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Una ‘historia de soledad’ llega en época de pandemia

El libro estaba programado para salir en abril, seguido de una gira internacional de publicidad. La razón por la que todo eso ha sido pospuesto, el distanciamiento social hoy requerido por el virus, es precisamente la razón por la que esta historia podría hacer más eco en los lectores.

Lauren Christensen - Actualizado:

Los personajes de Ottessa Moshfegh viven en el margen. Foto / Jessica Lehrman para The New York Times.

LOS ÁNGELES — Era la primavera del 2015 en Oakland, California, y Ottessa Moshfegh estaba sola. Había publicado unos cuentos cortos y una novela corta, pero pasarían meses antes de que su primera novela, “Mi Nombre era Eileen”, le permitiera ganarse el sustento, un lugar como finalista para el Premio Booker y renombre.

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La nativa de Nueva Inglaterra estaba viviendo sin amistades afuera de San Francisco y estaba a punto de completar una colección de historias, “Nostalgia de Otro Mundo”. Pero al soltarla, la afligió un pesar tan intenso que sólo podía superarlo mediante escribir más.

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“Era casi como si alguien hubiera muerto cuando terminé ese libro”, dijo Moshfegh, de 38 años, a principios de febrero en Los Ángeles, donde ahora vive. “Mi futuro era tan aterrador. Necesitaba escribir algo para llevarme al otro lado de una experiencia”, dijo.

Así que forzó su mente al presente usando un régimen estricto: escribiría mil palabras al día, sin mirar atrás, “hasta que llegara a la conclusión de algo”.

Una vez que lo hizo, lo abandonó de inmediato en un cajón, sólo para redescubrirlo cuatro años y tres libros después. Ese manuscrito se publicará más adelante este año como su tercera novela, “Muerte en sus Manos”.

Un recorrido sobrecogedor a través de la psique de una mujer de edad al tiempo que relaja su control de la realidad, el libro se lee como una novela negra, una versión de los tropos de la ficción de detectives. Pero para Moshfegh, es más simple que eso, y más personal. “Lo escribí para mí”, dijo. “Es una historia de soledad”.

El libro estaba programado para salir en abril, seguido de una gira internacional de publicidad. La razón por la que todo eso ha sido pospuesto —el distanciamiento social hoy requerido por el virus— es precisamente la razón por la que esta “historia de soledad” podría hacer más eco en los lectores que nunca. (Es probable que sea lanzado más tarde este verano).

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Moshfegh ha edificado su reputación sobre los cimientos de personajes que existen en los márgenes de la sociedad. Son asesinos, abusadores de sustancias, vagos, pervertidos. Ella los revela en su más baja expresión: fantasean acerca de ser violados o son violentos.

Moshfegh ha sido llamada “superabundantemente talentosa” (por Dwight Garner, crítico literario de The New York Times). Para otros, como el crítico Sam Sacks, su forma de escribir es “mortecina y apática”.

Pero tal vez nadie lo exprese más contundentemente que la propia autora: “No conozco a nadie como yo”.

Ella espera que “Death in Her Hands” no inspire las conversaciones sobre el atractivo y la genialidad que han rodeado su obra anterior. “La gente no quiere hablar sobre cómo hacen eco en ellas las cualidades más desagradables de un personaje, así que dicen, ‘Ay, ella fue realmente repugnante’. Todo el mundo está tan obsesionado con caer bien”.

En “Death in Her Hands”, Vesta Gul escapa al autoengaño. Vesta, llorando la muerte de Walter, su esposo controlador, vive en una cabaña aislada junto a un lago —inspirada, dijo la autora, en un campamento abandonado de Girl Scouts en Maine que su madre compró en los 90s. Desde la adolescencia, Moshfegh ha pasado largos períodos de tiempo allí, sola, asustada. “Es como, ‘La llamada viene del interior de la casa’”, dijo. “Eso es lo que da miedo”.

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Con todo y lo inestables que son los narradores de Moshfegh, también están empeñados en salvarse a sí mismos. Lo que hace que los personajes de Moshfegh sean tan humanos es que no se rinden.

Requiere mucho trabajo, dijo, encontrar “esa conexión más profunda conmigo misma y con el poder más grande”. En cuarentena o no, esa necesidad “hace que mi trabajo sea realmente específico. No estoy pintando los dedos con los ojos cerrados”.

“La diferencia entre 28 y 38 es realmente grande para mí”, dijo Moshfegh, quien se casó con el escritor Luke Goebel en el 2018. Su mentora Jean Stein se suicidó en el 2017. Poco después, el hermano de Moshfegh, Darius, murió de una sobredosis de drogas. “Ser maltratada por la pérdida, cambió la forma en que pienso sobre el tiempo”, dijo.

Cuando estaba escribiendo “Muerte en Sus Manos” hace cinco años, Moshfegh no podía haber pronosticado la resonancia que tendría la historia en el 2020. Ella misma la está viendo a través de una nueva lente.

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“No es tanto que Vesta estaba sola y se volvió loca”, dijo, en lo que parecía una defensa no sólo de un personaje, sino de una condición. “Esta es una mujer que eligió vivir aislada para encontrar paz hacia el final de su vida —y, en el proceso, encontró su imaginación”.

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