La encíclica de Francisco y la COVID-19
Somos nosotros los que tenemos que hacer un alto en la destrucción de la casa común, presionar a los dirigentes y organismos internacionales a establecer políticas positivas de mantenimiento adecuado de nuestra Madre Tierra... aunemos esfuerzos futuros para decir al unísono: Si… a la Laudato Si.
La COVID-19, ha servido a Francisco para que el mundo asustado ponga atención a su encíclica. Foto: Archivo.
En los momentos de desasosiego que vive el mundo por la pandemia de la COVID-19, es oportuno aprovechar los 5 años que ha cumplido la Encíclica Laudato Si, del Papa Francisco, para que pongamos los pies sobre la Tierra y aportemos nuestro grano de arena para que no corra peligro nuestra existencia.
Alabado sea mi Señor, es el significado del nombre de esta Carta Papal.
Siento que ha sido un grito en lo más profundo de Francisco, alabando a Dios por darnos, a través de su creación, todo lo que tenemos, como lo hizo San Francisco de Asís en su Cántico de las criaturas.
Pareciera que hace 5 años, Francisco presintió lo que venía y escribió esta Encíclica de carácter social, como lo fueron la Rerum Novarum de León XIII, la Populorum Progressio de Paulo VI, y la Cuadragresimo Anno de Pio XI.
En ella, su argumento es el medio ambiente y el desarrollo sostenible, siendo su tema central la ecología.
Fundamental es su llamado al cuidado de nuestra Casa Común que es la Tierra.
Todo ha indicado que a nivel universal somos unos inquilinos irresponsables, patrocinadores directa o indirectamente del deterioro ambiental.
No estamos visualizando el futuro y hacemos oídos sordos a lo maltratada que ha sido nuestra Casa Común.
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Solo unos ejemplos: dos guerras mundiales y los enfrentamientos internos de países han devastado parte del planeta.
La explosión de dos bombas atómicas en Oriente, lo acontecido en Chernobyl, los Tsunamis, los grandes incendios en California y el Amazonas, son acciones bárbaras.
Sumemos a esto la tala indiscriminada de árboles, desaparición de bosques, pesca de ballenas, caza de animales como comestibles, etc.
A eso sumemos la contaminación ambiental con los autos, la acumulación de basura, la ignorancia en cuanto al reciclaje, etc.
Estamos en presencia de los Gemidos de Parto que emite nuestro planeta y solo encontramos oídos sordos donde deberían de haber políticas educativas, de salud, ecológicas, para detener el daño universal que se está dando.
Con la presencia de la COVID-19 hay miedo, incertidumbre, desasosiego, muchos temen a la muerte y hoy voces agoreras que hablan del fin del mundo.
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Vale aquí la pregunta: ¿Será capaz el Arquitecto del Mundo, destruir su obra maestra?
La respuesta es no. Somos nosotros los que tenemos que hacer un alto en la destrucción de la Casa Común, presionar a los Dirigentes y Organismos Internacionales a establecer políticas positivas de mantenimiento adecuado de nuestra Madre Tierra y así todos, sin ningún distingo, tal como estamos enfrentando la pandemia, aunemos esfuerzos futuros para decir al unísono: Sí… a la Laudato Si
Sin ser irreverentes diríamos que la COVID-19, ha servido a Francisco para que el mundo asustado ponga atención a su encíclica.(Transcripción de Diego Alejandro Tuñón, nieto del autor.)
Catequista de la Basílica Don Bosco.