¿Educación práctica para un oficio?
En la antigua sociedad griega, la mayor parte de los ciudadanos no tenían que ganarse la vida. El trabajo en su mundo era ejecutado por esclavos, y
En la antigua sociedad griega, la mayor parte de los ciudadanos no tenían que ganarse la vida. El trabajo en su mundo era ejecutado por esclavos, y la preocupación por los medios materiales era la marca distintiva de un espíritu servil. Según la leyenda hebrea, ganar el pan con el sudor de la frente es la maldición y castigo del hombre. El conocimiento a que se contrapone no es el imperfecto conocimiento humano laboriosamente adquirido por un cuerpo de barro, sino el divino. “El hombre es expulsado del paraíso porque ha procurado llegar a parecerse a Dios, su carrera terrenal comienza con la búsqueda del conocimiento humano y de su felicidad, por medio del trabajo”.
En el mundo moderno, la educación liberal siempre ha sido una empresa seria, pese a la existencia de algunos estudiantes que la consideraron como un adorno personal o una muestra de superioridad social. Siempre estuvo conectada con la forma de ganarse la vida, aunque las “vidas” eran de una índole muy selecta. La noción de que lo contrario de las artes liberales eran las artes útiles y que, por lo tanto, las artes liberales podían ser consideradas como inútiles habría sido desechada como absurda hasta por el más tradicional de los educadores, ya que con el plan de estudios de los colegios de artes liberales en los siglos más recientes del pasado adiestraban también para los oficios.
Los maestros, abogados, médicos y funcionarios mejor pagados salían en gran parte de las filas de los educados en colegios. Una educación en artes liberales era de hecho preparación suficiente para muchas clases de carreras. Como las grandes universidades medievales, pero en menor medida, los colegios de artes liberales eran realmente escuelas profesionales.
En el mundo contemporáneo continúa ocurriendo así, pero el hecho se oculta llamando a unas carreras “profesionales” y considerando a las otras como “oficios”. Contrastar las “profesiones”, aunque les cambiemos el calificativo de “liberales” por “oficios”, es expresar abiertamente una distinción denigrante, que deriva del desprecio sentido por aquellos que imaginan utilizar solamente cerebros como instrumento para ganarse la vida hacia quienes parecen usar solamente las manos. Se explica en gran parte por el hecho de que la mayoría de los “oficios”, en tiempos ordinarios, traen consigo menos poder, menos dinero y menos prestigio a los ojos de la comunidad que la mayoría de las profesiones.
LA CLASE DE EDUCACIÓN QUE HOY LLEVA EL NOMBRE ESPECÍFICO DE “PRÁCTICA” ES EN GRAN PARTE UN ADIESTRAMIENTO PARA EL TRABAJO. LA EDUCACIÓN PRÁCTICA, CONCEBIDA COMO UN ADIESTRAMIENTO PARA EL TRABAJO, REPRESENTA LA MAYOR AMENAZA A LA EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA DE NUESTROS TIEMPOS.
¿Cuándo se convierte un “oficio” en “profesión”? Tómese al hombre barrendero de las calles, de quien depende la salubridad de nuestras ciudades. Que sea miembro del servicio civil después de un riguroso adiestramiento y examen, elévese su sueldo hasta igualar al de los profesionales de los colegios, dénsele generosos beneficios de pensión y retiro, impóngasele el título oficial de “médico social”, hágasele vestir un resplandeciente uniforme de gala, y antes de que pase mucho tiempo su “oficio” se convertirá también en “profesión”.
La clase de educación que hoy lleva el nombre específico de “práctica” es en gran parte un adiestramiento para el trabajo. La educación práctica, concebida como un adiestramiento para el trabajo, representa la mayor amenaza a la educación democrática de nuestros tiempos. Es una amenaza a la democracia, porque tiende a hacer consciente al individuo adiestrado para el trabajo únicamente de sus responsabilidades tecnológicas, pero no de sus responsabilidades sociales y morales. Ese individuo se convierte en un especialista en los “medios”, pero indiferente a los “fines”, que son considerados como de la incumbencia de otro especialista. Su principal preocupación es “obtener un trabajo” y después de eso “ejecutar un trabajo”, sin importar cuáles sean la dirección política y las consecuencias morales del trabajo.
Una educación estrictamente práctica, sin perspectiva cultural u orientación social, no iluminada por el conocimiento de los grandes principios científicos, considerados de manera amplia, no disciplinada por un método crítico que determine hasta dónde es pertinente a los métodos de pensamiento técnico, es peor aún para los fines democráticos que un adiestramiento estricta y puramente científico, que como una clase especial de profesionalismo, es malo a su modo, y son estos los que la educación práctica convencional desdeña precisamente.