Panamá
La esperanzadora visita de la tortuga carey a La Barqueta
- Karol Elizabeth Lara
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A inicios de 2024 se registró el segundo arribo de una tortuga carey, en cuatro años, a playa La Barqueta. Esta especie está en peligro crítico de extinción.
Un grupo de pescadores de La Barqueta, en Chiriquí, realizaba sus tareas habituales cuando la sorpresiva presencia de una tortuga carey llamó su atención.
De inmediato se comunicaron con el equipo del proyecto de Conservación de Tortugas Marinas (Acotmar) de la Unachi, liderado por el biólogo Juan Eduardo Blas, para que atendiera la grata visita.
Este es apenas el segundo registro de una tortuga carey (Eretmochelys imbricata), en La Barqueta en los últimos cuatro años desde que se recopilan los datos. El primer arribo registrado ocurrió el 18 de enero de 2020 y el segundo el 7 de enero de este año.
La noticia tiene matices doblemente positivos, señala Blas. Por un lado se vuelve a documentar la presencia en esta playa de una especie en peligro crítico de extinción y por otra parte la educación ambiental que han puesto en marcha en la zona rinde frutos, tras la colaboración brindada por los pescadores.
"Para nosotros es esperanzador e importante que exista la presencia de la tortuga carey, no en cantidad, pero sí que llegue a La Barqueta. No anidó pero la medimos y es más grande que la primera", dijo Blas a Panamá América.
El individuo avistado tiene un largo curvo del caparazón de 61 centímetros y un ancho curvo de 51 cm.
Además le colocaron una placa de marcaje en la segunda escama de la aleta anterior izquierda.
Este marcaje permite evidenciar presencia de tortugas marinas en la playa, determinar dinámica poblacional, frecuencia de anidación, entre otros aspectos.
El proyecto de marcaje se realiza en conjunto con la Dirección de Costas y Mares de MiAmbiente y los registros se comparten con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOOA) de Estados Unidos.
De acuerdo con el docente universitario posiblemente hace mucho tiempo abundaron estas tortugas en La Barqueta, pero en esa época hubo una caza indiscriminada que fue mermando sus poblaciones.
Su lindo caparazón aumentó las amenazas, mientras el consumo de su carne y huevos está prohibido.
"El caparazón se usaba para hacer prendas y espuelas de gallo. A partir de 2008, Panamá se comprometió a protegerla y el año pasado, con la nueva ley que establece la conservación de todas las tortugas marinas y sus hábitats en Panamá, esto se reforzó", añadió.
Blas espera que las reducidas poblaciones actuales se recuperen, con el apoyo de los conservacionistas y las leyes.
"Las personas ahora respetan más. Incluso los pescadores, en el último reporte de esa carey, avisaron al proyecto. En nuestro proyecto también llevamos la parte de educación ambiental. Las poblaciones se han ido recuperando porque existe más conciencia", comentó.
La bióloga y profesora de la Unachi, Olga Samaniego, coincide en la importancia de este arribo, dado que son muy escasos en esta playa y en las del Pacífico panameño.
En La Barqueta, la lora es una de las tortugas marinas más comúnes, de la cual cada año se liberan miles de neonatos.
La tortuga carey, en tanto, está en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su población global ha disminuido en un 80 % durante el último siglo.
De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, el Parque Nacional Coiba es la zona con mayor densidad de tortugas carey dentro de todo el Pacífico Oriental Tropical que va desde el sur de México hasta Ecuador.
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