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El intelectual, el maestro y el historiador
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EL INTELECTUAL: Premunido de la sólida formación a nivel medio, adquirida en el Instituto Nacional, bajo la atenta y seguramente rigurosa guía de las primeras generaciones de docentes del "Nido de Águilas" y bajo el amplio alero cultural de su progenitor el Dr.José Dolores Moscote, marchó Rafael E.Moscote a Estados Unidos con el propósito de beber en ese inagotable venero científico cultural de la Universidad de Columbia, centro académico de gran prestigio y atalaya, por aquella época, del pensamiento liberal estadounidense.La sólida formación intelectual humanística de que hizo gala el Dr.Rafael E.Moscote en el ejercicio de su vida pública, así como ese talante abierto y liberal, alérgico a toda inflexibilidad sectaria y postura dogmática, fue el resultado de esas influencias definitorias de los círculos universitarios en que se formó cultural y moralmente, a la luz de los historiadores, filósofos y literatos norteamericanos y europeos más notables de las primeras décadas del siglo XX.En las páginas de los periódicos y revistas panameñas a lo largo de más de siete décadas de fructífera producción literaria, podemos encontrar múltiples artículos y colaboraciones del Dr.Moscote sobre las más diversas temáticas, que dan fe de los intereses e inquietudes polifacéticas que le acompañarían a lo largo de su extensa y provechosa existencia.Desde los artículos de crítica literaria tales como: "A siglo y medio del nacimiento de Dickens" y "El escritor, el tema y su técnica", en los que se asoma con lente crítico y racional para enjuiciar los merecimientos literarios de Dickens, o para conjugar en la obra de creación literaria el valor de las técnicas narrativas y la fertilidad argumental de la temática que se aborda en la obra literaria.Técnica y temática cuyo dominio por parte del escritor, se constituyen en elementos imprescindibles en el proceso de creación literaria, cualesquiera que sea el género que se cultive.Sin embargo, así como incursionó Moscote por los tremedales de la crítica y de la estética literaria, con no menos provecho y profundidad abordó las complejidades de la teoría política y de las ideologías, al comentar con profundidad y acierto la obra "Los Marxistas" de Wright Mills.Pese a su formación teórica liberal, Moscote no tuvo ninguna dificultad para reconocer con Mills "que las ciencias sociales de nuestro tiempo poco nos dicen si hacemos caso omiso de la obra de los grandes marxistas desde Marx y Engels hasta los nuevos intérpretes del marxismo", al mismo tiempo que reconocía autocríticamente que en alguna medida la razón le asiste a dicho autor cuando señala acerca de los liberales dogmáticos que estos .Agrega que .No obstante, conceptúa Moscote que pese a las apreciaciones críticas de Mills sobre el liberalismo, lo cierto es que "el liberalismo, o esa mente social que C.Wright Mills, quiere desconocer por definición, está haciendo posible la humanización de aquellos aspectos del marxismo que son inteligibles"; por ello, estima Moscote que "a lo mejor C.Wright Mills, sociólogo más que historiador de las ideas políticas, mientras redactaba Los Marxistas, dentro de un clima de libre expresión de las ideas, estaba pensando en el liberalismo clásico leseferista, etapa histórica ya ampliamente superada por una filosofía social más humana y racional".¡Qué lejos estaba Don Rafael cuando escribía estas últimas apreciaciones, allá por las décadas del cincuenta o sesenta, del retorno bestial y descarnado del neo-liberalismo tan en boga durante los últimos lustros.Ese neoliberalismo que ha plagado de miserias a tantos pueblos en nombre de la libertad de mercado!.Los escritos de Moscote "acerca de la formación intelectual", hacen el elogio de la intelectualidad y su lugar preferente en la vía de la redención humana.Con elocuencia expresa que "nos parece que, pese a tanta interesante teoría sobre cómo mejorar la condición del género humano, el primer paso hacia tal desideratum es el afianzamiento de la condición del individuo mediante una adecuada formación intelectual.Formación intelectual, en el sentido correcto del término, que es algo que no se adquiere mediante recetas o fórmulas taumatúrgicas, como si operase movido por las ruedas del azar o del mero acontecer.Ella es el resultado de un esfuerzo consciente, empujado por un constante proceso de superación que ha de llevar a metas deseadas que se hallan en la tierra prometida del conocimiento universal".Agrega con profundo sentido crítico respecto a la formación intelectual, que "ella es, más bien, el producto del conocimiento bien organizado y reflexivo, porque cuando no hay reflexión sobre el conocimiento y aún reflexión sobre la reflexión misma, vieja aspiración de la filosofía, se pierde la razón de ser del estudio y de la investigación.Reflexión que no ocurre en el vacío, sino que se manifiesta bajo la forma de problemas fundamentales sobre el hombre, sus instituciones y en relación con el mundo físico que la nutre y le sirve de sostén.Problemas en el orden político, moral, estético y espiritual que sólo se los plantea el hombre de profunda sensibilidad que se siente aprisionado por la curiosidad febril de ser pensante".Vemos, pues, cómo Rafael E, Moscote fue para nosotros el paradigma del intelectual liberal progresista, culto en su formación, abierto y tolerante en su actitud vital para quienes no compartimos las ideas del liberalismo manchesteriano.EL MAESTRO: Por más de sesenta años de su vida, Rafael E.Moscote, ejerció como educador en las aulas de educación media y superior de nuestro país.Múltiples generaciones de jóvenes panameños bebieron en las fuentes del saber enciclopédico del Dr.Moscote.Sin embargo, no se vaya a creer que se trataba del erudito encerrado entre los anaqueles de la biblioteca y abstraído del mundanal acaecer.Todo lo contrario, fue Rafael E.Moscote el ideal del académico universitario preocupado del acontecer nacional y protagonista de algunos de los momentos estelares de la vida nacional.Su firme postura y su identificación con los ideales patrióticos de la juventud, le acarreó no pocos sinsabores y persecuciones de los regímenes de turno, incluso la remoción de la Rectoría del Instituto Nacional por el régimen del Presidente José A.Remón; posteriormente, el ostracismo académico de la Casa de Méndez Pereira en razón del cierre de esta Casa de Estudios Superiores, a raíz del golpe de Estado Militar del 11 de octubre de 1968.También incursionó en la vida política nacional bajo las banderas del Partido Liberal, dejando entrever con ello su compromiso con el acontecer nacional y la profunda convicción de que la Universidad no puede ser una isla en el país, sino una institución de cultura superior que vive la realidad de la país y es sensible a los más graves problemas de nuestro pueblo.Fue precisamente durante las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo, en pleno régimen militar, cuando mayores oportunidades tuve de departir con el Maestro y puedo dar fe de que a Rafael E.Moscote, como pensador liberal y humanista, le dolía Panamá, al igual que de su preocupación constante por los destinos de nuestra Universidad, institución a la que no retornó a ejercer su elevado magisterio con posterioridad al golpe de Estado militar.De lo que no cabe la mínima duda es que Rafael E.Moscote fue un maestro de juventudes a carta cabal.Siempre de buen humor, con una permanente sonrisa en los labios, hizo gala no solamente de la rica sabiduría del maestro que evidencia sus amplios conocimientos no sólo como historiador, sino como humanista y filósofo de la cultura.Fue Rafael amigo de los estudiantes y en diálogo permanente con la lucida dirigencia estudiantil universitaria de aquella época, siempre mediando en los encendidos conflictos que vivió la Universidad durante las décadas de los cincuenta y sesenta.Lo recordamos hoy como un auténtico liberal, hombre de mente abierta, dialogante, que hace de la tolerancia y de la amplitud de miras el medio necesario para allanar las diferencias y erradicar todo tipo de prejuicios.EL HISTORIADOR: Como bien lo señalan los epistemólogos J.M.Mardones y N.Ursúa, "con el amanecer del siglo XIX se hizo evidente que la sociedad, la vida de los hombres en ella con sus múltiples relaciones no era ni algo claro, ni dado de una vez por todas.Desde este momento de crisis, el pensamiento y la reflexión pugnaron por encontrar estabilidad.Fruto de esta lucha con un mundo social que se había vuelto problemático, fueron las ciencias histórica, sociológica, política, económica, psicológica.¿pero, eran verdaderamente ciencias tales intentos, explicaciones, reflexiones y quehaceres? Se inauguró, pues, una dilatada polémica en torno a la cientificidad de las ciencias sociales y de manera muy especial de la historia".La polémica arriba mencionada situará la disputa entre la naciente concepción positivista de la ciencia, a cuya cabeza se situaron Augusto Comte y J.S.Mill y, por otra parte, los antipositivistas alemanes, quienes fundan la tradición hermenéutica.Los rígidos criterios positivistas, que al decir del propio Comte se situaban en torno a cuatro puntos o aspectos básicos, a saber: monismo metodológico, modelo o canon de las ciencias físico-naturales, explicación causal o Erklaren e interés dominador del conocimiento positivista daban por sentado que, a pesar de que se reconocía la especificidad del objeto de estudio social, el método de las ciencias físico naturales era el único método científico y la explicación causal galileana-newtoniana, el objetivo y meta de toda investigación científica.Debemos reconocer que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y durante todo el siglo XX, las concepciones positivistas y neopositivistas gozaron en el campo de las ciencias sociales de gran aceptación, hasta llegar a constituirse en el modelo que ganó la aceptación de importantes sectores del mundo académico de la investigación científica.Sin embargo, la reacción antipositivista o hermenéutica se levantó con energía contra ese intento reduccionista de las ciencias sociales, poniendo de manifiesto que en el universo de las ciencias sociales y del espíritu no basta con explicar (ercklaren) sin que lo medular es comprender (Verstehen).La impronta de los cánones positivistas calará profundamente en los pensadores y científicos sociales latinoamericanos del decimonono y en el ámbito de la historia impusieron como paradigma del historiador por excelencia a Leopoldo Von Ranke, para quien "la función exclusiva del historiador era .Su historiografía, historia sin problemas, (..) le imprimió a los estudios históricos un carácter matemático, si cabe la expresión, que pretendía reducir a fórmulas exactas la vida del hombre y de sus instituciones", al decir de Moscote.Agrega que "por ello, la historia escrita bajo su inspiración reflejaba el espíritu inflexible del maestro y participaba de sus más salientes modalidades.Por ello, también, la historia así entendida, ha llegado a convertirse en manía de "profesionales" sin imaginación, que prefieren seguir el camino fácil de las cosas rutinarias, libres del dialogar sereno y reflexivo".Panamá no fue la excepción dentro de este contexto de dominio de las concepciones historiográficas positivistas que Moscote denuncia y confronta.Para lo cual comienza por dejar claramente establecida su posición y su postura en favor de una historia científica.Por eso, advierte "Que no se diga, luego, que estamos planteando una tesis de oposición a la ciencia.Sostenemos, por el contrario, que hoy día, historia sin conocimiento científico, es una historia a medias, ya que en el desenvolvimiento de la humanidad la ciencia ocupa un lugar destinado.(Agrega) Lo que sí objetamos es el tipo de investigación histórica que calca los métodos y las fórmulas de la ciencia experimental sin advertir que, en esencia, el material humano es distinto, a los elementos que se utilizan en el laboratorio.Más aún, es necesario distinguir entre la interpretación de un hecho histórico cualquiera y la labor metodológica que presupone la investigación histórica per se".Sin negar los aspectos objetivos de la historia que la concepción positivista pone en especial relieve, destacan los aspectos intangibles que pone de relieve la hermenéutica.De lo que se trata es de situar en un adecuado balance tanto lo objetivo como lo subjetivo, los hechos como su necesaria interpretación.En su opúsculo acerca de "El sentido actual de los Estudios Históricos" alude al rechazo que suscitará entre "aquellos para quienes la Historia es sólo una recitación cronológica de datos y de fechas en armónica y tranquila sucesión, y que han de combatir aquellos que miran el desenvolvimiento humano en forma más amplia, que sólo puede tener valor mediante la interpretación inteligente del fenómeno histórico, auxiliado por la mente filosófica, las ciencias sociales y naturales en función de elementos coadyuvantes de dicha interpretación.Agrega "Queremos dejar en claro que nuestras reflexiones no pretenden indicar métodos, fórmulas o técnicas de investigación.Sólo nos proponemos señalar los rumbos del pensamiento actual en materia historiográfica, así como la actitud mental y la formación académica de que debe estar revestido el historiador en su búsqueda constante de la razón de ser del transcurrir histórico".La novedad de enfoque de la historia que aportó Moscote, queda claramente evidenciada por su visión historiográfica de totalidad, cuando señala que: "suponemos que el historiador pretende conocer y nos preguntamos cómo llega a ello.Ahora bien: Todo conocimiento que no tomase en cuenta el orden y la unidad interna del momento desfiguraría su objeto, pues una obra, o como se dice, un poner por obra, sólo es inteligible con relación a su fin auténtico.Entre observación de hechos, explicación por las causas, por una parte y observación por otra parte, se interpone la comprensión; que en derecho debiera ser independencia de la una y la otra y precederles a ambas".Aun de manera más taxativa, Moscote arremete contra la visión positivista de la historia cuando señala que "Lo que sí parece extraño, por cierto, es que a estas alturas del conocimiento, en sus diversos órdenes, existan historiadores y críticos que se atrevan a presentar a Ranke como el máximo exponente del pensamiento histórico.(Agrega que éstos ) no han logrado percatarse que ésta ha sufrido transformaciones provocadas por corrientes y por tendencias, filosóficas y sociales, extrañas al mundo de Ranke".En el mismo orden de pensamiento indica que "por otro lado, es sabido, que poderosos movimientos ideológicos han superado, en diferentes aspectos, la obra de Ranke.De un lado, el socialismo científico de Marx y Engels que introduce una conciencia socio-económica en la investigación histórica (..) El evolucionismo darwinista que al introducir una concepción genética, vincula la idea del progreso al pensamiento histórico (..) lo mismo puede decirse de la Sociología, que analiza el sentido institucional de los pueblos y de los sistemas como forjadores de cultura.Hay que señalar dos corrientes que han contribuido a modificar las viejas concepciones históricas.Por un lado, el psicoanálisis de Freud, de evidente influencia en el cuadro de las ideas contemporáneas, ..Por otro lado, el relativismo de Einstein y sus planteamientos físico-matemáticos que han conducido a la utilización de la energía nuclear".Frente a la concepción esclerotizada de la historia, cuyo mínimo ideal consistía en la "extinción del yo" al decir de Simmel, o "al conocimiento sin sujeto" preconizado por Popper, Moscote contrapone la convicción de que "A la historia, entendida esta como disciplina que utiliza el pasado para explicarse racionalmente el presente sólo le interesa aquello que ha logrado (..)"