Análisis
El círculo vicioso de la desigualdad y la dominación política
...dada la permisividad de las reglas electorales y la complicidad del Tribunal Electoral que las administra, se hace posible afirmar que en nuestro país, gracias al clientelismo y la masiva propaganda electoral vacía de contenido, las elecciones no las ganan los electores, sino los donantes de campaña, es decir, el poder económico.
- Juan Jované
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- - Publicado: 28/11/2018 - 12:00 am
Panamá es un país extremadamente desigual, al extremo que, de acuerdo con las estadísticas del coeficiente de Gini del Banco Mundial, este sería, pese al reciente episodio de rápido crecimiento, el sexto país con la peor distribución del ingreso en el mundo.
Así mismo, si se toma como referencia la base de datos de la Cepal, se puede afirmar que en Panamá el ingreso de una persona perteneciente al 10.0% más rico de la población equivale a 15.2 veces el ingreso medio de quienes constituyen el 40.0% más pobre del país.
A esto se puede agregar, con base en el reporte del Banco Mundial titulado Poverty and Shared Prosperity 2018, que si bien el ingreso del 40.0% más pobre de la población creció a una tasa anualizada del 4.0% entre el 2011 y el 2016, solo 0.1 puntos porcentuales de la misma son explicados por algún tipo de procesos de redistribución.
Surge, entonces, una pregunta: ¿qué genera en Panamá la profunda y persistente desigualdad económica?
Buena parte de la respuesta está en la naturaleza del sistema político – electoral de nuestro país.
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En Panamá, la esfera de la política está totalmente dominada por los sectores económicamente dominantes, quienes han tenido la capacidad de convertir la alta concentración de los ingresos y la riqueza existente en una influencia determinante sobre los aparatos del Estado, los partidos políticos y la mayoría de los candidatos de libre postulación, figura ahora desnaturalizada por el poder económico.
Esa así que, dada la permisividad de las reglas electorales y la complicidad del Tribunal Electoral que las administra, se hace posible afirmar que en nuestro país, gracias al clientelismo y la masiva propaganda electoral vacía de contenido, las elecciones no las ganan los electores, sino los donantes de campaña, es decir, el poder económico.
La dominación de estos poderosos sectores sobre la política les permite utilizar al Estado como mecanismo de acumulación de ganancias y rentas.
Esto lo logran, para comenzar, determinando a su favor las leyes y normas que tienen que ver con asuntos tales como el régimen impositivo, las relaciones laborales, las facilidades de importación, los subsidios al capital, entre otros.
Así mismo, se produce un extendido fenómeno de acumulación por desposesión, caracterizada por la rapiña, la cual se concreta en las privatizaciones, la entrega de los recursos naturales de la nación, la evasión fiscal descarada, el incumplimiento de las leyes sociales, la práctica apropiación de la renta del Canal, así como en la corrupción abierta, que representa su forma más bizarra.
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En todo esto juega un papel importante lo que algunos han llamado la puerta revolvente, de manera que las personas pasan de la propiedad y altos puestos de las grandes empresas a las altas responsabilidades estatales para luego volver a las mismas.
Se trata también de las idas y vueltas desde estas empresas y partidos a las diversas magistraturas, incluyendo las del Tribunal Electoral.
Es por todo esto por lo que no es posible esperar nada bueno de las próximas elecciones.
El esfuerzo debe concentrarse, entonces, en elevar la conciencia y la organización de la población.
Economista
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