Inframundo
- REDACCION
Dos razas de seres sobrenaturales comenzaron a existir, cada una surgida de la estirpe de dos hijos diferentes del inmortal original, Alexander Corvinus. Los vampiros, provenientes de la línea de Markus, se convirtieron en elegantes, aristocráticos y astutos bebedores de sangre. Los hombres lobos, de la línea de William, se convirtieron en bestias salvajes, sin rastro de humanidad y con un insaciable apetito por la violencia.
Otro accidente genético rompió nuevamente el equilibrio de poder: una mujer loba, cautiva en una fortaleza de los vampiros, dio a luz a un niño, aparentemente, humano. Su nombre era Lucian, el primer licántropo nacido en cautiverio en la casa de Viktor, el supremo y poderoso líder de los vampiros. A diferencia de los originales hombres lobos, de la estirpe de William, él es capaz de tomar la forma de hombre o de bestia a voluntad. La estirpe de Lucian fue utilizada por Viktor para crear una raza entera de esclavos, utilizados por los vampiros como trabajadores y guardias durante las vulnerables horas de luz, y evitando que se transformaran gracias a unos grilletes de plata colocados alrededor de sus cuellos.
Viktor reina sobre sus esclavos y sólo ama dos cosas: el poder y a su bella pero terca hija, Sonja. Cada noche, Sonja cabalga con los “Death Dealers”, una elite de soldados vampiros que protege los dominios de Viktor de los merodeadores hombres lobos. Pero sin que lo sepa su padre ni ninguno de sus pares, Sonja se enamora de Lucian, que ahora es un diestro herrero que fabrica armas en el castillo vampiro. Su romance tiene que permanecer totalmente en secreto, porque si es descubierto, significaría la muerte segura para ambos.
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