PANAMÁ
Festival Nacional del Manito Ocueño: tradición que impulsa el turismo
- Thays Domínguez
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Las calles de Ocú se llenan de música, saloma, bailes y dramatizaciones que recrean con notable fidelidad la vida de campo de antaño.
PANAMÁ
Las calles de Ocú se llenan de música, saloma, bailes y dramatizaciones que recrean con notable fidelidad la vida de campo de antaño.
Más allá de la fiesta, el Festival Nacional del Manito Ocueño representa una herencia viva. Foto. Thays Domíbguez
El Festival Nacional no solo enaltece las tradiciones campesinas del pueblo ocueño, sino que además se ha consolidado como un importante motor del turismo cultural en la región de Azuero. Foto. Thays domíbguez
Cada año, durante la primera quincena de agosto, el pequeño distrito de Ocú en la provincia de Herrera, se transforma en el epicentro de una de las expresiones culturales más arraigadas y auténticas del folclore panameño: el Festival Nacional del Manito Ocueño.
Este evento inició en 1967 como una iniciativa de educadores preocupados por rescatar las costumbres de sus abuelos, y ha evolucionado hasta convertirse en una fiesta nacional de gran significado patrimonial.
El Festival Nacional no solo enaltece las tradiciones campesinas del pueblo ocueño, sino que además se ha consolidado como un importante motor del turismo cultural en la región de Azuero.
Las calles de Ocú se llenan de música, saloma, bailes y dramatizaciones que recrean con notable fidelidad la vida de campo de antaño.
El pueblo entero se convierte en escenario para revivir costumbres como el tradicional matrimonio campesino, el duelo del tamarindo, la piladera de arroz, la carga del rancho o la escena del muerto en talanquera, entre muchas otras expresiones del vivir campesino.
Estas representaciones, transmitidas de generación en generación, son protagonizadas por los propios habitantes de Ocú, lo que les confiere una autenticidad única que cautiva tanto a los visitantes nacionales como extranjeros.
Uno de los elementos más distintivos del festival es el vestuario típico del manito ocueño, considerado el único en el país que representa de forma tan completa una cultura regional.
El hombre viste una camisa elaborada en manta, con bordados en punto de cruz y botones artesanales elaborados con semillas de calabazo.
Lo acompaña el calzón o chingo, una prenda amplia y fresca, ideal para el trabajo del campo, y el sombrero pintao'' con cinta negra.
La mujer, por su parte, luce una pollera montuna blanca, con dos arandelas enjaretadas con lana y un pollerón sencillo, complementado con un pañuelo en el hombro, peinetas, flores naturales en el cabello y la emblemática bolsita bordada a mano.
Este conjunto, lejos de ser un simple atuendo folclórico, representa una declaración de identidad cultural y orgullo por las raíces campesinas.
Estampas campesinas
El desfile folclórico del festival, que recorre las principales calles del pueblo, reúne a delegaciones escolares, grupos comunitarios y visitantes de otros distritos que, con esmero, preparan estampas que retratan oficios antiguos, escenas de vida cotidiana y momentos significativos de la tradición ocueña.
Las actividades incluyen también concursos de décima, mejorana, tamborito, violín, bailes típicos como la cumbia zapateada y la gallinera, así como presentaciones de artistas nacionales y muestras de gastronomía autóctona, entre las que destacan los bollos, el chicheme, el sancocho y los dulces tradicionales.
Aunque nació como una iniciativa local, el festival ha recibido el reconocimiento del Estado panameño.
Fue declarado Fiesta Folclórica Nacional mediante la Ley 53 de 1999, lo que garantiza el respaldo institucional para su organización.
A lo largo de los años, ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura, el Ministerio de Turismo y otras entidades gubernamentales que, de manera conjunta, han contribuido con recursos económicos, asesoría técnica y acompañamiento para garantizar la realización del evento y su proyección más allá de las fronteras de la provincia.
Ese respaldo ha sido fundamental para consolidar el festival como una plataforma de desarrollo turístico sostenible.
Motor del turismo local
Durante su realización, cientos de visitantes llegan a Ocú, lo que dinamiza la economía local a través del hospedaje, la venta de artesanías, alimentos, vestuarios típicos y otros productos relacionados con la tradición.
Además, se promueve el turismo interno, la educación cultural en escuelas y el fortalecimiento del sentido de pertenencia en los jóvenes del distrito.
Más allá de la fiesta, el Festival Nacional del Manito Ocueño representa una herencia viva.
Cada escena interpretada, cada vestuario bordado a mano, cada décima cantada, constituye un acto de memoria colectiva que conecta al presente con el pasado.
El saludo tradicional “¿Ta” “la manito?”, que da nombre al festival, resume a la perfección el espíritu que lo anima: solidaridad, amistad y orgullo por lo propio.
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