Equidad tejida con fibras de chunga
Historia que amalgama las añoranzas de igualdad laboral de una artesana indígena con la empresa social de soñadoras dispuestas a romper paradigmas étnicos y económicos.
- Adiel Bonilla
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- - Publicado: 24/6/2018 - 12:00 am
Cuando el silencio selvático arropa la pequeña comunidad indígena, y los sonidos de aves nocturnas ahuyentan al último chiquillo rezagado que se recoge en su rancho, Gloria Samana toma entre sus manos la cesta de chunga que se dispone a terminar de tejer esa noche calma.
El manto oscuro, enigmático y silente de las noches de la comunidad de Ipetí Emberá es propicio para tejer. Así lo hacía también su madre, su abuela, y varias generaciones de mujeres hacia atrás, que legaron en ella sangre de artesana emberá.
Pero la noche también es propicia para meditar a solas, bien lo sabe Gloria, para ensimismarse en pensamientos que confieren un perturbador y momentáneo desasosiego, ajeno a su carácter apacible.
Ajusta sus anteojos mientras realiza las puntadas finales de la cesta, momento en que se revuelven con más ímpetu sus reflexiones de siempre: ¿No es igual de valiosa esta cesta de fibra de palma de chunga que una pollera de esas del interior? ¿No debería tratarse con igual valor y cuidado que los potes de La Arena de Chitré, o el sombrero pinta'o de Coclé?
Gloria no sabe nada del título VII del Civil Rights Act (Ley de Derechos Civiles) de 1964, sobre la igualdad de oportunidades laborales, del derecho al trato igualitario a cada esfuerzo creativo paralelo… ¡no!, pero lo que ella sí tiene es mucho sentido común.
Lanza una última revisión a su creación artesanal, y se responde a sí misma: Sí es igual de valiosa.
La mano que teje
Al día siguiente se vuelve a reunir con las otras cuatro mujeres que mantienen viva la herencia artesanal en el pequeño mundo de Gloria, una cantidad limitada de manos para tejer que le preocupa, y que de seguro será tema de conversación introspectiva al caer la noche.
Hilda Ruiz tiene unas cuantas décadas menos que Gloria; Joselina Casama y Lisinia Martínez están en plena vida productiva y maternal. Pero la mayor felicidad para las pupilas vetustas de la septuagenaria la aporta Behici Casama, la más joven del grupo, que además de llevar su sangre le aporta garantía visual de supervivencia del legado artesanal.
Todas observan y critican sus creaciones, antes de retirarse a sus ranchos. Esa noche volverán a tejer por cuenta propia.
Las artesanas emberás son auténticas administradoras del hogar. Y si bien no ocupan puestos de jerarquía en su estructura política, siempre son consultadas para las decisiones más importantes (conducta típica de la sociedad matriarcal)… pero es en las noches cuando tejen. Cuando los niños ya duermen, cuando los oficios ya terminan, cuando no hay suficiente luz para las labores agrícolas.
Y, aunque en otras comunidades emberás de áreas remotas del Darién la noche toca a la puerta más temprano, en el caso de Ipetí, su cercanía a la calle hace que los carros, el rezago del comercio y de las encomiendas roben algunas horas al arribo de la sagrada noche indígena.
Gloria tiene sentimientos encontrados con la calle.
Por una parte sabe que facilita la llegada de costumbres raras ajenas a su cultura. Pero en su sapiencia lógica también reconoce que la calle hace más fácil el comercio de sus artesanías; permite que gente de la ciudad y de otras partes del país puedan ver y comprar sus confecciones.
La mano que diseña
Fue esa misma calle la que permitió que la reconocida diseñadora de modas Fernanda Quirós accediera a las artesanías de las mujeres de Ipetí Emberá.
Fue a finales de 2017 cuando Fernanda llegó a este mágico sitio, separado de la capital del país por un corto viaje de solo 2 horas, pero que -en palabras de la diseñadora- parece otro mundo.
Fernanda Quirós se formó profesionalmente en Milán, Italia, y estuvo en ferias de artesanías en Europa, pero nunca vio allí alguna representación emberá. Aunque opina que sus creaciones tienen todo el potencial para hacerlo.
La diseñadora llegó a Ipetí invitada por su amiga Gabriela Valencia Mestre, quien por 8 años trabajó en estos predios con un proyecto de salud y de inclusión económica, por medio de las "cajas rurales", que entre otras ventajas permitían a las artesanas abrir una cuenta bancaria, y acceder a créditos sin los engorrosos requisitos -sacados sí- de otro mundo, como "declaración de renta".
Cuando Gabriela concluyó su trabajo de empoderamiento económico para indígenas, su corazón había quedado ligado al cariño natural de las emberás y a su hermoso arte manual.
Luego de la visita a Ipetí, ambas amigas regresaban en su auto abrasado por los destellos de una tarde soleada, atípica del lluvioso mes de octubre.
Gabriela tomaba selfie para Instagram de su valiosa y reciente adquisición: aretes largos, de esos que están de moda, pero con auténtico sello emberá.
Como una chispa de alegría de la tierra de Anayansi, fue allí que ambas mujeres (la diseñadora y la soñadora) hicieron coincidir sus ideas, que tenían mucho en común: ¡Hagamos una colección con artesanías emberás!, dijo la una. ¡Yo quiero hacer un proyecto para ayudar a las artesanas!, replicó la otra.
La que tiende la mano
Así surgió Artisanas Trade, una iniciativa panameña bajo el modelo de "empresa social".
Un concepto que encuentra su mejor definición en palabras del premio Nobel de la paz Muhammad Yunus, pionero en la creación de empresas sociales y fundador del Banco de los Pobres: "Es un negocio autosostenible sin pérdidas ni dividendos que aborda un objetivo social dentro de las normas del mercado actual".
Aquel intercambio alegre y activo de neuronas entre la diseñadora y la soñadora vendría a responder las interrogantes pasivas pero profundas de la sabia artesana, sobre el derecho a la igualdad laboral de la mujer indígena.
Pero Artisanas Trade le agregaría el complemento de la equidad laboral.
Podríamos equiparar el término 'equidad' con el de 'igualdad', que cuando hacen referencia al ámbito laboral, suelen tener objetivos supuestos idénticos.
Pero la equidad aporta el valor de 'justicia' a la búsqueda de la igualdad; esa igualdad con derecho propio que buscaba Gloria Samana.
Y así, la diseñadora Fernanda Quirós le dio forma al sueño de la emprendedora social Gabriela Valencia, al crear "Jagua Dining Collection 2018".
Sí, las artesanas se asociaron a Artisanas Trade, un proyecto enfocado en comercio justo y transparente, con enfoque social.
El comprador de esta línea exclusiva de artesanías emberás (de forma física en Panamá o en cualquier parte del mundo mediante su tienda virtual) puede ver el nombre, la foto y datos familiares de la artesana que confeccionó la pieza.
También acceder al desglose económico; saber qué porcentaje le toca a cada quien, cuánto se destina para sostener el proyecto, para capacitaciones laborales y para conservar el legado ancestral de la artesanía emberá.
Porque el cliente internacional, educado en empresas sociales, está dispuesto no solo a comprar el proyecto, sino a comprar la misión. Y el grupo mixto de emprendedoras panameñas está cada vez más conscientes de su homogeneidad... Sí, porque son más las cosas que nos unen que las que nos separan.
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