Jefa por accidente

Generaciones se enfrentan. Producto en parte del imperio de la tecnología. Y, el que no navega en ese mar deja de ser pez para convertirse en pescado. O sea, está desfasado. Entiéndase muerto, no lo toman en cuenta, y si lo hacen, es víctima de bullying y de ególatras con títulos de prestigiosas universidades. O le pagan una guayaba, lo subestiman, lo miran como si fuera una cucaracha.

Parte de lo anterior sucede en 'Jefa por accidente', pero he allí que quienes en menos de un segundo dejan casi fuera del juego a la hasta entonces exitosa Maya, el personaje que interpreta Jenniffer López, no serán los que reirán de último. Ella les dará cátedra.

Maya, diligente, ingeniosa y comprometida trabajadora dará que hablar.

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Como habrán visto, no la llamamos profesional porque ese sustantivo, hay millones de personas en el mundo, de mente angosta, que se lo reservan solo para quienes tienen títulos académicos y se olvidan de que los empíricos fueron los primeros maestros. Ellos tienen vasta experiencia y pueden hablar con propiedad sobre el campo en que se desarrollan. A diferencia de muchos novatos que tienen la pared llena de diplomas, mucha teoría y poca práctica.

Pero, como los gladiadores romanos, no dar la espalda al enemigo, no bajar la guardia para no cederle terreno y estudiar cada movimiento de este es parte de la estrategia de Maya para salir airosa y poner en su lugar a quienes la subvaloraban y hubo momentos en que la hicieron sentir como una pulga. Pero, vaya que su mejor conquista en esta batalla por la supremacía laboral no fue en ese ámbito.

No, fue en su vida personal: aprender de sus errores y que la puerta para la credibilidad y el éxito es ser auténtica. Que hablar con la verdad, arrepentirse y reinventarse como individuo puede ser la llave, y pesa más que cualquier título.

En la deliciosa cinta hay competencia, celos, envidia, inseguridad (por parte de los detractores) amor y mucha introspección.