Panamá
Cuando se controlan las emociones
- Monseñor Rómulo Emiliani
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- opinion@epasa.com
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Luego vienen los arrepentimientos, las consecuencias legales, los lutos, la posible venganza de los familiares o del gremio a que pertenecía el asesinado. Los años que se pasan en la cárcel.

La agresividad descontrolada ha provocado tantas desgracias en la humanidad. Caín por envidia mató a Abel en un arrebato de ira con consecuencias muy trágicas para la historia de la humanidad. Y tantos crímenes pasionales se han cometido por no controlar esos momentos, que no necesitan ser extensos, pueden ser minutos, donde la persona saca a relucir lo peor de sí mismo, y destruye la vida de otro ser humano. Las cárceles están llenas de casos como esos. La persona puede acumular años de ira, frustraciones, rencores y odios, y en un momento pierde el sentido racional y el control emocional, y teniendo un arma en la mano, agrede y en muchas ocasiones asesina otra persona.
Luego vienen los arrepentimientos, las consecuencias legales, los lutos, la posible venganza de los familiares o del gremio a que pertenecía el asesinado. Los años que se pasan en la cárcel.
Muchas veces quedan viudas, huérfanos, familiares que por muchos años lloran la muerte de la víctima. Por esa razón hay que estar continuamente purificándose de malos sentimientos, de rencores, pensamientos negativos, odios que intoxican la mente, las emociones, los sentimientos, o sea toda el alma de las personas.
De no hacerlo, es como el agua almacenada y contenida en una represa que nunca se abre; llega un momento en que es tanto la presión del agua que rompe las paredes de la represa y puede venir una inundación que arrase con un pueblo entero. Y eso ha pasado. Recordar que todos llevamos un ángel y una bestia dentro; todo depende de a quién alimentemos para que nuestra conducta sea de amabilidad, servicialidad, respeto a la vida y honra de los demás, o de agresividad expresada en groserías, ofensas, golpes o atentados directos contra la vida de otros. Si hay pensamientos positivos, se perdona, se busca la reconciliación, en una palabra, se ama aún y a pesar de todo, y se le pide al Señor, el ángel que hay en nosotros saldrá siempre a relucir.
Muchos de los homicidios se comenten al calor de riñas, borracheras, discusiones muy acaloradas, donde no hay forma de aquietar los estados emocionales de los implicados, y nada más falta un detonante, sea una ofensa muy grave, un empujón, un golpe, para que alguien saque un arma blanca o una pistola y acabe con la existencia de otra persona.
Todos debemos cuidarnos, y para eso estar vigilantes de nuestras emociones y pensamientos, para evitar algún acto de locura que tenga consecuencias muy tristes. Pidámosle al Señor que nos ayude a ser dueños de nosotros mismos.
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