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Circo romano: pan y vino
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La historia, sobre todo la del Derecho Romano, registra que en el imponente y fabuloso Coliseo se presentaban principalmente tres tipos de espectáculos: las carreras, las luchas de gladiadores y de animales, y el teatro.La plebe, el propio Senado, las altas autoridades de las magistraturas, el Emperador y su esposa, en fin, todo curioso, se deleitaban, a los extremos de la paranoia colectiva, concurriendo a dichos eventos.Harto conocida es la expresión de que en el Circo Romano: “Pan y vino”.Algunos historiadores han puesto de relieve y en entredicho la cuestión moral que mediaba en este tipo de actos.Aunque es dable advertir que las carreras no tenían, por sus propias características, una especial connotación moral, no obstante, dado el modo en que se desarrollaban evidenciaban inhumana crueldad y menosprecio absoluto de la vida humana, salvo que la plebe o el César perdonaran la vida para lo cual “levantaba el dedo”.Infortunio absoluto si lo agachaba.Esto último, se acentúa sensiblemente en el caso de las luchas de gladiadores, y en el teatro que llevaba consigo una fuerte carga de inmoralidad.Recordemos que una gran parte de los criminales y de los presos de guerra eran destinados a estas cruentas y sanguinarias luchas.Por ello existían empresas especializadas que proporcionaban partidas de gladiadores.En la producción cinematográfica Gladiador se advierte este carácter empresarial.La lucha ha sido descrita así: iniciaba con una marcha a través de la arena; luego, venía la lucha cuerpo a cuerpo o grupos contra grupos.La conocida lucha de gladiadores tenía un especial morbo que lo hacía muy atractivo: la sangre humana que se derramaba.Si uno de los contendientes caía gravemente herido, su vida quedaba al arbitrio del público asistente.El gran jurista e historiador alemán, premio Nobel que fue de literatura en 1902, Theodor Mommsen, autor de una Historia de Roma, ha podido escribir que estas luchas de gladiadores eran "la manifestación y al mismo tiempo, el fomento de la más crasa desmoralización del mundo antiguo…, un espectáculo de caníbales…, la sombra más negra que pesa sobre Roma".De dicho recuento, en apretada síntesis, me permito preguntar si ante el devenir del patético acontecer nacional que nos toca vivir, acaso no estamos en presencia del Circo Romano y de sus reconocidos actos? Sigo preguntando: ante la ola de delincuencia que, cual tsunami, se nos ha venido encima; ante la masacre que se hace, a diario de la vida humana, sin distingo alguno de edad o de clase social ni de tipo de credo alguno; ante una pobreza que avasalla a centenares y miles de familias pobres y humildes de nuestro suelo; ante la respiración de un oxígeno envenenado por la irresponsabilidad de muchos transportistas –conductores de guarichas rodantes-, en fin, acaso no estaremos reviviendo el cruel acto de generar somnolencia en toda una población que todavía preserva las esperanzas de un mejor mañana?