Panamá
¿Son las universidades panameñas un sistema que aprende?
Esta característica, "crear el futuro" es lo que los pensadores de la Prospectiva, sobre todo de herencia francesa han definido como la esencia de la Prospectiva (vr.gr. Bertrand de Jouvenel, Michel Godet y Gaston Berger, Pierre Massé, entre otros)
- Gregorio Urriola
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- - Actualizado: 01/9/2022 - 12:00 am

Hace unos 22 años el célebre teórico organizacional y consultor administrativo Peter Senge se preguntaba si las universidades, en general, eran organismos que aprende, esto es, organizaciones inteligentes. En ese justamente célebre artículo, Senge arribaba a una conclusión negativa, luego de pasar repaso a las características que enumeraba como propias de un organismo inteligente, y que se derivan de lo que dicho autor denomina "disciplinas" del aprendizaje, a saber, las ancladas en el origen último del conocimiento, que es lo propiamente personal, tales como el dominio personal y el desarrollo de modelos mentales; y las que se fraguan a nivel organizativo, tales como la creación de una visión compartida, el desarrollo de un aprendizaje en equipo y de un pensamiento propiamente "sistémico". (Ver Senge, 1990).
En este momento, cuando todas las universidades establecidas en el país están realizando exámenes de autoevaluación con vistas a la re-acreditación institucional y otras 5 lo hace para alcanzar dicha acreditación por vez primera, es interesante conocer si el sistema de educación superior panameño puede aquilatarse como un sistema que aprende. (En especial ver: Senge, P. 1990: La Quinta Disciplina) Obviamente, las propiedades de un sistema no se corresponden a las propiedades de sus elementos y ciertamente el "todo es más que la simple suma de las partes" según reza el apotegma holístico o sistémico.
Según el autor en comento, heredero del pensamiento que tiene su origen en Chris Argyris (Argyris, C. y Schön, S.: 1978) y los trabajos de Peter Drucker (entre otros su celebérrimo La sociedad post capitalista, 1994), define una organización inteligente como: ""una organización inteligente es un ámbito donde la gente aprende continuamente a crear su realidad" (Senge, 1992:22) En consonancia, podría decirse que un sistema universitario inteligente es aquel donde las universidades y demás entidades que lo integran, la gente es capaz de generar su realidad, o, para decirlo más exactamente, es capaz de "generar su futuro."
Esta característica, "crear el futuro" es lo que los pensadores de la Prospectiva, sobre todo de herencia francesa han definido como la esencia de la Prospectiva (vr.gr. Bertrand de Jouvenel, Michel Godet y Gaston Berger, Pierre Massé, entre otros)
Las intelecciones sociológicas más avanzadas sobre nuestra sociedad, indican que nuestra época se caracteriza por ser un entorno de alta complejidad y donde las organizaciones (especialmente las empresas como expresión seminal del capitalismo contemporáneo encuentran su matriz productiva en el empleo intensivo del factor conocimiento y su estructura es una red (por ejemplo Morin, E.,2011: Introducción al Pensamiento Complejo; y Castell, M.2006: La Sociedad en Red).
Ciertamente no existe un modelo plenamente validado de "organización inteligente" ni las teorías de la organización y del aprendizaje organizacional han llegado a establecer una base universal que asegure el éxito para que las organizaciones, en general, o las universidades, en particular, sean exitosas en término de aprendizaje. Ite est, una suerte de "modelo ideal" de tipo weberiano.
No obstante, hay un amplio consenso tanto comportamientos organizacionales como factores ínsitos en las instituciones y sus contextos que actúan como facilitadores o inhibidores del aprendizaje y, por tanto, de inteligencia de una unidad o del conjunto. Incluso, pese a que la literatura específicamente sobre las universidades aisladamente consideradas, es relativamente escaso, exige entre autores reputados el referido consenso. Dicho esto, un sistema que aprende, en general cuando es capaz de almacenar, distribuir y utilizar conocimientos adecuados para funcionar; y cuando opera en un ambiente que fomenta y premia el incremento de capacidades, habilidades, comportamientos organizacionales para cumplir los fines de la educación superior.
En general, el proceso de reacreditación debe poder permitir evaluar si las universidades que logren re-acreditarse realmente son organizaciones que aprenden positivamente (pues se puede aprender negativamente o realizar cambios superficiales y no alcanzar un aprendizaje profundo o de que permita un “aprendizaje del aprendizaje” (meta-aprendizaje), sobre todo a nivel de “sistema”.
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Ello a condición que los informes finales sean públicos y su acceso irrestricto y transparente. Siguiendo a los estudios del grupo de Letihwood, así como a Silins, Zarins y Mulford (2002) aparecen como factores básicos de éxito para “crear el futuro”, entre ellos: a) capacidad de “escanear” su ambiente; b) objetivos compartidos; c) poseen mecanismos para el trabajo colaborativo; d) refuerzan el alto desempeño; e) ofrecen oportunidades para desarrollo continuo. (Ver, por ejemplo Mulford, 1994: Organizational learning and educational change; o Mulford et al, 2004: Educational leadership for organizational learning and improved student outcomes) Con una apreciación somero de dichos factores y a valoración general del sistema universitario panameño haría pensar que nuestro sistema universitario no cumple con tales factores.

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Es más, estaríamos frente a un pseudo-sistema universitario, pues las universidades no poseen mecanismos comunes de direccionamiento y gobernanza global con fuerza de ley; sus estructuras no favorecen el trabajo colaborativo ni fomentan las investigaciones e innovaciones de impacto en consonancia con los requerimientos de una sociedad del conocimiento. Nuestras normas de regulación tienden al autonomismo radical, no existe un Plan de Desarrollo Universitario de mediano y largo plazo; no hay mecanismo de programación financiera del sistema en tanto que sistema; y los trabajos comunes en formación e investigación entre dos o más universidades es muy escaso.
- En suma: Panamá no cuenta con un sistema real de educación superior, ni siquiera de sus universidades oficiales. No tenemos un sistema estadístico mínimo que permita “escanear” el ambiente y el desempeño del sistema universitario ni un sistema de gestión del conocimiento universitario; la inversión de recursos claves (financieros, tecnológicos y profesionales) es caótica y proclive a la fidelización partidista o al dispendio o derroche; las funciones claves: docencia e investigación tienen limitaciones severas para cumplirse a fin de que Panamá cuente con los talento necesarios para asegurar ni su competitividad sistémica ni su reproducción social democrática y sostenibilidad ambiental.
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