¿Murió Jesús en la cruz?
Publicado 2000/04/20 23:00:00
El mundo cristiano se tiñe de colores morados para expresar el dolor de un recuerdo que marcó hace dos mil años una nueva era: la era cristiana, cuyo símbolo, en occidente, es la cruz, aquella donde el Hijo de Dios sufrió sus últimas y trágicas horas.
Los Evangelios nos narran los hechos, sin embargo, en los relatos de los evangelistas hay diferentes datos y algunos de los sucesos están narrados mediante imágenes que podían velar una verdad diferente. Por ello, han sido muchos los historiadores que, seducidos por la enigmática historia del Maestro, han buscado a través de otros testimonios escritos más información sobre los verdaderos hechos.
Se sabe que Jesús fue conducido en procesión al Gólgota para ser crucificado. En esta peculiar modalidad de ejecución, la víctima quedaba colgada de la cruz mediante sogas o clavándole las manos y los pies. El madero principal llevaba un pequeño soporte o sedile destinado a prolongar la agonía de la víctima, y en algunos casos un apoyo para los
pies, con la misma finalidad. Las víctimas de la crucifixión tardaban dos o más días en fallecer, mientras les quedasen fuerzas para buscar apoyo en el sedile.
Era costumbre que las mujeres judías se acercasen a administrar a los condenados la toska, una bebida hecha de vino mezclado con ajenjo, que embotaba los sentidos. En cualquier caso, la intención del procedimiento era la de prolongar varios días la agonía del reo. Por último, y como no debían quedar colgando de la cruz durante la jornada del sábado, si no
habían muerto aún, se les quebraban las piernas a bastonazos, y faltos de apoyo perecían por colapso circulatorio, o de agotamiento y hambre en fin de cuentas.
La escritora Hanna Williams, que presenció crucifixiones en época moderna, asegura que los crucificados generalmente languidecían unos tres días antes de morir. En Africa, donde la sentencia capital muchas veces se ejecuta por crucifixión, también tardan unos tres días en morir.
La cruz en la cual fue clavado Jesús era distinta de las que se utilizaban habitualmente. Por lo general, se clavaba el madero al suelo y se remataba con el travesaño; en la cruz de Jesús, por el contrario, el madero perpendicular sobresalía del travesaño. Además clavaron delante de la cruz un madero más corto para permitirle descansar mientras lo ataban, y luego los verdugos lo clavaron por las muñecas y por los pies conforme a la práctica común.
¿Por qué se hizo así, si no fue con intención de salvarle la vida? Sabemos que José de Arimatea había regresado a Palestina de uno de sus múltiples viajes, y también que fue recibido por Pilatos. Era un hombre rico e influyente, de quien se dice que fue además bueno y justo, discípulo de Jesús y, al igual que Nicodemo, miembro de la Orden esenia. A lo que parece, informado a tiempo del destino que le reservaba a Jesús prefirió mantenerse en un segundo plano, donde sería de más utilidad. En cuanto a Nicodemo, fariseo y discípulo oculto de Jesús quiso intervenir en su favor, pero no fue escuchado. El y sus correligionarios esenios celebraron también conciliábulos secretos buscando medios para salvarle.
LA PASION
Según los relatos de los evangelistas, Jesús sufrió en silencio, con los ojos vueltos hacia el cielo, hasta que dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Consumido por la sed, tenía los labios resecos y agrietados. Entonces, un soldado empapó una esponja en vinagre y se la tendió mediante una percha de hisopo para que bebiese.
Jesús permaneció en la cruz desde la hora sexta hasta la nona, y luego la oscuridad cubrió toda la tierra. Ante esta súbita irrupción de la oscuridad, muchos de los presentes se dieron golpes de pecho y regresaron a sus casas, temiendo que cayeran sobre ellos los espíritus malos para castigarlos. No obstante, algunos se mantuvieron a pie firme: los enemigos de Jesús, los sacerdotes y los soldados, así como sus seguidores entre los cuales se hallaban su madre María, la hermana de su madre; María, la esposa de Cleofás, María Magdalena, José de Arimatea, María la madre de Santiago, Salomé y otras mujeres, como la madre de los hijos de Zebedeo y varias discípulas y devotas, así como los esenios del Gólgota.
A la hora nona abatió la cabeza y antes de que le abandonasen las fuerzas gritó en voz alta diciendo: "Elo-i, Elo-i, Lama sabach-thani!".
De los cuatro evangelistas, sólo Mateo y Marcos citan esta frase. Según Lucas lo que gritó fue: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Juan escribe que antes de abatir la cabeza Jesús dijo: "Todo está consumado". Los otros dos Evangelios reproducen la frase en su idioma original y añaden que quiere decir: "Dios mío, Dios mío¡ ¿Por qué me has abandonado?".
En la época, cuando se juzgaba que el reo debía estar casi muerto, solían atravesarle los pulmones de una lanzada para acelerar el proceso. El soldado romano que clavó su lanza en el costado de Jesús, sin duda ejecutó la orden con desgana, o tal vez creyó que Jesús estaba ya muerto.
Poco se sabía entonces de la circulación de la sangre, ni de los signos que hoy llamamos la muerte clínica.
TRES HORAS EN LA CRUZ
Jesús fue clavado en la cruz la víspera del sábado, que era también día de preparación de la Pascua. Al anochecer debían cesar todas las actividades y estar descolgados los cadáveres de los reos. Parece probable, pues, que Jesús permaneciese sólo tres horas en la cruz, y luego fue preciso descenderle porque era la víspera del Sabbath y también la preparación de la Pascua.
Cuando los sacerdotes se enteraron de que José había obtenido la autorización para llevarse el cuerpo de Jesús, visitaron a Pilatos y solicitaron que se le rompiesen las piernas a los reos, puesto que la ley prohibía dejarlos colgados en sábado. Los soldados fueron allá y les rompieron las piernas a los dos ladrones, provocando su rápido fallecimiento. Pero cuando se acercaron a Jesús creyeron que había muerto y no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le asestó una lanzada en el costado derecho y, según el evangelista Juan, brotó de la herida sangre y agua. El soldado no reparó en esto, sino que se alejó, permitiendo que los deudos descolgasen a sus víctimas.
En efecto, sorprende que, mientras a los otros dos reos se les remató rompiéndoles las piernas, no se hiciera lo mismo con Jesús, lo cual podemos atribuir a la negligencia, ignorancia, soborno o complicidad. Es muy posible que Jesús se hallase en coma, o quizá fingió la muerte poniéndose a sí mismo en trance cataléptico. El hecho de que manase sangre y agua de la herida parece demostrar que estaba con vida, según los conocimientos médicos de hoy. ¿Estaba Jesús en coma o había muerto realmente?
Los Evangelios nos narran los hechos, sin embargo, en los relatos de los evangelistas hay diferentes datos y algunos de los sucesos están narrados mediante imágenes que podían velar una verdad diferente. Por ello, han sido muchos los historiadores que, seducidos por la enigmática historia del Maestro, han buscado a través de otros testimonios escritos más información sobre los verdaderos hechos.
Se sabe que Jesús fue conducido en procesión al Gólgota para ser crucificado. En esta peculiar modalidad de ejecución, la víctima quedaba colgada de la cruz mediante sogas o clavándole las manos y los pies. El madero principal llevaba un pequeño soporte o sedile destinado a prolongar la agonía de la víctima, y en algunos casos un apoyo para los
pies, con la misma finalidad. Las víctimas de la crucifixión tardaban dos o más días en fallecer, mientras les quedasen fuerzas para buscar apoyo en el sedile.
Era costumbre que las mujeres judías se acercasen a administrar a los condenados la toska, una bebida hecha de vino mezclado con ajenjo, que embotaba los sentidos. En cualquier caso, la intención del procedimiento era la de prolongar varios días la agonía del reo. Por último, y como no debían quedar colgando de la cruz durante la jornada del sábado, si no
habían muerto aún, se les quebraban las piernas a bastonazos, y faltos de apoyo perecían por colapso circulatorio, o de agotamiento y hambre en fin de cuentas.
La escritora Hanna Williams, que presenció crucifixiones en época moderna, asegura que los crucificados generalmente languidecían unos tres días antes de morir. En Africa, donde la sentencia capital muchas veces se ejecuta por crucifixión, también tardan unos tres días en morir.
La cruz en la cual fue clavado Jesús era distinta de las que se utilizaban habitualmente. Por lo general, se clavaba el madero al suelo y se remataba con el travesaño; en la cruz de Jesús, por el contrario, el madero perpendicular sobresalía del travesaño. Además clavaron delante de la cruz un madero más corto para permitirle descansar mientras lo ataban, y luego los verdugos lo clavaron por las muñecas y por los pies conforme a la práctica común.
¿Por qué se hizo así, si no fue con intención de salvarle la vida? Sabemos que José de Arimatea había regresado a Palestina de uno de sus múltiples viajes, y también que fue recibido por Pilatos. Era un hombre rico e influyente, de quien se dice que fue además bueno y justo, discípulo de Jesús y, al igual que Nicodemo, miembro de la Orden esenia. A lo que parece, informado a tiempo del destino que le reservaba a Jesús prefirió mantenerse en un segundo plano, donde sería de más utilidad. En cuanto a Nicodemo, fariseo y discípulo oculto de Jesús quiso intervenir en su favor, pero no fue escuchado. El y sus correligionarios esenios celebraron también conciliábulos secretos buscando medios para salvarle.
LA PASION
Según los relatos de los evangelistas, Jesús sufrió en silencio, con los ojos vueltos hacia el cielo, hasta que dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Consumido por la sed, tenía los labios resecos y agrietados. Entonces, un soldado empapó una esponja en vinagre y se la tendió mediante una percha de hisopo para que bebiese.
Jesús permaneció en la cruz desde la hora sexta hasta la nona, y luego la oscuridad cubrió toda la tierra. Ante esta súbita irrupción de la oscuridad, muchos de los presentes se dieron golpes de pecho y regresaron a sus casas, temiendo que cayeran sobre ellos los espíritus malos para castigarlos. No obstante, algunos se mantuvieron a pie firme: los enemigos de Jesús, los sacerdotes y los soldados, así como sus seguidores entre los cuales se hallaban su madre María, la hermana de su madre; María, la esposa de Cleofás, María Magdalena, José de Arimatea, María la madre de Santiago, Salomé y otras mujeres, como la madre de los hijos de Zebedeo y varias discípulas y devotas, así como los esenios del Gólgota.
A la hora nona abatió la cabeza y antes de que le abandonasen las fuerzas gritó en voz alta diciendo: "Elo-i, Elo-i, Lama sabach-thani!".
De los cuatro evangelistas, sólo Mateo y Marcos citan esta frase. Según Lucas lo que gritó fue: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Juan escribe que antes de abatir la cabeza Jesús dijo: "Todo está consumado". Los otros dos Evangelios reproducen la frase en su idioma original y añaden que quiere decir: "Dios mío, Dios mío¡ ¿Por qué me has abandonado?".
En la época, cuando se juzgaba que el reo debía estar casi muerto, solían atravesarle los pulmones de una lanzada para acelerar el proceso. El soldado romano que clavó su lanza en el costado de Jesús, sin duda ejecutó la orden con desgana, o tal vez creyó que Jesús estaba ya muerto.
Poco se sabía entonces de la circulación de la sangre, ni de los signos que hoy llamamos la muerte clínica.
TRES HORAS EN LA CRUZ
Jesús fue clavado en la cruz la víspera del sábado, que era también día de preparación de la Pascua. Al anochecer debían cesar todas las actividades y estar descolgados los cadáveres de los reos. Parece probable, pues, que Jesús permaneciese sólo tres horas en la cruz, y luego fue preciso descenderle porque era la víspera del Sabbath y también la preparación de la Pascua.
Cuando los sacerdotes se enteraron de que José había obtenido la autorización para llevarse el cuerpo de Jesús, visitaron a Pilatos y solicitaron que se le rompiesen las piernas a los reos, puesto que la ley prohibía dejarlos colgados en sábado. Los soldados fueron allá y les rompieron las piernas a los dos ladrones, provocando su rápido fallecimiento. Pero cuando se acercaron a Jesús creyeron que había muerto y no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le asestó una lanzada en el costado derecho y, según el evangelista Juan, brotó de la herida sangre y agua. El soldado no reparó en esto, sino que se alejó, permitiendo que los deudos descolgasen a sus víctimas.
En efecto, sorprende que, mientras a los otros dos reos se les remató rompiéndoles las piernas, no se hiciera lo mismo con Jesús, lo cual podemos atribuir a la negligencia, ignorancia, soborno o complicidad. Es muy posible que Jesús se hallase en coma, o quizá fingió la muerte poniéndose a sí mismo en trance cataléptico. El hecho de que manase sangre y agua de la herida parece demostrar que estaba con vida, según los conocimientos médicos de hoy. ¿Estaba Jesús en coma o había muerto realmente?
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