Epicentro
Sobre el reinado de la barbarie
Se ha entronado hoy el régimen del miedo, a tal punto que los ciudadanos de esa nación prefieren desplegar actos de desesperación inusitada por huir, por alejarse de lo que será muy pronto oscurantismo, violencia, retraso y desesperación. Huyen de un mundo de crueldad que ya era para muchos de ellos conocido, porque que se mantuvo sólido y en pie hasta el año 2001.
- Arnulfo Arias O.
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- - Publicado: 17/8/2021 - 12:00 am
Justo cuando el ser humano se estaba acostumbrando a la violencia digitalizada, físicamente inofensiva, más distante del puño cerrado y más cercana al teclado de los servidores y las redes, vemos el retorno de esos periodos de barbarie material con la toma del poder por parte de los talibanes en Afganistán.
El código más valioso para esa agrupación es el radicalismo, el fundamentalismo y la violencia generalizada; gobiernan sobre la base del terror, subyugan a la mujer por niveles inferiores a la esclavitud y no admiten otra verdad adentro de los muros férreamente custodiados de sus propias creencias.
Dudo que el diálogo pueda ser una bandera para llegar a algún acuerdo con esas agrupaciones; basta ver a los sujetos que hoy se toman el control de esa nación, según las tomas de los medios internacionales; cada uno más armado que los otros ante las cámaras que los captaban para el recuento de la historia.
El mundo ha cambiado nuevamente hoy, con esa noticia que tendrá un alcance globalista y que a todos, en alguna forma, nos impacta. Si ya viajar era un calvario, imaginemos esto ahora, en que cada sombra de unos radicales ronda libre por el mundo entero, amenazando nuestras formas más pacíficas de vida.
Se ha entronado hoy el régimen del miedo, a tal punto que los ciudadanos de esa nación prefieren desplegar actos de desesperación inusitada por huir, por alejarse de lo que será muy pronto oscurantismo, violencia, retraso y desesperación. Huyen de un mundo de crueldad que ya era para muchos de ellos conocido, porque que se mantuvo sólido y en pie hasta el año 2001.
Lo que hemos visto hoy es el retorno a los caminos de la oscuridad en esa nación; el retorno a la fuerza material de los fusiles; a la obediencia ciega de unos y a la sumisión forzada de otros, que ya no pueden protestar.
Un mundo que creímos olvidado surge hoy de las cenizas y se nos despliega ante nosotros para recordarnos que la naturaleza misma de la humanidad no es tan distinga hoy de lo que fuera hace milenios y que todavía no nos hemos elevado por encima de las raíces materiales de la evolución del hombre.
Cazador, recolector, labriego e internauta son todos partes de la misma y muy reciente era psicozoica, parte de la raza de los homo sapiens sapiens, que se eleva a la alturas de los ángeles y que desciende, a veces, por debajo de las mismas bestias.
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Lo que ha sucedido hoy con ese grupo radical, enraizado en las entrañas mismas de la vida atávica de la violencia, del llamado curso del cerebro reptiliano y primitivo de los hombres, nos hace recordar que no estamos muy distantes, en comportamiento, de nuestro antepasado primitivo que todavía pensaba que su boca era el arma predilecta para defenderse.
Pensemos que estas realidades trágicas nos hacen dividir el trigo y la cizaña, nos hacen apreciar con más cuidado los periodos momentáneos de la paz del mundo y aspirar a que esos tramos de la historia que son gratos para el mundo entero se prolonguen de manera indefinida, bajo el dominio de la ciencia, de la religión universal y de la mano del entendimiento amplio de que todos, absolutamente, tenemos un origen de hermandad en este “pequeño punto azul”, al que se refiriera el astrofísico Carl Sagan.
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