¿Un nuevos cisma alemán?: Turbulencia en la iglesia católica
Que el mundo asiste a cambios drásticos en todos los órdenes de la vida social, lo pone de manifiesto las recientes noticias que desde Alemania.
- Gregorio A. Urriola Candanedo
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- - Actualizado: 03/4/2023 - 02:15 pm
Gregorio Candanedo Urriola
Que el mundo asiste a cambios drásticos en todos los órdenes de la vida social, lo pone de manifiesto las recientes noticias que desde Alemania nos llegan sobre el derrotero tomado por el "Camino Sinodal" de la Conferencia de Obispos Alemanes, y sus desencuentros profundos con la rancia jerarquía católica, en especial, con la Congregación para la Doctrina de la Fe -la antigua Inquisición-que ha advertido, con la anuencia papal, de los graves peligros que suponen para la unidad de la Iglesia los cambios asumidos por la predicha conferencia episcopal.
Tan graves y profundos son los cambios propuestos que para los sectores más conservadores de la Iglesia, suponen un nuevo cisma, tan profundo y radical como el que provocó Martín Lutero cuando clavó sus famosas tesis en las puertas de la iglesia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, gesto rupturista que diera paso a lo que se conoce como la Reforma Protestante; primero del luteranismo mismo, pero luego de otras como el calvinismo y el anglicismo o episcopalismo, para mencionar las más conocidas en nuestro medio, y tras esto, de las miles de "iglesias cristianas", de orientación pentecostal, reticentes a toda organización jerárquica y a una base doctrinal que deriva de la interpretación personal y literal de la Biblia. En suma, un terremoto doctrinal que refleja, a nuestro juicio, un cambio de época que no solo toca a las ideas políticas, a la filosofía y la ciencia, sino a la religión y a la moral.
Lo propuesto por la votación directa y abierta y mayoritaria de los obispos alemanes y los integrantes laicos del Sínodo – pone encima de la mesa-diferencias que se han ido incubando en la Iglesia Católica Romana desde los tiempos mismos del Concilio Vaticano II, que, en palabras de su convocante, el Papa Juan XXIII, supondría un "aggiornamento" de la Iglesia a fin de "modernizarla", de ponerla al día con las transformaciones de la modernidad. Esto, el llamado "espíritu del Concilio" abanó el terreno para lo que se ha dado en llamar "el progresismo" o "modernismo" de grupos cada vez más amplios de la Iglesia (recordemos las posiciones de Joseph Ratzinger, frente a las de Karl Rahner, Hans Ur von Balthasar o Hans Küng). Progresismo modernista que va desde temas cristológicos, a otros, la enorme mayoría, que tienen que ver con temas prácticos de Ética, pero igualmente de Normas Sacramentales, esencialmente las referidas a la misa católica, verdadero corazón del Rito Romano, pues en ella se centra la cuestión de la celebración y ministerio eucarístico, y, en torno a ello, de quienes pueden oficiar la misa, quiénes pueden comulgar, entre otros asuntos capitales del ritual y costumbres.
De hecho, el tema de la Misa (su lengua) y del canon eucarístico dio pie al fraccionamiento entre católicos y seguidores de Monseñor Marcel Lefebvre, y a la insistencia de algunos grupos en que se siga dando la misa en latín, frente a la inmensa mayoría que aplaudió la incorporación de las lecturas y celebraciones en las lenguas vernáculas en cada país y región. Ahora se enfrentan también desafíos en diócesis del inmenso catolicismo periférico (la inmensa mayoría de los católicos practicantes que son los hispanoamericanos, como los brasileños y mexicanos, ritos afroamericanos o de culturas aborígenes) y no los reductos en Italia y Europa Occidental, cada vez más reducidos por factores esencialmente demográficos, pero igualmente derivados del laicismo propio de las sociedades contemporáneas. Por eso, la orientación papal para preocuparse más por la Evangelización dio pie en la iglesia alemana abordar por los temas morales que, según los jerarcas germanos alejan a la feligresía joven de la Iglesia, como el celibato, las uniones homosexuales y el papel de las mujeres, antes que otros de tipo comunicativo.
A fuera de resumen, y casi caricatura, de un asunto muy complejo: los cambios adoptados por el Sínodo Alemán son cuatro: tres relativos a cuestiones morales, tales como la bendición de uniones de personas del mismo sexo o en convivencia no sacramental (denominado: "servicios de bendición para personas que se aman"); la ordenación de mujeres, sobre todo como diáconos, y la prédica por laicos en las misas; y el celibato no obligatorio u optativo de los clérigos; y otro de gobierno de la iglesia por Consejos Parroquiales y Diocesanos. Estos asuntos, largamente larvados en los países europeos (Bélgica, Holanda) y los EEUU, parecen descansar en una renovada base doctrinal apoyada en las ciencias y en la llamada Agenda 2030 con su énfasis en los temas de género, el ecologismo y la multiculturalidad.
Para quienes adversan la posición "elitista" y "cientificista" de los católicos germanos, en definitiva, no solo son asuntos polémicos de ética y ritos, sino un cuestionamiento a fondo en la base de la Doctrina, que para ellos no puede ser otra que la doctrina tradicional y la tradición de la iglesia. El Credo de los Apósteles, las normas y documentos de los concilios legítimos de la Historia de la Iglesia y, por supuesto, las declaraciones dogmáticas del Papa romano o verdades "ex cathedra" del ministerio petrino (por ejemplo la última de las cuales fue el dogma de la Concepción Inmaculada de María). Mas aún, tras los ritos y la ética hay claras cuestiones relativas al gobierno de la iglesia y sus nada desdeñables recursos e influencia política en regiones, países y el mundo.
Tres años ha durado el sínodo alemán y, recientemente, a inicios de este mes de marzo de 2023, ha estallado la disputa pública en la que, según algunos, nada menos que la Presidencia de la Conferencia Episcopal Alemana ha retado al Papa y a sus mastines doctrinales. (Ver, por ejemplo: https://www.europapress.es/sociedad/noticia-vaticano-avisa-camino-sinodal-aleman-tomando- decisiones-no-encajan-doctrina-iglesia-20230314130827.html).
Algunas televisoras católicas y los grupos más radicales del tradicionalismo en los medios y redes digitales (que vieron siempre en Benedicto XVI -el teólogo conservador Joseph Ratzinger-, previo Papa, Papa emérito y antes aún Secretario de la Congregación para Doctrina y Fe de Juan Pablo II, dispuesto a que la iglesia se redujera a un pequeño núcleo movido por el Espíritu Santo y la más pura doctrina católica; estos grupos, digo, están presionando para que el Papa declare cismáticos y excomulgue a los católicos alemanes que no reculen en sus pretensiones. Estos, igualmente, acusan al Papa de ambiguo e irresponsable en su mandato como Cabeza Visible y Representante de Cristo en la Tierra, con lo cual dan pábulo a presiones y manifestaciones que igualmente desafían rabiosamente a Roma.
Esto que así describo en apretadísima síntesis, da cuenta de fenómenos propios de una geopolítica de la fe, y de un cambio cultural que no parará. Temas como el ecumenismo, el diálogo interreligioso, no son temas menores de la agenda mundial que acompaña el movimiento de quiebre en lo científico, tecnológico y económico y político. Todas estas esferas se interrelacionan y debemos estar atentos también a esta infoesfera y a esta esfera epistémica si deseamos orientarnos mínimamente en el mundo actual.
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