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Uribe: el hombre detrás de la política
Carlos A López Z - Publicado:
La primera vez que alguien le dijo a Alvaro Uribe que sería presidente de Colombia tenía siete años.Era 1959 cuando Joaquín Urrea, dueño de la empresa de ropa interior Leonisa, le dijo: "usted como que va a ser presidente".En ese momento Uribe estaba arriba de una mesa para dar un discurso durante uno de los juegos infantiles con Fernando, hijo de don Joaquín.Ese fue uno de los primeros indicios de inclinación por la política que dio el candidato de Primero Colombia a la Presidencia de la República.El mismo hombre que se convirtió en el sucesor de Andrés Pastrana, sin tener que pasar por la segunda vuelta.El entrenamiento en las lides políticas había empezado temprano.Uribe nació el 4 de julio de 1952, y a los cinco años, este descendiente del asesinado caudillo liberal (1909) Rafael Uribe Uribe, "acompañaba a su madre, Laura Vélez -quien luego fue concejal de Salgar, Antioquia-, a hacer campaña a favor del referendo para que las mujeres votaran y fueran elegidas", según relató a Patricia Lara en Lecturas Dominicales del 7 de abril pasado.Como estudiante era muy disciplinado y en los dos últimos años del bachillerato fue eximido de todos los exámenes finales en el Instituto Jorge Robledo, de Medellín.También estuvo becado en varias ocasiones en la Universidad de Antioquia, donde estudió Derecho.Durante esos días universitarios montó en Medellín, con unos amigos, el restaurante El Gran Banano, del que tuvo sucursales en Santa Marta y Cartagena durante las temporadas de vacaciones.Se graduó como especialista en Administración y Gerencia en Harvard, en Estados Unidos, y luego en Negociación de Conflictos, en Oxford, en Inglaterra.De su padre sacó el gusto por el verde.Alberto Uribe Sierra, asesinado por las FARC, el 14 de junio de 1983, fue un finquero que le enseñó el adiestramiento de caballos.Esa, según él, fue su verdadera aproximación al oficio político: "A los caballos se los maneja con el equilibrio propio de la autoridad, sin zalamerías ni violencia".A Lina María Moreno Mejía se la topó un sábado de marzo, en 1979, en una esquina de la avenida La Playa, en Medellín.La entonces estudiante de literatura y lingüística de la Universidad Pontificia Bolivariana tenía 23 años y salía de clase acompañada por una amiga.¿Para dónde van?, fue la pregunta que inició una relación que lleva 22 años de matrimonio pues el primero de diciembre de ese mismo 1979 se casaron y ella abandonó su carrera.Nuevamente, en la manera de conquistarla, Alvaro demostró que le gustan los retos.En ese primer encuentro, Lina le dijo que se llamaba María Teresa, no le dio su número telefónico y solo le contó que su padre, Darío Moreno, aparecía en el directorio telefónico.Varias veces la llamó y ella le dijo que no podía salir.Días después, no le preguntó nada, solo le anunció que iba a buscarla en su Renault.Tomás y Jerónimo son los hijos del matrimonio.El mayor terminó sexto semestre de Ingeniería química y, siguiendo el ejemplo paterno de trabajar desde joven, tiene su negocio de exportación de artesanías a España.Cuando el menor cumplió dos años, Lina María se matriculó en filosofía y su esposo se convirtió en soporte básico.Los fines de semana, Alvaro se encargaba de los niños para que ella pudiera graduarse.Cuatro antioqueños, un abogado, una filósofa y dos estudiantes de ingeniería (química y electrónica) serán los nuevos habitantes de la Casa de Nariño, a partir del 7 de agosto.En los últimos meses, dejaron de ser una familia común y corriente.Aunque la política siempre ha estado en la casa, ahora las medidas de seguridad hacen parte de su vida cotidiana.Por eso, la rutina social de Tomás, de 21 años, y Jerónimo, de 18, termina a las 8:00 de la noche, hora en la que deben estar en la casa.De no ser así, sus celulares repican cada minuto.Al otro lado de la línea, la voz del nuevo Presidente les pide que lleguen pronto."Es más querendón que expresivo; perseverante y brioso", según Patricia Lara.Pero el país también le ha visto facetas de un temperamento frío o explosivo.De su frialdad dio muestras cuando el atentado de Barranquilla: "Tranquilo, ponga cuidado que de aquí salimos", le dijo con una calma pasmosa al conductor del vehículo blindado, que quedó semidestruido.De su explosividad supo el país el 19 de marzo pasado cuando Joseph Contreras, corresponsal de la revista estadounidense Newsweek, contó del enojo del candidato por las preguntas sobre sus nexos con el paramilitarismo.Algunos de sus cercanos le tienen miedo a los momentos en los que estalla."Soy muy exigente, muy acosón y me exijo a mí mismo", ha dicho.El nuevo mandatario no toma licor, no sabe bailar, no tiene sentido del humor, gusta del vallenato, tiene una mente prodigiosa y se considera madrugador, honrado y adicto al trabajo.