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Las bombas de Isla Iguana
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El distrito de Pedasí, provincia de Los Santos, tiene en Isla Iguana su más valioso sitio de atracción turística.Contrario a lo que ocurre con su también hermosa Playa Venado, el hecho de que sea una isla, sólo accesible en frágiles embarcaciones, la preserva limpia de basura y contaminación provocada por la mano del hombre.Pero no todo es perfecto.La isla fue centro de pruebas de bombas y tiro al blanco de la Fuerza Aérea Norteamericana, durante ambas guerras mundiales.Su semejanza con islas japonesas fue causa de sus actuales males.Superados ambos conflictos bélicos, los azuerenses retornaron a su isla en busca de sus tradicionales encantos.La riqueza coralina de su costa y la inmensa variedad de peces, aves y tortugas, sorprendió rápidamente a los expertos.Así fue que, siguiendo la recomendación de organizaciones ecológicas nacionales y extranjeras, el gobierno panameño declaró a Isla Iguana como parque o reserva natural, al que van miles de visitantes cada año.Sin embargo, recorrer la isla y usar sus playas implica cierto grado de peligro, dada la presencia de artefactos explosivos ocultos, que de cuando en cuando emergen con el flujo y reflujo de la marea.En Pedasí no es raro encontrar viviendas que lucen orgullosas cual trofeo de caza, cascos de bombas, milagrosamente vacíos e inofensivos.Y no hace mucho que unos pescadores subieron a su barca una de las bombas para usarla de adorno, hasta que advertidos, la abandonaron a flor de agua, en la orilla de la playa dorada.En los últimos meses, son noticia dos de esos poderosos artefactos.Los especialistas estadounidenses han recomendado detonarlas; pero grupos ecologistas han manifestado sus reservas.La explosión podría dañar los valiosos corales, por lo que debe hacerse la operación con marea baja.Además, de algún modo hay que alejar a las aves y animales para que se ausenten del sitio de la detonación.Aparentemente, la semana pasada concurrieron todo un cúmulo de factores, ideales para provocar las explosiones.Un radio de cinco kilómetros a la redonda había sido despejado y se aguardó pacientemente el descenso de la marea.Pero se omitió un detalle: el permiso del Ministerio de Gobierno y Justicia.Activada ahora la bomba burocrática, el ministerio se ha sentado sobre el problema, aguardando acaso que uno de estos días las bombas exploten por el calor del sol o los golpes de las olas, y provoquen precisamente los daños que se han querido evitar.¿Qué esperan, que los norteamericanos se marchen y no quede nadie que haga el trabajo?