Desde la USMA, la pica en Flandes...

Dice un viejo refrán: "Las comparaciones son odiosas".

Otro adagio dice: "Quien dice lo que no debe, termina oyendo lo que no quiere".

Por cuanto recientemente se han hecho y lanzado toda clase de infundios (desde elucubraciones mal intencionadas hasta contrastaciones infantiles y fuera de lugar) por parte de gente de diversa ralea, es necesario dejar por sentadas varias verdades sobre la realidad universitaria actual y el papel de la única universidad católica de nuestro país.

La USMA es la única institución universitaria privada creada mediante Decreto-Ley de la República.

Fue la primera institución particular de estudios superiores establecida en el país, hace ya casi 40 años.

Hereda la tradición de la Universidad de San Francisco Javier, universidad colonial fundada por la Iglesia.

Desde su fundación, la USMA ha sido lo que es: una opción alternativa de calidad, a la educación pública de calidad.

Como centro de estudios superiores de manifiesta orientación cristiana (perteneciente a la Iglesia Católica, específicamente a la Arquidiócesis de Panamá), la USMA está regida por la Constitución Apostólica para las Universidades Católicas y se allana a todas las normas nacionales para el funcionamiento de las Universidades legalmente constituidas.

Su prestigio indiscutible, está levantado sobre un expediente de honrosísimas ejecutorias, de décadas al servicio del país.

Para entender su naturaleza, hay que resaltar un aspecto cardinal: a diferencia de las demás universidades privadas, la USMA es y ha sido siempre una institución educativa sin fines de lucro.

Sus normas estatuarias le fuerzan a invertir excedentes en mejoramiento propio o en labores de acción social altruista, para el beneficio de toda la ciudadanía, especialmente de los sectores más humildes.

No tiene dueños accionistas ni reparte utilidades.

Por eso no tiene agresivas campañas de mercadeo ni mantiene equipos para el reclutamiento masivo de "clientes".

Este aspecto es fundamental para entender muchas de las situaciones que actualmente afectan a esta Universidad Católica.

Por un lado, esta condición de no ser una institución que está detrás de la búsqueda furiosa de la ganancia y el lucro, sumada a la naturaleza de su perfil particular, han hecho que la USMA viva doblemente limitada, desde el punto de vista financiero.

Al no ser una institución estatal, no recibe subsidios del Estado para funcionar, independientemente de que tanto en sus actividades como en sus fines y proyecciones, sea muy similar a una institución del Estado.

La USMA invierte en infraestructuras; subsidia investigaciones reales y fomenta la productividad intelectual de sus profesores y alumnos; otorga becas completas (no descuentos ni "medias becas") a más del 10% de su alumnado; atiende campos del saber que no son "rentables" (como las ciencias naturales y las humanidades) pero que completan su perfil de universidad verdadera y apuntalan su misión social; acomete gratuitamente labores amplias de proyección y acción social, en fin.

Y todo esto, prácticamente con las uñas.

Sin gran ayuda significativa de casi nadie.

Por otro lado, una buena parte de los problemas actuales de esta universidad se deben a que ha decidido sostener la importancia de la calidad y del rigor académico, por encima de la moda, del facilismo y de la superficialidad.

Por encima del vulgar mercantilismo.

Nada sería más fácil que comenzar a ofrecer un producto educativo superficial, breve y poco riguroso, pero bien mercadeado y arropado en el nombre de nuestra Universidad (que sí goza de un prestigio bien ganado en nuestro medio).

Pero nada sería también tan irresponsable e inaceptable, ya que aquí estamos hablando de la formación académica de las nuevas generaciones de panameños y panameñas y, con eso, aquí en la USMA no vamos a jugar nunca.

Nunca sacrificaremos la calidad para conseguir alumnos.

Una cosa es la innovación educativa verdadera, que busca mejorar los planes y ponerlos a tono con las demandas del mundo contemporáneo.

Otra cosa, muy distinta, es el baratillo pseudo-académico y la promoción de cualquier cosa con tal de conseguir el dinero de los estudiantes.

Con el perdón de los afectados, la USMA no es una pseudo-universidad del tipo "revolving door", con profesores que trabajan a destajo.

No somos un "escuelón grande" ni una fábrica de grados.

No somos una simple imagen sin sustancia.

La USMA es una universidad verdadera.

Tenemos un campus central y tres centros regionales, con decenas de edificios, más de veinte laboratorios especializados, costosas facilidades de informática, múltiples canchas de juego, un gimnasio principal, diversos auditorios, una enorme finca experimental, etc.

Tenemos una biblioteca central con cinco sucursales, en Panamá y en provincias.

Tenemos centenares de funcionarios y decenas de profesores de tiempo completo, que enseñan, investigan y hacen verdadera vida académica en esta Universidad.

Y sostener todo esto, sin recursos, representa un esfuerzo titánico, casi imposible.

Por eso, desde nuestra Universidad hemos optado por hacer un alto y, de una manera inteligente, replantearnos nuestro quehacer institucional.

Reforzaremos la eficiencia lanzando una verdadera reingeniería en nuestra gestión interna.

Revisamos nuestros planes curriculares y desarrollamos nuevas opciones formativas, pero teniendo muy en claro que buscaremos elevar la matrícula sin sacrificar la calidad.

Mantendremos y fortaleceremos aquello que nos hace distintos y buscaremos ser cualitativamente mejores, en todos los índices que midan la verdadera calidad académica.

Haremos más de lo que siempre hemos hecho: ofrecer el sacrificio y la dedicación de nuestros cuadros administrativos, docentes e investigativos, para beneficio y orgullo de la Patria.

(luis.

wong@eudoramail.

com)Es la única solución que nos permitirá exportar, negociar, 70 millones de barriles de agua diariamente para paliar los sequías y hacer fructificar los desiertos.

¿Qué preferiría la humanidad?Con embalses anti-ecológicos, con el despojo antisocial de decenas de miles de familias, no podrían racionalmente resolverse los requerimientos de la navegación futura.