Un negocio en expansión, a pesar de la competencia
El ruido del blower, el peculiar olor que emerge del cabello al recibir calor y una persona que asigna los turnos a las clientas justo en la entrada del local se han convertido en la fuente de un gran negocio para los propietarios de Factory Fashion
Un negocio en expansión, a pesar de la competencia
El ruido del blower, el peculiar olor que emerge del cabello al recibir calor y una persona que asigna los turnos a las clientas justo en la entrada del local se han convertido en la fuente de un gran negocio para los propietarios de Factory Fashion, la mayor cadena de salones de belleza de Panamá.
A partir de las 6 de la mañana comienza la actividad en los 16 salones de belleza que componen la cadena. Cada uno de los locales recibe un promedio de 600 personas al día, en el caso de los locales más grandes, y entre 300 y 400, en los más pequeños o los días donde la jornada es un poco más “suave”, tal como lo definió su gerente general y propietaria Georgina Farah.
Estos negocios generan entradas mínimas de 2,500 dólares al día, o 75,000 dólares al mes, tomando en cuenta que el servicio que más se ofrece es el blower, por el cual las clientas pagan un precio de 5 dólares y que cada uno de los 16 locales recibe un promedio de 500 personas al día.
Aunque hace 12 años, cuando la cadena inició su funcionamiento, el costo del blower era de 1.50 dólares, la propietaria dice no tener competencia, aunque existen otras cadenas de salones como Hander y Salvador, pero no tienen el mismo público.
Asimismo, la propietaria de esta cadena de salones de belleza comentó que el 90% del espacio físico de cada salón está acondicionado para realizar blowers, es decir con mesas y sillas para este servicio, y el tiempo estimado de atención es entre 15 y 40 minutos, dependiendo del cabello de cada cliente.
Esta cadena proyecta la pronta apertura de tres locales adicionales, en el interior del país y en la ciudad capital.
Para Farah, el éxito de la estrategia del negocio se encuentra en un plano muy distinto a lo que normalmente escuchamos. Para ella, “poner un salón de belleza justo donde hay muchos salones de belleza es la clave, porque si hay muchos es porque allí es un buen punto, hay mercado y no importa la competencia”.
Asimismo, el modelo de negocio utilizado en esta cadena de salones no es el más común. Normalmente las peluquerías funcionan a través de un modelo de alquiler o pago por porcentaje de producción. Es decir, en algunos casos cada colaborador alquila su puesto de trabajo, pagando una mensualidad al salón y el resultado de su producción es suyo. En el caso del porcentaje, por cada cliente cierto porcentaje pertenece al salón y otra parte al estilista.
En Factory Fashion los colaboradores mantienen una relación de contrato laboral con el salón, de manera que el pago de estos es un salario estipulado por las leyes panameñas, el cual puede estar alrededor del salario mínimo.
Según Georgina Farah, luego del aumento de salarios que entró a regir en el inicio del año 2014, los precios de los servicios aumentaron alrededor de un dólar, pero asegura que los precios continúan siendo una de las claves del éxito para este negocio.
El éxito de estos salones radica en que al trabajar con un gran volumen de clientes y colaboradores, pueden mantener los precios alrededor de los 5 dólares, a diferencia de los salones tradicionales, en los cuales los precios por el mismo servicio pueden alcanzar hasta los 20 dólares.
En el caso de los servicios para caballeros los precios se encuentran en alrededor de los 4 dólares en salones como Factory Fashion.
Colaboradores
Hasta la fecha esta compañía cuenta con alrededor de 450 colaboradores, entre estilistas y gerentes -cada local cuenta con un gerente y dos turnos de estilistas- y con la apertura de los tres nuevos locales se espera que esta cifra aumente hasta los 500 colaboradores.
No obstante, la gerente general comentó que aún continúa habiendo escasez de mano de obra en este sector, “sobre todo por el tema de la atención al cliente”, aseguró Farah, quien también comentó que a pesar de que su personal es en gran mayoría panameño, ya que estos negocios se rigen bajo la ley de empresas de servicios, las cuales deben ser propiedad de un panameño y mantener un personal mínimo de nacionales de un 90%, también tienen mano de obra colombiana y de República Dominicana.
Según Farah, a este sector le hace falta “mayor cantidad de empresarios que organicen el sector y mayor personal capacitado”. La propietaria aseguró que el personal extranjero tiene mayor conocimiento con respecto al trato con el público.