Ven a comer pescado frito...
- - Publicado: 16/11/2003 - 12:00 am
Para suplir de alguna manera mi desconcierto ante lo sucedido con el Arco Chato, procedo a "recordarme" cómo opera todo este asunto de los bienes patrimonio de la Humanidad y demás en nuestro país, en un genuino afán de repasar y tratar de dar orden y sentido al modus operandi de los "irresponsables" encargados de esto.
Sé que existe una comisión que se encarga de poner en marcha la restauración del Casco Antiguo, que depende del Ministerio de la Presidencia, y sé también que existe otro organismo que, de alguna manera, es responsable de la ejecución de los programas o proyectos relativos, la Dirección de Patrimonio Histórico del INAC. Podría así pensarse en virtud de los recientes hechos, que mientras la comisión propone y la dirección dispone, existe un margen de tiempo suficiente que permite el derrumbe, desvencijamiento y destrucción de los bienes que ellos cuidan y resguardan.
Mientras uno piensa y analiza, barre y trapea, saca gente, hace fiestas, cocteles y cuñas televisivas, el otro, aparentemente inerte, espera de manera paciente entrar en acción: posición de alerta, ojos atentos y avisores, listo, consciente y preparado para cumplir con su nueva función de "recolector de desechos históricos".
Por otro lado, haciendo recuento de más "éxitos" de la comisión, vale la pena mencionar otro, tan trascendente e histórico como lo del Arco Chato, y es que este equipo de funcionarios (comisión, dirección y demás involucrados) han logrado convertir el Casco Antiguo en un sitio de parrandas, farras y excesos (en el caso del Arco Chato, con la aprobación de patrimonio histórico y la comisión, se han realizado bodas, conciertos, quince años, desfile de modas y hasta una de esas interminables fiestas de música electrónica). Pretender, ya sea por abuso, ignorancia o desinterés, que estructuras de 300 años puedan soportar tanta actividad y seguir en pie, es una osadía que raya en la estupidez.
Para quienes no parecieran tener conciencia histórica (y no me refiero sólo al asunto del nacionalismo panameño y al "yanqui go home"), es fácil decir que "el reciente sismo" y la "reciente juerga", o la "reciente reconstrucción de la mansión tal", es la responsable de lo que sucede y sucederá. No existe para ellos condiciones previas, situaciones conducentes, o como sea que se quiera llamar a lo que son "requisitos previos para que suceda algo...".
No sólo los arqueólogos y arquitectos están formados para entender el valor que ciencias y disciplinas otorgan a los "hechos" (en su interpretación más amplia), a su desarrollo y evolución, y al alcance e impacto que éstos puedan tener en la determinación de conductas, situaciones y eventos.
Pareciera que no existe responsabilidad personal ni social, ni siquiera vergüenza que obligue a los "irresponsables" funcionarios a realizar un acto, digno en su esencia, de mea culpa, que los ayude a dimitir con dignidad.
En momentos en que la conciencia cívica e histórica del panameño parece despertar día a día, y en medio de exacerbadas emociones producto de los festejos de nuestros cien años republicanos, ojalá que estos "irresponsables" funcionarios pasen a los anales de la historia y sean mencionados en todos los libros de estudios de primaria, como los más bonitos, los más fotogénicos o los arqueólogos más sorprendidos; pero nunca como los más capaces y comprometidos.
No es ir a comer pescado frito o un platillo gourmet lo que hace valioso, importante y panameño al Casco Antiguo. No es sólo el sacar a los actuales habitantes de estas zonas, que son y hacen parte de nuestra historia, lo que le da sentido al proyecto. Es saber que tenemos un legado, una historia que tiene mucho más de cien años de estarse escribiendo, que representa lo que es y significa ser panameño, lo que realmente nos convierte en Nación, en República.
Una historia escrita de a poquito, con sus clímax y episodios yermos, perceptible en todo momento y no sólo cuando una gran catástrofe nos impacta y nos informa, furiosamente, que no lo estamos haciendo nada bien.
Sé que existe una comisión que se encarga de poner en marcha la restauración del Casco Antiguo, que depende del Ministerio de la Presidencia, y sé también que existe otro organismo que, de alguna manera, es responsable de la ejecución de los programas o proyectos relativos, la Dirección de Patrimonio Histórico del INAC. Podría así pensarse en virtud de los recientes hechos, que mientras la comisión propone y la dirección dispone, existe un margen de tiempo suficiente que permite el derrumbe, desvencijamiento y destrucción de los bienes que ellos cuidan y resguardan.
Mientras uno piensa y analiza, barre y trapea, saca gente, hace fiestas, cocteles y cuñas televisivas, el otro, aparentemente inerte, espera de manera paciente entrar en acción: posición de alerta, ojos atentos y avisores, listo, consciente y preparado para cumplir con su nueva función de "recolector de desechos históricos".
Por otro lado, haciendo recuento de más "éxitos" de la comisión, vale la pena mencionar otro, tan trascendente e histórico como lo del Arco Chato, y es que este equipo de funcionarios (comisión, dirección y demás involucrados) han logrado convertir el Casco Antiguo en un sitio de parrandas, farras y excesos (en el caso del Arco Chato, con la aprobación de patrimonio histórico y la comisión, se han realizado bodas, conciertos, quince años, desfile de modas y hasta una de esas interminables fiestas de música electrónica). Pretender, ya sea por abuso, ignorancia o desinterés, que estructuras de 300 años puedan soportar tanta actividad y seguir en pie, es una osadía que raya en la estupidez.
Para quienes no parecieran tener conciencia histórica (y no me refiero sólo al asunto del nacionalismo panameño y al "yanqui go home"), es fácil decir que "el reciente sismo" y la "reciente juerga", o la "reciente reconstrucción de la mansión tal", es la responsable de lo que sucede y sucederá. No existe para ellos condiciones previas, situaciones conducentes, o como sea que se quiera llamar a lo que son "requisitos previos para que suceda algo...".
No sólo los arqueólogos y arquitectos están formados para entender el valor que ciencias y disciplinas otorgan a los "hechos" (en su interpretación más amplia), a su desarrollo y evolución, y al alcance e impacto que éstos puedan tener en la determinación de conductas, situaciones y eventos.
Pareciera que no existe responsabilidad personal ni social, ni siquiera vergüenza que obligue a los "irresponsables" funcionarios a realizar un acto, digno en su esencia, de mea culpa, que los ayude a dimitir con dignidad.
En momentos en que la conciencia cívica e histórica del panameño parece despertar día a día, y en medio de exacerbadas emociones producto de los festejos de nuestros cien años republicanos, ojalá que estos "irresponsables" funcionarios pasen a los anales de la historia y sean mencionados en todos los libros de estudios de primaria, como los más bonitos, los más fotogénicos o los arqueólogos más sorprendidos; pero nunca como los más capaces y comprometidos.
No es ir a comer pescado frito o un platillo gourmet lo que hace valioso, importante y panameño al Casco Antiguo. No es sólo el sacar a los actuales habitantes de estas zonas, que son y hacen parte de nuestra historia, lo que le da sentido al proyecto. Es saber que tenemos un legado, una historia que tiene mucho más de cien años de estarse escribiendo, que representa lo que es y significa ser panameño, lo que realmente nos convierte en Nación, en República.
Una historia escrita de a poquito, con sus clímax y episodios yermos, perceptible en todo momento y no sólo cuando una gran catástrofe nos impacta y nos informa, furiosamente, que no lo estamos haciendo nada bien.
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