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La muerte, gran misterio
Ya no valen nada para el mundo. Habrá sido ella miss Universo, o galardonada con un Oscar de la Academia, o acaso la escritora más notable de una década, pero la total impotencia en ese reino de los muertos será su alcoba y residencia.
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 06/11/2021 - 12:00 am
¡Qué gran misterio la muerte, a dónde iremos todos a parar! No hay manera de escaparse de ese abismo insondable, sin término, donde seremos lanzados al vacío, para perdernos en la nada absoluta, en un viaje sin retorno.
Nadie en la historia se ha escapado de esa captura tan rabiosa y violenta, donde por más médicos, seguros de vida, millones de dólares y rezos, las garras de lo inexorable te sujetarán, te apresarán y te tirarán al vacío de la nada.
Y allá han sido lanzados generales y presidentes, papas y coroneles, millonarios prominentes y políticos, comerciantes de todos los niveles y campesinos, zapateros y taxistas, policías y curas, enfermeras y doctoras. Nadie nunca ha dejado de acudir a la cita con ese destino marcado desde el comienzo de la creación.
Y vete a abrir una tumba al cabo de un tiempo, y verás cómo asoma la calavera con sus huesos grisáceos, quedando las coronas y los anillos, los uniformes y vestidos, las medallas y los hábitos de monje o de obispo, como testimonio de quien ha sido el muerto, pero de este solo la sonrisa burlona de una cara de huesos sin piel, y el hueco de los ojos que ya no han de ver, y sin el mínimo aliento; y por otro lado, ¡qué solos se quedan los muertos!
Ya no valen nada para el mundo. Habrá sido ella miss Universo, o galardonada con un Oscar de la Academia, o acaso la escritora más notable de una década, pero la total impotencia en ese reino de los muertos será su alcoba y residencia.
Todo queda paralizado, inerte. Y hacia la muerte vamos todos, muchos distraídos pensando que nunca nos tocará, quizá desfilando en un carnaval loco de inconsciencia, mirando hacia los lados, nunca hacia nuestro cruel destino.
Pero esta visión de la muerte no está completa. El Evangelio le da su sentido final. Para nosotros la muerte es un paso necesario para la eternidad. Es el final de una vida terrena, pero el comienzo de la eterna.
Es la puerta que te permite entrar en cielo, en el corazón de Dios. Es el despojo de lo material y caduco, no solo del cuerpo tal y como lo tenemos, sino de todo lo que poseíamos, totalmente innecesario para ese paso trascendental.
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Gracias a la misericordia divina, al arrepentimiento de nuestros pecados, el Señor nos acogerá en su reino, y nuestra persona con su cuerpo ya transformado, glorificado, contemplará la gloria de Dios, la belleza infinita, y extasiados viviremos eternamente gozosos el amor de Dios.
Creemos firmemente en la resurrección de los muertos. La muerte no es el final.
Monseñor.
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