Mi vicio es la libertad
La violencia es el miedo a los ideales de los demás Gandhi Hasta los años cincuenta, Hollywood hacía películas de bandidos y vaqueros en las que
La violencia es el miedo a los ideales de los demás Gandhi
Hasta los años cincuenta, Hollywood hacía películas de bandidos y vaqueros en las que a los bandidos siempre morían a lo último, de un balazo en los intestinos o una larga condena; además de nariz rota y ojos hinchados. En tiempos de la Segunda Guerra Mundial, los soldados aliados eran los muchachos de la película y, por supuesto, ganaban. En esa guerra merecían la victoria. Nosotros aplaudíamos.
Nos abrieron el cerebro con el escalpelo cultural de las películas, nos hicieron creer que EE.UU. era el formidable Sir Galahad que necesitaba el mundo. En muchas cosas lo ha sido, negarlo es chillido de fanáticos. Pero asegurar que siempre ha sido el chico noble, es una falacia. En Panamá nos dimos cuenta de que los muchachos también usaban antifaz de cuatreros. ¿Prueba? Los zonians.
En los años setenta, los productores y directores de cine explotaron el filón de la desmitificación de héroes e hicieron películas en que la corrupción tocaba hasta a su presidente. Me pasó con EE.UU. lo que ya me había pasado con Stalin, Mao, Ortega, Chávez y Fidel: decepción absoluta.
El bloqueo de EE.UU. a Cuba siempre me pareció contraproducente. Hace de Fidel un mártir y del pueblo cubano una miseria colectiva.
«No comerciarás con Cuba», añade Washington a la lista de mandamientos que impone a los países débiles. Airean las certificaciones sobre narcotráfico que usan como calificaciones de buena conducta, expedidas, nada menos que por el mayor consumidor de drogas de la bolita del mundo.
Cayó el imperio soviético, se desmembró y se volvió un aberrante estado al que es difícil definir. China está procesando mejor su metamorfosis. Los comunistas no han perdido el poder y están ganando triillones. Con sus poderosos músculos algo atrofiados, EE.UU. todavía se toma atribuciones que solo debe permitirse un Gobierno Mundial. Cuando el mundo madure tal vez emerja ese gobierno mundial por decisión de todas las naciones. No habrá tirano que se escude con el respeto a la soberanía de los pueblos. Soberanía que usan como inodoro (con perdón del gaucho Pereyra).
Estoy contra el bloqueo, no por unirme al coro de chillidos de los que ven afectados sus intereses al no poder comerciar con Cuba. Estoy contra el bloqueo... y contra todas las dictaduras, porque mi vicio es la libertad.