¿Qué es el Centenario?
Publicado 2003/11/26 00:00:00
- Katherine Palacio P./CrÃtica
Nos preguntamos una y otra vez. En ocasiones respondemos que serán los cien años cumplidos, tanto de la separación de Colombia como de una vida entera republicana.
Desde que somos república independiente y soberana, dejamos de ser una provincia de otro Estado. Así hemos venido, primero comenzando, luego continuando, después progresando y, ahora, viviendo un presente que espera el futuro.
Siendo de esa manera, el Centenario no sólo es un período de tiempo; cien años están llenos de un inmenso amor a la patria. A través de ellos vivimos la desventura de estar demasiado ligados a un hermano poderoso, pero también hemos obtenido beneficios de nuestra relación con ellos. Llegando casi a los cien años, nos liberamos de su poderío, pero conservamos lo que lo que nos dieron en salud, en adelantos tecnológicos, en comunicación y en aprender la importancia de nuestra situación geográfica que nos permite gozar de los beneficios de ser un país de servicio.
Recorramos lo que es el mes de noviembre. Analicemos cuáles han sido nuestras costumbres que se han convertido en tradiciones en medio de las cuales está presente el patriotismo tendiente a llevar adelante lo que heredamos de nuestros próceres. Esos hombres lucharon por una independencia, lucha que hoy quieren empañar algunos. Pues, ¡No! Sepamos que aquellos panameños supieron ser dignos, honestos y henchidos de amor por la patria, pequeña en tamaño, pero grande en amor por sus hijos.
No permito que enloden la memoria de mis próceres. Considero que lo son y así debemos sentirlo todos. Siempre he dicho y he creído que en la vida es necesario creer en algo o en alguien. Terrible debe ser para las personas que no creen en Dios ni en sus antepasados, ni en sus congéneres del presente. Por esto defiendo a los próceres que me dieron la patria y me han permitido vivir en ella con el orgullo de ser panameña.
Hemos tenido buenos y malos momentos; hemos tenido democracia y dictadura. Pero, sobre todo, tenemos la altivez de poseer una historia, unas raíces que gracias a ellas llegamos a donde estamos. La historia es el pasado visto desde distintos ángulos; pero es lo que sirve de base para un futuro que puede ser descomunal porque tiene fundaciones. Aquel que sólo ve la historia se queda atrás, no se libera de lo que pudo haber sido y no fue. Pero, los que conocen la historia, la aprovechan y, basados en sus errores y sus aciertos, forjan un porvenir, están condicionados al progreso, a sentir que construyen patria, que contribuyen al desarrollo potencial de un progreso, sin perder las raíces que nos dieron, en otros tiempos, la forma de vida, buena o equivocada, pero que es nuestra.
Hoy debemos agradecer a la providencia el querer y el sentimiento de tantas bondades, pensemos en lo que un centenario nos ha dado, en lo que un centenario nos ha permitido vivir y tener la alegría de una personalidad, una idiosincrasia y un arraigo a lo que es nuestro.
Los símbolos patrios, el folclor, las tradiciones religiosas o paganas, surten a la historia de estos cien años; pero sirven para continuar conservándolos a través de muchos años más.
Cuando llegue la hora del centenario de la separación, cien años de vida soberana, pensaremos también en los años vividos, de beneficios, de positivismo; dejaremos atrás la negativo y sentiremos que lo que hemos obtenido servirá para lo que tendremos.
Lo que fuimos ayer, lo mejoraremos para mañana. De los cien años no sólo sacaremos el tiempo, sino las cosas, lo tangible y lo que somos hoy para el bienestar de los ciudadanos de este país.
Desde que somos república independiente y soberana, dejamos de ser una provincia de otro Estado. Así hemos venido, primero comenzando, luego continuando, después progresando y, ahora, viviendo un presente que espera el futuro.
Siendo de esa manera, el Centenario no sólo es un período de tiempo; cien años están llenos de un inmenso amor a la patria. A través de ellos vivimos la desventura de estar demasiado ligados a un hermano poderoso, pero también hemos obtenido beneficios de nuestra relación con ellos. Llegando casi a los cien años, nos liberamos de su poderío, pero conservamos lo que lo que nos dieron en salud, en adelantos tecnológicos, en comunicación y en aprender la importancia de nuestra situación geográfica que nos permite gozar de los beneficios de ser un país de servicio.
Recorramos lo que es el mes de noviembre. Analicemos cuáles han sido nuestras costumbres que se han convertido en tradiciones en medio de las cuales está presente el patriotismo tendiente a llevar adelante lo que heredamos de nuestros próceres. Esos hombres lucharon por una independencia, lucha que hoy quieren empañar algunos. Pues, ¡No! Sepamos que aquellos panameños supieron ser dignos, honestos y henchidos de amor por la patria, pequeña en tamaño, pero grande en amor por sus hijos.
No permito que enloden la memoria de mis próceres. Considero que lo son y así debemos sentirlo todos. Siempre he dicho y he creído que en la vida es necesario creer en algo o en alguien. Terrible debe ser para las personas que no creen en Dios ni en sus antepasados, ni en sus congéneres del presente. Por esto defiendo a los próceres que me dieron la patria y me han permitido vivir en ella con el orgullo de ser panameña.
Hemos tenido buenos y malos momentos; hemos tenido democracia y dictadura. Pero, sobre todo, tenemos la altivez de poseer una historia, unas raíces que gracias a ellas llegamos a donde estamos. La historia es el pasado visto desde distintos ángulos; pero es lo que sirve de base para un futuro que puede ser descomunal porque tiene fundaciones. Aquel que sólo ve la historia se queda atrás, no se libera de lo que pudo haber sido y no fue. Pero, los que conocen la historia, la aprovechan y, basados en sus errores y sus aciertos, forjan un porvenir, están condicionados al progreso, a sentir que construyen patria, que contribuyen al desarrollo potencial de un progreso, sin perder las raíces que nos dieron, en otros tiempos, la forma de vida, buena o equivocada, pero que es nuestra.
Hoy debemos agradecer a la providencia el querer y el sentimiento de tantas bondades, pensemos en lo que un centenario nos ha dado, en lo que un centenario nos ha permitido vivir y tener la alegría de una personalidad, una idiosincrasia y un arraigo a lo que es nuestro.
Los símbolos patrios, el folclor, las tradiciones religiosas o paganas, surten a la historia de estos cien años; pero sirven para continuar conservándolos a través de muchos años más.
Cuando llegue la hora del centenario de la separación, cien años de vida soberana, pensaremos también en los años vividos, de beneficios, de positivismo; dejaremos atrás la negativo y sentiremos que lo que hemos obtenido servirá para lo que tendremos.
Lo que fuimos ayer, lo mejoraremos para mañana. De los cien años no sólo sacaremos el tiempo, sino las cosas, lo tangible y lo que somos hoy para el bienestar de los ciudadanos de este país.
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