Mensaje
Pensar en las minucias
Pero para Dios este gesto sencillo, pero hermoso, de la anciana tenía un valor muy superior al acto realizado por el rico, porque este daba de lo que le sobraba y para que lo aplaudieran. Jesús reconoció el detalle, la minucia de ella, y la elevó a ejemplo para todos.
- Rómulo Emiliani
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- - Publicado: 23/10/2021 - 12:00 am
Para el mundo son minucias, cosas sin importancia, los actos de cortesía, la amabilidad, el pedir perdón, el saludar, el dar una limosna, el ser voluntario en un grupo de ayuda a los pobres, el rezar, el ir a misa, el hablar correctamente, el agradecer, el reconocer lo bueno en otra persona.
Hay tantos detalles que son los que componen ese mosaico de una personalidad agradable y buena. Una palabra de aliento, el dar un recuerdo, un ramo de flores en un aniversario, felicitar a un cumpleañero, rezar por los demás, dar un buen consejo, regalar una sonrisa, son detalles que enriquecen la vida.
Jesús pidió a los apóstoles pusieran atención a un detalle que nadie daba importancia. La viejecita encorvada y pobre que llegó a la alcancía del templo y de un pañuelito sacó un par de moneditas y allí las echó.
Esas no hicieron ruido, nadie se dio cuenta. Solo Jesús. Había pasado antes un hombre rico y depositó una bolsa de monedas de plata y todo el mundo se dio cuenta y aplaudió el gesto. Con ese dinero sí los sacerdotes judíos podían hacer mejoras en el templo, pagar los gastos de comida y todas las velas y el incienso.
Pero con las monedas de la viejita no. Pero para Dios este gesto sencillo, pero hermoso, de la anciana tenía un valor muy superior al acto realizado por el rico, porque este daba de lo que le sobraba y para que lo aplaudieran.
Jesús reconoció el detalle, la minucia de ella, y la elevó a ejemplo para todos. Y es que ella había dado todo lo que tenía para vivir hoy y sin la intención de que nadie se lo reconociera.
Ese detalle, esa minucia, ese pequeñito acto no tenía ninguna trascendencia en la administración del templo, y no aumentaba en nada sus caudales, pero queda registrado en el Evangelio para siempre y fue bendecido por el Señor.
Debemos ser cuidadosos en los detalles, en esas minucias que el mundo jamás valorará. Porque de ellas se compone la vida y la eleva en calidad, la hace buena y grata. Los detalles reaniman y fortalecen nuestras ganas de amar y servir. Y eso tanto lo experimenta el que da como el que recibe el detalle.
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Cuando Jesús pasó por Betania y comió en casa de Lázaro y sus hermanas, María derramó un frasco de perfume en sus pies y los enjuagaba con sus manos y cabellos, despidiéndose así del Maestro, porque intuía que le quedaba a él poco tiempo de vida.
Jesús agradeció tanto ese gesto, porque a él lo consoló y lo reanimó. Y quedó grabado ese detalle, esa "minucia", en el Evangelio para siempre.
Opinión
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13/8/2021 - 09:15 pm
Monseñor.
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