Formar nuevos ciudadanos
Miedo a la democracia y la educación pública
...necesitamos con urgencia una escuela que potencie dos aspectos básicos del ciudadano contemporáneo: la cultura analítica (lengua y matemáticas) como la cultura democrática (pensamiento crítico, filosofía y humanidades), aunada al reconocimiento del otro y la tolerancia (inteligencia emocional).
- Gregorio Urriola Candanedo
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- - Publicado: 02/3/2020 - 12:00 am
En el año 1991, Eric Fromm publicó un libro de gran trascendencia en medios intelectuales y políticos denominado “Miedo a la Libertad”.
En ese libro, el autor conjugaba tesis marxistas con el psicoanálisis a fin de explicar fenómenos que relativos a dejo conservador de los tiempos de cambio acelerado, y sentar las bases de la psicología social del autoritarismo, en general, y del nazismo, en particular.
En estas fechas se han producido dos fenómenos de gran impacto, ampliamente presentados en los medios noticiosos y que deben ser analizados cuidadosamente, pues vuelven a poner de relieve un fenómeno que parece socavar la democracia entendida a la manera lincolniana del “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Son fenómenos que asociamos precisamente con el miedo a la democracia, sea por falta –caso chino- sea por exceso –caso estadounidense-.
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Por un lado, desde mediados de enero de este año, las autoridades chinas alertaron sobre una nueva emergencia sanitaria a raíz de la aparición de un brote de un coronavirus, que a estas fechas ha cobrado la vida de casi 2,780 personas, con unos 70 mil infectados, y mantiene una alarma mundial.
Por otra parte, hace varias semanas el presidente norteamericano Donald Trump salió excusado de cargos por delitos de abuso de poder y obstrucción de la justicia en el senado de su país; un senado controlado por una mayoría de su propio partido y a solo unos días de que se iniciara la campaña política que enfrenta a demócratas y republicanos por la presidencia de la primera potencia mundial.
En ambos casos, asistimos perplejos a sendas crisis de legitimidad y ansiedad que terminarán minando las instituciones democráticas, a la china o a la norteamericana.
Desconozco mejor descripción de la situación de base, en las dos situaciones, que el aserto atribuido al recientemente fallecido médico de Wuham, el Dr. Li Wenliang, y que reza: “Sabemos que mienten, ellos saben que mienten, saben que sabemos que mienten, sabemos que saben que nosotros sabemos que mienten… y, aun así, mienten “. (EFE, La Estrella de Panamá, 7 de febrero de 2020)
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Es la nuestra una condición posmoderna, creada por la globalización y exacerba los fenómenos ligados al avance de los instrumentos de creación y difusión de la información, frente a los cuales las instituciones democráticas muestran un rezago trágico.
Tales fenómenos muestran las falencias del control ciudadano ante un elemento básico de la democracia, la información, la cual hoy puede ser manipulada y controlada a niveles sin precedentes en la historia humana.
Esto vale para una democracia madura liberal, como la estadounidense, como para la democracia popular china, ambas atrapadas en la lógica corporativista concentradora del poder en todas sus formas, mediáticas incluidas.
Paradójico es que estos resultados se dan en un mundo donde la educación promedio es superior a cualquier medida previa en la historia, pero al mismo tiempo, es una demostración palmaria de la necesidad perentoria de una educación para la democracia cónsona con los tiempos turbulentos que nos toca vivir.
O dicho de otra manera, que la actual educación promedio, en nivel y calidad, es insuficiente para ejercer el mínimo control democrático.
Se sabe que la extensión de la educación pública masiva estuvo asociada tanto a la revolución norteamericana y a la revolución francesa, en la necesidad de crear al ciudadano que pudiera ejercer el control democrático de su gobierno.
De allí que la alfabetización básica fuera una condición básica para elegir y ser elegido.
No en balde, en la colonización yanqui de nuevas tierras, la fundación de escuelas fue uno de los ejes del proceso.
Lo mismo que el establecimiento de bibliotecas y luego de universidades estatales, en especial de “perfil extensionista”, más que meramente docente.
Hoy necesitamos con urgencia una escuela que potencie dos aspectos básicos del ciudadano contemporáneo: la cultura analítica (lengua y matemáticas) como la cultura democrática (pensamiento crítico, filosofía y humanidades), aunada al reconocimiento del otro y la tolerancia (inteligencia emocional). Nuestro rezago en la ideación y puesta en marcha de la nueva escuela y de los procesos de alfabetización científica (y no solo cientificista, sino de ciencias humanas y sociales, inclusive) está lejana.
Cabe anotar que las lógicas electorales en todo el mundo, igual parecen reafirmar la hipótesis de Fromm sobre la renuncia a las libertades en pos de ganar seguridad… la cual, paradójicamente, se muestra igualmente precaria; un fallo “cultural” que en gran medida debemos atribuir a la escuela en sentido lato y al régimen políticosocial vigente, en un sentido más directo.
Urge romper con la filosofía del mejoramiento continuo como filosofía básica de la programación educativa.
En su lugar se debe dar paso a la innovación educativa por experiencias disruptivas a nivel de aula y de centros, a fin de ir adaptando y adoptando lo mejor en un mundo que no es ya más fordista, y donde las “cadenas” de mando y la producción en serie parecen estar agotadas como modo básico de crear riqueza… excepto en la escuela y universidades mismas.
Economista. Docente y gestor universitario.
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