otro lado, el advenimiento del Mercado Común Centroamericano, había dejado a los industriales hondureños en clara desventaja con El Salvador y Guatemala, que presentaban un mayor auge y capacidad industrial; además, la situación política de Honduras, agravada por una desaceleración económica y la proverbial corrupción del ejército hondureño y sus adláteres civiles, estaba desembocando en una creciente efervescencia social. Y rematando este panorama en contra de los salvadoreños, en las grandes bananeras de la United Fruit, se gestaba la sindicalización de los trabajadores, hecho que también se le endilgó a agitadores y activistas salvadoreños. Y finalmente, la encendida campaña en contra de los salvadoreños puntalanceada por la emisora de radio RN de Honduras, al servicio del militarismo.
Se debe tomar en cuenta, entonces, que la eliminatoria para el mundial de fútbol, que se jugó entre El Salvador y Honduras, fue nada más que la chispa que se necesitaba para arremeter contra los salvadoreños, ya que éstos se habían convertido en el chivo expiatorio por excelencia para tantos sectores y actores dentro de Honduras: para los industriales, la forma de terminar con el MERCOMUN; para los militares, la distracción tan providencial para amalgamar al pueblo alrededor de su ejército, para la United Fruit y decenas de hondureños, la oportunidad de deshacerse de la incomodidad que a cada quien le causaban los salvadoreños.
Debo mencionarle, de paso, la organización de la fatídica "Mancha Brava", una banda paramilitar de civiles y militares hondureños que se dedicó a perseguir y linchar salvadoreños, mucho antes que el famoso partido de fútbol se disputara en México, como terreno neutral.
El decir que, hondureños y salvadoreños fueron a una "bochornosa" guerra por un partido de fútbol, sin adivinar qué cosa tan terrible pudiese tener implicaciones más profundas, deja corta la definición del periodismo serio que pudiese alegar la persona que escribió la nota aludida.
O tal vez, esta misma persona pudiese analizar que a tan sólo pocas horas antes de la balacera en el Rommel Fernández, otro grupo de colonenses intentaron tomarse a la fuerza una de las esclusas del Canal, y que es posible que el trasfondo de ambos incidentes tenga un vaso comunicante, como lo sería el olvido, el deterioro y las profundas disfunciones sociales que padece la ciudad atlántica. Para los que vivimos ese período oscuro de Centro América, en la que dos pueblos vecinos, hermanos y con tantas cosas e historias en común, se enfrascaron en sangrientas escaramuzas alentadas por grupos y sectores con agendas propias y mezquinas, alejadas de los derechos humanos, el leer con qué simpleza y superficialidad se maneja esta historia en su prestigioso periódico, no hace más que volver a revivirnos la tristeza y angustia que vimos en miles de mujeres, niños y ancianos, huyendo de las hordas paramilitares de la "mancha brava" y Cía., dejando atrás bienes, haberes, sueños y seres amados.
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