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El Hombre hidropónico
Juan Carlos Ansín - Publicado:
Sabemos que la cultura tiene una dinámica propia y se va construyendo a medida que las nuevas miradas sobre los acontecimientos ocasionan concepciones y respuestas sociales diferentes.Esta aseveración de rasgos lacanianos posmodernos, condensa en cierta forma la percepción que se tiene del Hombre* hidropónico, dueño y señor de este siglo neonato.Con el surgimiento de la ciencia llevada de la mano por la corriente filosófica del utilitarismo pragmático se han ido sustituyendo las creencias religiosas y las ideologías políticas por una teoría económico-cientificista sustentada en el lenguaje taxativo de los diccionarios y baremos.Para explicar la notoria ausencia del lenguaje figurado de esta época, el poético, Derrida la llamó: "La retirada de la metáfora".Se trata de un relativismo de valores dignos de una axiología fundada en el monetarismo económico que hoy gobierna a esta humanidad carente de comunicación con su pasado.Es la generación del clic y del microwave, que persigue y se encanta en la inmediatez insensata, donde hombre y mujer mantienen una relación meramente futbolística, la del "toco y me voy".Tal vez estos hijos hidropónicos sean el fruto de utopías desgastadas, de raquíticas raíces inmersas en la realidad de un mundo cada vez más pequeño e inservible como el ombligo que los deslumbra.Si el Hombre antiguo y el moderno compartían un mismo sentimiento de pertenencia, con raíces en la fe, la tradición y la familia, el hijo hidropónico del Hombre bonsái del siglo XX lleva la carga genética suficiente para flotar en el aire, en la opiácea levedad del ser, de la que nos habla Kundera, e inmerso en el sueño del hedonismo fantástico, justifica sus errores pero no los corrige y como el personaje de Pirandello: repite el monólogo del yo-me-mi-conmigo en su auto fabricada soledad umbilical.Son los descendientes de los hombres bonsái, aquellos que la historia les fue cortando las raíces poco a poco y con ella la memoria de un pasado heredero de viejas penas y pequeñas glorias, las mismas que conformaron los pueblos, la nación y la patria.Esa patria irredenta que es de todos y de nadie, como el eco de antiguas voces cuyas sombras proclamaron la república.Hoy, República de los Hombres hidropónicos, cuyos cuerpos no osan tocar la tierra donde nacieron sus padres, pero como el clavel del aire, viven parasitando del viejo árbol sin nombre que todavía sostiene las raídas banderas de la solidaridad, el trabajo, la mesura, la justicia y la honra.Son Hombres de estatura tan pequeña como su memoria y suelen repetir en forma leve, la historia de sus ancestros, donde los brutales opresores de ayer son ahora pastores demagogos de la democracia y la libertad.Viven y escriben como dice Orestes Nieto: "?a cinco minutos de tu casa/ a cinco minutos de tu pueblo/ a cinco minutos de todas las esquinas/ donde cayeron nuestros muertos".(*) Hombre: Con mayúscula, relativo a la humanidad, comprende ambos géneros.[drjcal@gmail.com]